CRÍTICA De:
'El niño', de Fernando Aramburu: cómo narrar el dolor extremo por la muerte de 50 niños
Narrativa
Esta novela se basa en un hecho real: la explosión accidental de gas propano en las calderas del colegio Marcelino Ugalde del pueblo bilbaíno de Ortuella segó la vida de cincuenta niños. Aramburu lo narra con maestría
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Iniciar sesiónEl día 23 de octubre de 1980 una explosión accidental de gas propano en las calderas del colegio Marcelino Ugalde del pueblo bilbaíno de Ortuella segó la vida de cincuenta niños de entre cinco y seis años y de tres adultos.
Fernando Aramburu no ... ahorra detalles de fecha y circunstancia para que el lector que no lo vivió o no lo recuerde pueda acudir a las hemerotecas o a internet y comprobar que su novela se basa en un hecho cierto.
NOVELA
'El niño'
- Autor Fernando Aramburu
- Editorial Tusquets
- Año 2024
- Páginas 270
- Precio 20,50 euros
De hecho Google abre la búsqueda con una crónica de 'El Correo' escrita a los cuarenta años del suceso. Entre los niños fallecidos estaba el Nuco, apodo de un niño sobre cuya familia y duelo gira toda la trama. La novedad respecto a otras obras que cuentan hechos reales es narrativa, pues ha hecho que Aramburu escriba diez capítulos en cursiva para dar cuenta de dos cosas: que no es posible escribir novela propiamente histórica, pues el dolor del abuelo, Nicasio y de la madre y padre, Mariaje y Jose Miguel, ¿Quién puede reproducirlos? ¿Le es dado a la literatura poder hacerlos creíbles sin que intervengan la suposición, la imaginación de un mundo interior de padres y abuelo?
Está, por otra parte, la cuestión de la legitimidad de hurgar en el dolor ajeno, el dolor de los demás, o del cuidado que hay que tener de no dañar la memoria de un hecho tan trágico, en rigor indecible, que puede tener hoy familiares que lo todavía lo vivan en carne abierta. Aramburu sabe que estos capítulos en letra cursiva pueden turbar la lectura, por ser directa intromisión del autor, por lo que exculpa al lector que quiera saltárselos Pero a mi juicio son necesarios, vaya si lo son. Introducen además una novedad técnica, pues imagina que quien habla es el texto mismo, que se refiere al escritor en tercera persona. E informa de que ha habido una entrevista de la madre del Nuco con el autor sobre la que se basan muchas de las informaciones incluidas.
Como siempre en la novela lo crucial para que resulte lograda es elegir la voz y el tono adecuados
Como siempre en la novela lo crucial para que resulte estéticamente lograda es elegir la voz y el tono adecuados. Fernando Aramburu demuestra ser escritor experimentado y sabio al haber elegido narrar desde una tercera persona a la que ha dotado de una precisión tonal muy escueta, comedida y sobria, casi de crónica de sucesos. Y el caso es que el dolor es primario, y no ahorra detalles, sobre todo en las primeras páginas, sobrecogedoras, cuando lo que hay por parte de los familiares es el oído del trueno de una gran explosión, seguido de ruido de sirenas y desconcierto, y padres, la madre del Nuco entre ellos, que corren hacia el colegio, que reciben informaciones varias, imprecisas, y van sabiendo del asunto del que no quieren saber y el reconocimiento del cadáver en el hospital de Cruces…
Esas primeras cincuenta paginas eran las más difíciles de escribir, para huir a la vez del melodramatismo y del sensacionalismo. Un escritor es grande si sabe hacer que el lector viva el hecho sin que el autor haya sacado rédito del dolor sublime que supone. Para poderlo decir ha hecho que sean los tres familiares más cercanos los verdaderos protagonistas. En especial Nicasio, nombre elegido para el abuelo materno, que en realidad es el personaje que se come la novela por ser quien vive la única forma que hay de poder vivir la muerte trágica del Nuco, que es negándola, imaginando un mundo de ficción en que los dos, abuelo y nieto, siguen dialogando.
Piedad
Nicasio es el gran personaje que esta novela regala. También Mariaje, la madre, y José Miguel, el padre, cada uno a su modo. Pero en el caso de la madre la novela evita el énfasis del duelo, se atiene a un sucederse de detalles tan caseros, tan a ras de alcoba y de cocina, que contienen la emoción en cuanto se saben sin esperanza o consuelo. Hay en las relaciones entre los padres, y en la incapacidad de ambos, una naturaleza novelística que contiene secretos y tragedias previas de estas humildes gentes vascas procedentes de Extremadura, que nacieron para no ser vistas en absoluto, y solo lo son cuando una tragedia enorme las ha convertido en tales.
Una última condición de la maestría de Aramburu, que ha ido creciendo en su literatura, es la piedad, una no distancia cordial, no ser ajeno a las vidas que cuenta. Que algo así únicamente la literatura pueda hacerlo constituye el gran secreto de su necesidad.
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