AL PUNTO
Indiferencia ante el dolor de los demás
«¿Cuánto tiene de egoísmo, indiferencia o desprecio hacia el prójimo, el vecino o un familiar si ignoramos su necesidad, problema o urgencia?»
VALENCIA
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Iniciar sesiónMe sigue punzando las entrañas cada vez que me vuelve el recuerdo de la muerte del escultor valenciano Nassio Bayarri. Por si no saben cómo ocurrió, se lo cuento. Nassio, ya nonagenario, desde que enviudó vivía en una urbanización de Paterna. Por una dolencia ... renal tenía que someterse regularmente a sesiones de diálisis.
Fue su incomparecencia a una de los consultas programadas lo que levantó sospechas en el centro de salud. Se dio aviso a la policía local, que junto con los bomberos fue a su casa y una vez accedieron a su interior comprobaron que el artista estaba herido e inmóvil al pie de la escalera por la que había resbalado. Mas de dos días estuvo allí tirado. Trasladado al hospital Arnau de Vilanova no pudo superar los daños y murió el 13 de este mes de enero.
Un desgraciado caso, sí, pero una triste y cruel manera de agonizar en la soledad de tu propia vivienda, sin una mano filial ni amiga a la que poder agarrarse. ¿Cuánto tiene de egoísmo, indiferencia o desprecio hacia el prójimo, el vecino o un familiar si ignoramos su necesidad, problema o urgencia? ¿No corremos el riesgo de recibir el mismo trato cuando seamos nosotros los necesitados de esa ayuda que puede resultarnos de vital importancia?
Los circunstancias que rodean a algunos de los crímenes registrados en España contra mujeres, en las tres primeras semanas de este sangriento mes de enero, más allá de la manifiesta incapacidad de las autoridades gubernamentales y policiales –flagrante el caso de ineptitud del Ministerio de Igualdad- para hacer frente a esta brutal pandemia, ponen de manifiesto en algunos de estos casos la soledad de las víctimas frente al autismo vecinal que decidió convertir en habitual e irremediable las evidencias -otra muestra de indiferencia- de que se estaba maltratando a una mujer al otro lado de la pared medianera.
Cierto es que la complicada maquinaria policial y judicial que se pone en marcha cuando se produce un hecho luctuoso o un delito involucra y afecta a quienes se han denunciado el caso, causándoles no pocas molestias lo que, pese a todo, no puede ser razón para desentenderse y que cada palo aguante su vela.
Que unos cacos estén forzando la puerta de entrada en la vivienda contigua y pese escuchar extraños ruidos no se movilice el vecino, porque considera que no es cosa suya, viene a demostrarnos el crecimiento exponencial de la indolencia frente a todo aquello que no nos afecte de modo personal y directo.
La muerte de Nassio Bayarri ahora, como justo hoy mismo, 27 de enero, hace un año, la del fotógrafo suizo René Robert, tienen en común la ignorancia o el desprecio hacia los demás. Y más si se trata de personas mayores. El fotógrafo murió en una calle parisina a consecuencia de una caída y de no haber sido auxiliado por nadie porque consideraron quienes le vieron y no le atendieron que se trataba de un mendigo sin techo, un clochard, como se les conoce. Las extremas condiciones del invierno de la capital de Francia fueron la causa de la hipotermia que acabó con la vida de René Robert a los 84 años de edad.
Si a estos casos dramáticos añades los otros muchos y que tan frecuentemente aparecen denunciados en medios de comunicación, que tienen que ver con el mal trato que se dispensa con una mala alimentación, abandono y desatención, cuando no falta de higiene, en tantos geriátricos y residencias en las que han sido aparcados nuestros mayores, las punzadas que sientes en las entrañas se hacen más dolorosas y tienes necesidad de denunciar y condenar esas muestras de cerrilismo egoísta. Para evitar ser tratados así cuando la necesidad nos acogote, hay que ponerse las pilas ahora.
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