David Chipperfield: «La pandemia nos puso de manifiesto la importancia del localismo, de tener las cosas cerca»
La Fundación RIA, creada por el arquitecto, inaugurará próximamente Casa RIA, un nuevo espacio abierto a la comunidad en el centro de Santiago de Compostela
David Chipperfield, premio Pritzker: defensa de un modelo sostenible desde un pueblo pesquero de Galicia
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónHace más de treinta años que el arquitecto inglés David Chipperfield comenzó a veranear en Corrubedo con su familia. Sus estancias en esta localidad gallega eran para él, que debido a su trabajo viajaba y pasaba gran cantidad de tiempo fuera de casa, ... el momento de estar verdaderamente en familia. Cuenta que, a fin de no ausentarse excesivamente del trabajo, llevaba allí a Corrubedo a gente de su estudio y a clientes, lo que hizo que aquella casa de veraneo poco a poco fuera convirtiéndose en algo más.
Chipperfield recibió en 2023 el premio Pritkzer, un reconocimiento que indudablemente debería haber llegado antes a las manos de este arquitecto que, a lo largo de su trayectoria, ha escogido un lenguaje riguroso y elegante, alejado de los huracanes de las tendencias, y que ha edificado en Asia, Europa y Norteamérica. La sede de la BBC en Escocia (2007), el Neues Museum en Berlín (2009), el Museo de Arte de Saint Louis (2013) o los recientes Morland Mixité Capitale (2022) y la restauración del palacio veneciano Procurate Vecchie (2022) son algunos de los proyectos que destacan en una trayectoria que incluye varios edificios significativos en España, como el Edifici Veles e Vents en Valencia (2006) y la Ciudad de la Justicia de Barcelona (2006), a los que sumará ahora un museo para la Fundación Banco Santander, cuya inauguración está prevista para 2026.
En 2017 David Chipperfield creó Fundación RIA, dedicada «al análisis, la reflexión y la planificación territorial estratégica de Galicia». Esta Fundación inaugurará próximamente Casa RIA, un nuevo espacio abierto a la comunidad en el centro de Santiago de Compostela. El 9 de mayo, Chipperfield hablará a fondo de ambas en el espacio de la Fundación Arquia de la madrileña calle Tutor.
Siete proyectos estrella de David Chipperfield
Fredy MassadEl británico recibe el premio Pritzker en un momento en que su arquitectura se identifica como paradigma del sentido de durabilidad de lo construido
—¿Cómo, desde esta estrecha vinculación que mantiene con Galicia, surgió Fundación RIA?
—Hace unos años, Alberto Núñez Feijóo, aún por entonces presidente de la Xunta , se interesó por mi opinión sobre el urbanismo en Galicia y cómo podría mejorarse. En aquel momento yo no disponía de una respuesta, pero me comprometí a realizar un estudio. Formé un pequeño equipo y nos pusimos a la tarea de entender el motivo de tantos errores de planificación urbana; un problema que se da en todo el mundo, pero que aquí se percibe más acentuado al ser Galicia una comunidad tan geográficamente dispersa. Imagino que la respuesta que se esperaba que yo proporcionase era «hay que pintar las ventanas de tal color» o «hay que usar este tipo de tejados»; sin embargo, las propuestas que presentamos estaban relacionadas con el estacionamiento de los vehículos, el espacio público, dejar de construir sobre campo verde… En síntesis, que era más necesario planificar que construir.
»Desarrollé este estudio por mi cuenta, no fue un encargo de la Xunta, y, a partir de él, a lo largo de siete años, hemos ido realizando pequeños proyectos, trabajando con alcaldes y comunidad en distintos frentes con el objetivo de garantizar la calidad de vida en el entorno construido. Y aquí en Galicia cuando trabajas con el entorno construido inmediatamente te conectas al natural, ya que ambos están muy estrechamente ligados, de manera que estamos investigando ahora mismo sobre cuestiones muy diversas: prevención de incendios forestales, normativa, pueblos abandonados, asesorando a las administraciones en la convocatoria de concursos de arquitectura… Estamos dedicándonos a toda esa labor de planificación, normativa, estrategia local versus central, ecosistema… y, simultáneamente, tratando de inventar un nuevo tipo de despacho de arquitectura: uno que no trabaje en la construcción de edificios, sino más bien en dejar de construirlos.
»Antes de trasladarse a Madrid, Núñez Feijóo dejó establecida la Fundación y nos solicitó pensar y lanzar ideas dirigidas a formular políticas de desarrollo sostenible para toda Galicia. Estamos aquí como una especie de agencia independiente, como un elemento conector que ofrece asesoramiento y ayuda».
—Usted fue director de la 13ª Bienal de Arquitectura de Venecia. Bajo el título 'Common Ground' propuso en ella que la arquitectura rehuyera el individualismo en todas sus formas y se centrara en el valor de lo común y colectivo. ¿Es este trabajo que ha desempeñado en Galicia y esta Fundación su propia forma de materializar esa reivindicación?
—La mayor parte de arquitectos creemos que la arquitectura debe servir al bien común, que la arquitectura hace posible construir un mundo mejor. Sin embargo, el modo en que nuestra profesión ha estado tradicionalmente organizada no nos ha permitido llevar a cabo tanto como hubiéramos deseado y en los últimos treinta años aún menos, lo que ha resultado en nuestro aislamiento de la comunidad. Los arquitectos de las décadas de 1950 y 1960 construían viviendas, universidades… edificios para una nueva sociedad, y estaban por ello profundamente comprometidos con el proyecto social. Esto concluye en la década de 1990, cuando los arquitectos comenzaron a vincularse a proyectos de carácter comercial. Este tipo de proyectos transformó la camaradería de antaño en rivalidad y volvió a los arquitectos muy competitivos, ya que para obtener un trabajo se hizo imprescindible convertir tu arquitectura en un producto muy bien diferenciado del que ofrecía otro. Sería como si los médicos se pusieran individualmente en la puerta de los hospitales tratando de convencer a los enfermos de que tienen mejores medicinas que el médico de al lado.
