CRítica De:
'Madeleine antes del alba', de Sandrine Colette: en un mundo semifeudal
Narrativa
La autora francesa explora un territorio oscuro y violento al que llega una pequeña salvaje
Otras críticas de la autora
Sandrine Colette (París, 1970)
Una de las más interesantes y singulares escritoras francesas actuales, Sandrine Collette (París, 1970) recibió desde el principio los más entusiastas elogios, en una pequeña disparidad de géneros que iban desde los 'thrillers' policiacos, las reescrituras de cuentos clásicos (como 'La Bella y la Bestia') ... , las ficciones post-apocalípticas o estupendas novelas como 'On était des loups' ('Éramos lobos'), que obtuvo diversos premios y que ya dibujaba de forma angustiosa y amarga, como la espléndida novela ahora aparecida, 'Madelaine antes del alba' (con una excelente traducción de Malika Embarek) un mundo oscuro y violento, a lo Agota Kristof, dominado por la muerte y el abandono, y con difíciles relaciones entre hombres y Naturaleza.
NOVELA
'Madeleine antes del alba'
- Autora Sandrine Colette
- Editorial Tránsito
- Año 2025
- Páginas 248
- Precio 20,95 euros
En 'Madelaine antes del alba' nos encontramos en un aislado lugar sin nombre y sin tiempo preciso, que pervive siempre igual e inmutable a lo largo de las épocas y de las estaciones, poco benevolentes, que apenas se diferencian.
Una atmósfera de somnolencia y abulia que puede pertenecer a las cercanías de la Edad Media, a siglos más cercanos al nuestro o bien provenir de una distopía de puro destierro y extrañamiento en regiones inhóspitas, tras algo parecido a un hundimiento planetario.
Unas pocas granjas y un castillo semifeudal que domina, explota y amedrenta a los campesinos desde que tienen memoria les obliga a callar y a no rebelarse a diario. Salir de esa comunidad encerrada en sí misma es aventurarse tras un bosque que parece salido de cuentos de terror, atravesando un río que marca los límites y que carece de puente, «en una región hostil de la que Dios ha desertado hace tiempo».
Ahí viven las dos gemelas, Ambre y Aelis, sin cesar amenazadas por su belleza, sus maridos y la anciana Rosa, curandera del lugar. De repente, un día aparecerá de la nada, de la más profunda miseria y del hambre, en inviernos de heladas eternas y devastadoras, una pequeña salvaje que bautizarán como Madelaine. Ella le dará un vuelco a todo y ejercerá de enviada de una rebelión siempre pendiente.
Nadie sabe de donde ha venido, pero muy pronto se integra en la vida y labores comunes: «Para ella y para los campesinos, que llevan muchas generaciones anclados en el Pays-Arrière —en tierras del interior más insondable— este es su único territorio. Tienen raíces profundas allí; cuando hablan del pueblo, dicen nosotros. Todos nosotros».
Aparece de la nada, pero Madelaine ejercerá de enviada de una rebelión siempre pendiente
En esta extraordinaria novela de Collette, en ese mundo inmóvil y alucinado, de parálisis ancestral, dominado sobre todo por el silencio, el miedo y una quietud malsana, con algo siempre al acecho, a punto de estallar, bestias, hombres y la propia naturaleza se funden como iguales.
Una lentitud y un letargo entre hipnótico y mortecino, ya sea por el trabajo llevado a cabo durante el día, por las escasas palabras intercambiadas o por las despiadadas plagas y hambrunas que castigan periódicamente a los campesinos «con los cuerpos permanentemente doblados sobre las herramientas y el peso de la tierra», los envuelve a todos como un sudario.
Una tierra áspera, exhausta, traidora, sin amos, que difícilmente se deja domesticar como ellos, les hace frente sin cesar: «Protegemos a nuestros amos, pese a que no lo necesitan, para no arriesgarnos a algo peor que nuestra propia existencia. Elegimos el silencio. Somos unos cobardes, pero seguimos vivos».