EL ANIMAL SINGULAR
Elogio de la autoayuda
He descubierto que me gusta la autoayuda. No veo por qué la autoficción tendría que ocupar un lugar más elevado que la autoayuda
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El escritor británico recientemente fallecido Martin Amis
Hace un par de años, en lugar de sentarme a esperar a que llegara mi crisis de los 40, decidí adelantarme y declararla. Si la calvicie era inevitable, la gordura era opcional. Entonces me puse a hacer ejercicio. Lo abandoné al poco tiempo. La crisis ... llegó de todas formas y fue implacable: muertes de seres queridos, problemas matrimoniales, abuso de alcohol, depresión. Lo más grave ha quedado atrás pero algunas cosas importantes han cambiado. La más reseñable, para quienes me conocen, es que ya no bebo (con lo que me gustaba a mí una cerveza bien fría o un buen vino tinto). Lo que sí no entraba en ninguno de mis cálculos es que me iba a interesar en ese género al que los intelectuales le huyen (o eso dicen) como al mismísimo demonio: la autoayuda. He descubierto que me gusta la autoayuda. No hay ni una pisca de ironía en mis palabras.
Este año he leído obras como 'Sobre el duelo y el dolor', de Elisabeth Kübler-Ross, 'Con el amor no basta', de Aaron T. Beck, 'Hábitos atómicos', de James Clear y 'El método Tools', de Phil Stutz y Barry Michaels. A estos libros me ha guiado una sombra de desesperación y en todos he encontrado algún pensamiento o enseñanza que me ha ayudado a remontar más de alguna hora menguada. El efecto, en líneas generales, ha sido doble y paradójico. Por una parte, me ha dado la calma de verme reflejado en unos patrones de comportamiento compartidos por mucha gente. Y, al mismo tiempo, me ha permitido por primera vez en mi vida ponerme a reflexionar sobre un tema que nunca antes me había llamado particularmente la atención: yo.
Las razones de este desinterés no las tengo muy claras, pero, sin duda, algún papel ha jugado la literatura en todo esto. Tanto en la lectura como en la escritura siempre me han parecido mucho más atractivos personajes e historias que tuvieran poco o casi nada que ver conmigo. Y todavía sigue siendo así. Sin embargo, parte de mi error fue creer que la literatura podía dármelo todo, todas las respuestas, todas las posibilidades. No es que ahora crea que la autoayuda sea el complemento que me faltaba. Esta es, apenas, una parte más de una serie de elementos que han contribuido a que me sienta mejor.
Los otros no son ningún misterio: ejercicio físico, buena alimentación, terapia, hacer un mejor uso de las redes sociales y de mi tiempo, mejorar la comunicación con mis seres queridos y alejarme de la gente maluca. Como lo dijo el recientemente fallecido Martin Amis en 'Desde dentro', su estupendo segundo volumen de memorias, «la vida, en realidad, es sencilla». Se refería Amis a que, a sus setenta y tantos años, había logrado al fin dejar el cigarrillo y beber menos. Como sabemos, Amis murió de cáncer de esófago, al igual que su gran amigo de literatura y de juerga Christopher Hitchens.
Como parte de mi «terapia ocupacional», he retomado mi canal de YouTube, en donde he comentado algunos de estos libros. Y, tanto en público como en privado, algunos escritores me han confesado que también les interesan este tipo de lecturas. A fin de cuentas, no veo por qué la autoficción tendría que ocupar un lugar más elevado que la autoayuda.