—Está claramente hablando del star-system. Usted nunca ha pertenecido a la facción más descarada y vanidosa de este, pero interpreto lo que acaba de decir como un reconocimiento de que era imposible resistirse a esa dinámica.
—Absolutamente imposible. Cuando eres un arquitecto joven y no tienes trabajo, no tienes la opción de rechazar proyectos porque tu deseo es trabajar para la sociedad. Pero los tiempos están cambiando: todo es muy distinto a como era cuando yo comencé, en 1984. El mundo ha cambiado y yo también y ahora mismo me encuentro en una posición de la que puedo sacar ventaja.
»Este proyecto en Galicia es fruto de una intersección de muchas coincidencias interesantes. Por un lado, mi arraigo con este lugar, que ha hecho que mi compromiso con Galicia haya ido intensificándose. Por otro, el cambio climático está obligándonos a cambiar nuestra manera de pensar. Y hoy dispongo de una posición y un prestigio que me otorgan credibilidad: la gente me escucha y quiere valerse de mi voz, de mi experiencia».
—¿Qué le resulta especialmente estimulante de estar comprometido con toda esta labor en Galicia?
—Es muy valioso estar dentro de una comunidad de espíritu modesto, que no se considera relevante ni dotada de importancia alguna. Cuando un forastero que tiene reconocimiento internacional viene aquí y les asegura que viven en un paraíso, esto les agrada y me permite ayudar a que tomen conciencia de que deben tener cuidado y evitar ponerlo en riesgo, porque en muchos lugares esto ya está desapareciendo. Por ejemplo, la excelente calidad de la comida en Galicia se debe a la persistencia de los minifundios, al hecho de que a Galicia llegó tarde a esa agricultura industrial que hoy vemos como un grave problema. Hoy, en todo el mundo, se está tratando de reducir o suprimir la industrialización; por esa razón es muy importante poder estar aquí, tras todo lo que he podido aprender en otras partes del mundo, y decirles que ese supuesto atraso ha acabado situándolos a la vanguardia hoy.
»Recuerdo que estuve en Barcelona antes de las Olimpiadas y cómo la preocupación fundamental que la ciudad tenía era lograr atraer turistas; ahora mismo Barcelona está comprobando cómo el turismo es una fuerza muy destructiva. Galicia se encuentra ahora mismo en una posición que le permite aprender de esas lecciones antes de que sea demasiado tarde».
—El mundo ha cambiado y usted también, decía antes. ¿Cómo ha cambiado la arquitectura?
—Hoy debemos pensar en términos locales, de recursos, de emociones, de sentido práctico… Por eso vamos a pasar de ser una profesión obsesionada con el producto a una profesión obsesionada con el proceso. Necesitamos buenos arquitectos, y necesitamos buenos arquitectos que hagan buenos edificios, pero es necesario que sepamos mirar más allá del edificio singular y comprendamos que aquello que transforma la calidad de vida no es un edificio atractivo. La pandemia nos puso de manifiesto la importancia del localismo, la importancia de tener las cosas cerca, pero también ha sido fundamental en ese cambio la sostenibilidad.
—¿En qué radica concretamente usted esa transformación marcada por el concepto sostenibilidad?
—Nos hemos dado cuenta de que nuestras acciones tienen consecuencia. Antes nunca tenías que medir las consecuencias de tu acción, ahora sí debemos hacerlo. Si construyes una autopista qué consecuencias va a tener sobre el medioambiente, la biodiversidad…Si estamos aplicando una economía circular, también deberemos aplicar un pensamiento circular y para ello, si eres arquitecto, debes pensar que eres algo más que un arquitecto. Debes pensar horizontalmente. Cuando trabajamos aquí en planificación territorial lo hacemos junto a la Xunta y tratamos de reunir conectividades: cuestiones de economía, de educación, de medioambiente… No es posible abordarlas individualmente. No podemos hacer que las cosas pasen simplemente porque somos arquitectos. Por eso, antes de intervenir aquí, debemos saber al máximo posible sobre el tráfico, la calidad del agua… porque precisamente sobre esta descansa todo lo que existe en esta región. La vida comercial de esta zona depende de la calidad del agua. Todas las industrias dependen de ella, de la naturaleza, por eso es fundamental protegerla. La naturaleza es el gran tesoro de Galicia. El gran capital de Galicia. Es necesario que adquiramos una perspectiva más amplia del territorio, y esto es lo que los arquitectos pueden ofrecer a los políticos. Nosotros somos capaces de ver esas conexiones entre hacer un edificio, proteger la naturaleza, crear un nuevo sistema de tráfico… Este es el desafío, en mi opinión. Y es un desafío muy estimulante.
»Este es un momento muy estimulante para arquitectos, urbanistas, políticos… Los arquitectos necesitan la colaboración de los políticos para poder llevar adelante sus ideas y propuestas. Es ahí donde queremos estar y eso es lo que queremos hacer a través de la Fundación y de Casa RIA, que será una especie de open-house a la que queremos convocar con el tema común del medio ambiente a políticos, estudiantes, investigadores y ciudadanos».
—Recibió el premio Pritzker en 2023. ¿Supuso este reconocimiento realmente algo significativo en y para su carrera?
—Lo resumiré en esta anécdota. Cuando lo recibí, Rafael Moneo me rodeó por el hombro y me dijo: «Listo, David. Ahora ya no tienes que preocuparte más por el Pritzker».
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete