libros
Peter Orner, el gran médium
NARRATIVA
A medio camino entre la novela y el ensayo, el autor norteamericano convoca a los 'espectros' de Cervantes, Kafka, Céline, entre otros
Otras críticas del autor
Peter Orner (Chicago, 1968)
Por uno de esos misterios de las mareas editoriales el muy celebrado cuentista y novelista Peter Orner (Chicago, 1968) ha trascendido y es hoy justamente apreciado en nuestro idioma por dos libros que, en el conjunto total de su bibliografía, podrían parecer sabático-laterales ... o incluso secundarios. Pero no. Porque ‘¿Hay alguien ahí?’ (2016) como ahora este ‘Sigo sin saber de ti’ (2022) —finalistas de premios prestigiosos—funcionan como virtuales y virtuosos manuales de lectura que no por eso se privan o desdeñan la incorporación de relatos (sí: Orner ya se merece la adjetivación de su apellido, sí) muy ‘ornerianos que se van compaginando’ y recompaginando en lo que acaba siendo la ‘orneriana’ novela de una vida ‘orneriana’.
Aquí, de nuevo, Orner se constituye y consagra como el más plácido y placentero de los maníacos referenciales (algunos de los vivísimos espectros a los que convoca con pericia de gran médium son los de Cervantes, Singer, Brennan, Celan, Céline, Chéjov, Faulkner, Rulfo, Ferlinguetti, Hawthorne, Ford, Levi, Justice, Kafka, Rhys...). Pero sus visitas desde el otro lado funcionan siempre como disparadores de recuerdos de familia, de experiencias personales, o de meditaciones acerca de lo ajeno.
NOVELA
'Sigo sin saber de ti'
- Autor Peter Orner
- Editorial Chai
- Año 2023
- Páginas 256
- Precio 21 euros
Ejemplo: Orner comienza viendo un partido de baseball infantil; comenta que la «geometría» de este deporte se parece a la de la muerte porque «empiezas en tu hogar (‘home’) y, si tienes suerte, pasas por todas las bases y vuelves a casa»; de ahí salta al comentario de Kafka acerca de que Sancho «inventó» al Quijote; y concluye con un epifánico «no puedo dejar de pensar en todos los lectores muertos, pero no en los excepcionales sino en los lectores muertos en los que nos convertiremos tú y yo. Gente que, a lo mejor, después de leer una oración en particular, se detenga a reflexionar sobre ella un segundo o dos. ¿Y si esas reflexiones, esos pensamientos vagabundos, mis pensamientos vagabundos, no se perdieran? ¿Y si quedaran flotando en la atmósfera? ¿Y si los pensamientos que nos vienen de la nada no son más que sobras de pensamientos de otros, flotando sin dueño?»
Por favor, no confundir nada de lo que aquí propone Orner con el facilismo narcisista, la comodidad auto-ficcional o la ‘memoir’ selectiva. En absoluto: esto de Orner ofrece al lector el placer y privilegio de leerlos (algo parecido sucede con lo de la también muy híbrida y muy grande Ali Smith) con la sensación de que se lo hace al mismo tiempo que Orner los escribe a partir de sus lecturas previas.
El riesgo de este tipo de artefacto es que suelen resultar de gran utilidad para aquellos que no quieren o no pueden leer
No estoy seguro de ser del todo preciso y justo con la apreciación del inmediato aprecio que provocan estos libros, aunque también creo que esa dificultad para apresarlos es una de sus principales virtudes. «Las oraciones de Orner están iluminadas desde abajo, como una piscina», apuntó otro crítico feliz y rendido y casi sin palabras ante él. Digámoslo así entonces: son libros encantadores por su atractiva magia (y ahora, por favor, que se traduzcan sus igualmente muy personales cuentos o la novela ‘Love and Shame and Love’ compartiendo modales con lo que aquí se admira).
Advertencia: no el peligro pero sí el riesgo de este tipo de artefacto es que suelen resultar de gran utilidad (por su generosidad anecdótica, por el perfecto destilado de sus experiencias enseguida compartibles) para todos aquellos que no quieren o no pueden leer.
Encantador y exigente
Y, entonces, aquí reciben una suerte de enciclopédica herramienta para que no solo no se note eso sino que, además, parezca todo lo contrario y triunfen en cenas y reuniones deslizando iluminaciones prestadas y más lunáticos que solares. Pero otro aviso para navegantes que flotan pero no saben nadar: Orner, además de anfitrión encantador, es exigente y no se muestra hospitalario con cualquier que pase por allí o se quiera pasar de listo. Y, sí, antes de estar invitado (de saber que Orner sabe que hay alguien ahí y que sí sabe de él) hay que haber llegado ahí y saber al menos algo de lo que tanto sabe Orner.
Sí: Leer a Orner da ganas de leer a Orner y a todos a los demás que Orner leyó para escribir lo suyo.
No creo que haya un mejor elogio posible.