Crítica De:
'El patio maldito', de Ivo Andric: premio Nobel y cuentista de los Balcanes
Narrativa
Se traduce por primera vez al español del original este conjunto de catorce relatos y una novela corta, obra cumbre del escritor bosnio
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Iniciar sesiónGran y cautivador cuentista de los Balcanes, a la vez que el único escritor de la exYugoslavia que ganó el Premio Nobel de Literatura, en 1961, Ivo Andric, nacido en Travnik, pequeña localidad de Bosnia, entonces Imperio Austrohúngaro, en 1892, y fallecido en Belgrado ... en 1975, sería mucho más que eso.
Sería, sin lugar a dudas, sobre todo cuando el lector actual accede a títulos de enorme belleza como el conjunto de relatos 'El patio maldito', uno de los mejores premios Nobel, y escritores europeos en general, del pasado siglo. Una obra esta traducida por primera vez, de forma espléndida, directamente desde su lengua original, el serbocroata, y a la vez bosnio, por Marc Casals.
RELATOS
'El patio maldito'
- Autor Ivo Andric
- Editorial Xordica
- Año 2025
- Páginas 390
- Precio 24,95 euros
Conocido en especial por dos novelas, 'Un puente sobre el Drina' y 'Crónica de Travnik', que lo harían mundialmente famoso, y en ellas lucía en todo su esplendor su inmenso talento como narrador: un estilo de escritura de incomparable claridad, sobria y lapidaria a la vez, lírica y épica, de fascinante y embriagador encanto poético, grandiosa pero minuciosa, de una riqueza cromática y de matices casi infinita y con una gran capacidad de sugestión en los lectores.
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El relato principal, infiltrado de mil historias paralelas, se iba desgranando, al modo de los hipnóticos relatos orales de cuentistas balcánicos de enorme maestría —como también lo fue el rumano Panait Istrati—, y como lo es el entrañable y sagaz Fray Petar de 'El patio maldito'. Unos relatos que no dejan de reflejar melancólica y filosóficamente los mundos de múltiples culturas y fes plasmados en la literatura de Andric. Un mundo heterogéneo y siempre exuberante que, como diría el escritor croata desaparecido Predrag Matvejevic, «evocaba la tradición oral de la poesía popular y las leyendas, arraigada durante la ocupación otomana» en el complejo y rico crisol de la exYugoslavia.
Volvemos a encontrarnos con su clarividencia para manejar retablos corales
Narrador nato, autor igualmente de novelas admirables como 'La señorita' (Debolsillo) y de otras breves como las incluidas en 'El elefante del visir' (Xordica), además de volúmenes de cuentos bellísimos como los de 'Café Titanic' (Acantilado), Andric siempre construyó puentes, donde había fosos de incomprensión y desconfianza, en una tierra rica de pluralidad y particularismos, de razas e identidades, entre Oriente y Occidente.
Políglota que ejerció en la época de entreguerras, y también después, de diplomático en grandes capitales europeas como Roma, Bucarest, Viena, Madrid, París, Berna y Berlín, deslumbró siempre con un talento inigualable en relatos ensartados como cuentas de un collar, al modo oriental, y al estilo de 'Las mil y una noches'.
Su tierra de predilección e inspiración sería su amada Bosnia natal, en la que volcó con pasión y con rigor, así como con una inagotable curiosidad y amor, todo su profundo y minucioso conocimiento, a la manera de un archivista medieval, que hubiera decidido salvaguardar todo un mundo imposible de ser contado en el futuro. Así lo dirá lacónicamente uno de los narradores de 'El patio maldito': «Ya no quedan ni la historia ni tampoco su relato. Es como si ni siquiera quedara un mundo por el cual valiera la pena mirar, caminar, respirar».
Un submundo «extraño y terrible»
En 'El patio maldito', compuesto por catorce relatos y una novela corta que da título al volumen, volvemos a encontrarnos con esa brillante y aguda clarividencia de Andric al manejar populosos retablos corales, ya fueran en tabernas y posadas de la Bosnia otomana y austriaca, o bien en monasterios católicos con sus ingenuos monjes franciscanos. Pero, sobre todo, en islas del más cruel destierro humano, aparte de todo, como esa siniestra cárcel turca, llamada popularmente 'el patio maldito'.
Un submundo «extraño y terrible», a espaldas del mundo real, en el que reina a su antojo, como monarca incontestable, el feroz alcaide Karagöz, «encarnación del penal». En él no se permite la más mínima posibilidad de declararse inocente, como es el caso del bueno de Fray Petar. Arrestados en la capital, Estambul, o en la periferia del Imperio, ahí se reúnen desde grandes criminales a otros de poca monta: «Allí se junta lo peor de la chusma que ronda por puertos y plazas estambulíes: cacos, rateros, tahúres de profesión, chantajistas, pendencieros de tugurio».
Como en cualquier época, a cada paso, en el genial relato de relatos encadenados compuesto por Andric, resuenan como un eco imposible de ser derribado las injusticias arbitrarias de los poderosos y la manipulación en la 'escritura' de unos hechos históricos narrados por ellos mismos.
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