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Siempre hay motivos para volver a Salter

narrativa

Con prólogo del escritor irlandés John Banville, se publican los 'Cuentos completos' del maestro Salter con un inédito: 'Carisma'

Otras críticas del autor

James Salter (1925-2015)

Rodrigo Fresán

14/04/2023
Actualizado a las 17:10h.

La reedición como 'Cuentos completos' de los apenas dos volúmenes de relatos de James Salter (1925-2015) ya conocidos y alabados en nuestro idioma puede, en principio parecer tan caprichosa como innecesaria. Porque todo salteriano de fuste o cualquier seguidor más o menos atento ... y de la literatura 'Made in USA' seguramente ya ha disfrutado de los tan sombríos como luminosos claroscuros contenidos en 'Anochecer' (1988, el mejor de ambos) y en 'La última noche' (2005). Pero siempre hay motivos para que Salter vuelva o para volver a Salter: para que vuelva porque estos 'Cuentos completos' resultarán en una magnífica puerta de entrada para quienes entren en lo suyo por primera vez y, desde aquí, ganar altura con obras maestras de la novela como 'Juego y distracción' y 'Años luz' y de la 'memoir' como 'Quemar los días'; para volver a él porque —como bien postuló Nabokov— uno lee bien y aprecia de verdad un libro recién cuando lo relee.

Así, todos felices por el demorado encuentro o por el bienvenido reencuentro. Cita que se potencia con un preciso e inspirado prólogo de otro gran estilista, el irlandés Banville, y por el 'bonus-track' de 'Carisma': un brillante inédito que puede leerse casi como una coda/desvío de/a su última y muy extraña novela 'Todo lo que hay' (2013).

Autor James Salter
Editorial Salamandra
Año 2023
Páginas 334
Precio 20 euros

'Extrañeza' que es la misma de estos cuentos porque, en su aparente naturalismo, Salter es un escritor muy raro a pesar de —como apunta Banville— hacer parecer fácil aquello es lo más difícil en literatura: «representar una realidad común y corriente: sólo los mejores han tenido éxito en esta tarea». Y —como la de Flaubert o la de Joyce o la de Fitzgerald o la de su muy admirado Babel— la inmejorable realidad de Salter es una realidad aparte. Una realidad suya que —al explorarla— primero produce un efecto de cierta artificialidad por la sensual precisión y elegante cadencia de su estilo pero que, enseguida, convence de que no existe otra manera posible ni mejor de ser realista.

Salter es un escritor muy raro, a pesar de —como apunta Banville — hacer fácil lo más difícil

Por lo demás, ya se sabe y ya se sabrá: las oraciones exactas compuestas de palabras justas (que le ganaron la admiración de Sontag, J. Barnes, E. White, Tim O'Brien, R. Ford, Bloom y J. Irving), el tratamiento del personaje femenino un poco a la antigua (y que hoy a muchos, ay, sonará digno de cancelación o reescritura) pero con potente empatía 'vintage', la épica sin estruendo del hombre de acción (Salter fue piloto de combate en Corea, 'bon vivant' curtido, seductor, padre de una hija muerta en accidente doméstico...).

Piezas maestras

Todo eso en piezas maestras como (sus favoritas) 'Cometa', 'Am Strande von Tanger' (a pesar de su título transcurre en Barcelona), 'American Express', 'Costas lejanas' y 'Veinte minutos'. Por lo demás, aquí, prueba reincidente e incontestable de que —según declaró a 'The Paris Review'— lo suyo no era «juntar palabras: me gusta frotar a las palabras entre ellas, como si las tuviera en una mano cerrada. Sentirlas dar vueltas, chocar, y después elegir nada más que a las mejores». De ese gusto suyo, el placer nuestro por lo que Salter explicó conseguía así: «Por lo general la idea para un cuento se me ocurre el lunes y lo escribo el viernes. Pero entre ese lunes y ese viernes pueden pasar varios años». Aquí están ahora otra vez —más sabios y sabiendo cada vez mejor— todos juntos, de nuevo, como si fuese la primera vez