Crítica De:
'Tres minutos', de Ismaíl Kadaré: ¿Pasternak? Aquí, el camarada Stalin
Narrativa
No ha habido mayor duelo, de mayor intensidad y terror simbólicos, que aquella célebre conversación telefónica, de apenas tres minutos. El escritor albanés, desde sus tiempos de estudiante estaría obsesionado con aquel diálogo
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Iniciar sesiónEl tirano y el poeta. No ha habido mayor duelo, de mayor intensidad y terror simbólicos, que aquella célebre conversación telefónica, de apenas tres minutos, que el 23 de junio de 1934 mantuvieron Stalin y Pasternak. Aunque, además de ellos, existió un tercer y trágico ... invitado de piedra: el ausente Ósip Mandelstam que moriría unos años después, de camino al gulag de Kolymá.
El escritor albanés Ismaíl Kadaré (Gjirokastra, 1936), desde sus tiempos de estudiante en el Instituto Gorki de Moscú, estaría obsesionado con aquel diálogo, cuya transcripción real, la única y más auténtica, se llevarían a la tumba sus dos insólitos interlocutores: por un lado, el poeta Pasternak, conocido mundialmente tiempo después a través de su obra inmortal sobre la Revolución rusa, 'El doctor Zhivago ' (1957), y por otro lado, el asesino de masas que ya lo era en todas sus dimensiones, el déspota georgiano Iósif Stalin. «Rara vez —dirá Kadaré en su espléndida obra última 'Tres minutos. Sobre el misterio de la llamada de Stalin a Pasternak'— se ha hablado y escrito tanto sobre una conversación. Los análisis de texto han sido innumerables, e igualmente tenaces las interpretaciones opuestas».
NOVELA
'Tres minutos. Sobre el misterio de la llamada de Stalin a Pasternak'
- Autor Ismaíl Kadaré
- Editorial Alianza
- Año 2023
- Páginas 151
- Precio 18,50 euros
La historia se podría condensar así. En 1934, Ósip Mandelstam, poeta acmeísta, es arrestado y llevado a la tétrica prisión de Lubianka. Su delito es haber escrito un epigrama contra Stalin, «el montañero del Kremlin». Evita la ejecución, pero no la deportación. En 1938 morirá en el campo de tránsito de Vladivostok. Tras haber sido detenido se produce una llamada a casa de Pasternak, desde el Kremlin («va a hablarle el camarada Stalin») que deja estupefacto, posiblemente lleno de pavor, al poeta. «¿Qué piensas de Mandelstam como poeta?», le pregunta el tirano, jefe supremo del Estado más amenazador de la época. Después de una vacilación, Pasternak le dirá que tiene poco que opinar, que ambos pertenecen a corrientes totalmente diferentes. Nada más dicho esto, Stalin (en tono burlón, según la mayor parte de las versiones) le responderá: «Vaya forma de defender a tu camarada». Y colgará.
¿Qué pretendía el déspota? ¿Divertirse? ¿Enfrentar como contendientes a artistas que sabía no le eran devotos? ¿Extender las culpas ante una posible ejecución, de las muchas de aquel tiempo? Ese será el sombrío misterio que seducirá la imaginación de muchos escritores, y supuestos legatarios de aquella conversación sin testigos, durante décadas, hasta el día de hoy. ¿Pudo hacer más Pasternak?¿Se acobardó ante la posibilidad de ser el siguiente?
El lector asiste a un demoniaco entramado de denuncias, intrigas, incertidumbres e hipótesis
En un brillante relato fragmentario, a menudo comparativo, sobre el papel oscuro de colaboración de los artistas durante las dictaduras, o por el contrario, el papel heroico, muchas veces temerario, de suicida oposición, en los días más sangrientos del estalinismo, por parte de otros, Kadaré hablará de dos de las tiranías más crueles durante décadas: la de Iósif Stalin en la Unión Soviética, y la de la Albania comunista de Enver Hoxha, su más fiel aliado. El lector asiste a un demoniaco entramado de denuncias, intrigas, incertidumbres e hipótesis en cada uno de los testimonios, poemas fantasmales y sólo orales, pero sobre todo a un reguero de múltiples interrogantes que Kadaré expone en un apasionante laberinto de versiones («un caos que seguía densificándose») de la famosa conversación, a cada cual más impenetrable y enigmática.
Rumores
Los rumores malignos empezaron a circular por todo Moscú nada más finalizar aquellos tres minutos en la misma boca del infierno: «¿Te has enterado de que Boris Pasternak rehusó ayudar a Mandelstam?». En las versiones, que Kadaré cifra en 13 posibles, destacan cuatro de mujeres prominentes de la época: Nadiezhda Mandelstam, viuda del poeta autor de los versos satíricos, que dejaría escrito uno de los mejores documentos sobre el estalinismo ('Contra toda esperanza', Acantilado); la otra gran poeta de aquellos días, junto a Pasternak y Mandelstam, Anna Ajmátova; y, por fin, los testimonios aportados tanto por Zinaida Pasternak, mujer del poeta, como por su amante durante catorce años, Olga Ivelínskaya, que eternamente se disputarían entre los especialistas el papel de Lara, en la obra de Pasternak.
El libro-puzle de Kadaré, un autor al que siempre le ha gustado jugar metafísicamente en sus novelas con la idea —muy de los regímenes totalitarios, basados en la persecución paranoica de potenciales enemigos— de pesquisa, de investigación, avanza poco a poco como un enigma policiaco. Mientras tanto, se van desentrañando las claves más ocultas de aquel episodio mítico de la era estalinista. Una época en que los designios caprichosos, o vengativos, «envueltos en la confusión y en la ausencia de lógica», de un tirano todopoderoso podían llevar a la muerte a miles de conciudadanos, aterrorizados ante un simple gesto o insinuación suya.
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