Arquitectura
Estrellas que se apagan en un panorama confuso
Memoria cultural del siglo XXI
La arquitectura-espectáculo de los primeros años se reconvirtió a la fuerza en una construcción ecologista no siempre bien asumida
Crónica cultural de un cuarto de siglo salvaje
Ciudad de la Cultura, de Eisenman, en Santiago de Compostela
El siglo XXI comenzó con una espectacular imagen de catástrofe arquitectónica: la de la destrucción de las Torres Gemelas de Minoru Yamasaki. Era también la época de la consolidación de los edificios-ícono de los arquitectos-estrella, fenómeno iniciado a finales de los ... noventa con el Guggenheim-Bilbao. En 2001 concluyó en Valencia la construcción de una fase clave de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, de Calatrava, por entonces un referente internacional y que años después se convertiría en el chivo expiatorio de todos los exabruptos erigidos durante la 'fiesta'.
El Pompidou acogió en 2003 la exposición 'Architectures Non-Standard', confirmando el impacto de la tecnología digital sobre el desarrollo formal y conceptual de la disciplina. En la previsible lista de nombres reconocidos con el Pritzker, destacó en 2004 la elección de Zaha Hadid, primera mujer galardonada con el premio.
Claves
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Arquitectura-ícono
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Excesos digitales
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Crisis global
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Giro social
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Deriva ideológica
Ese fue también el año del Fórum de las Culturas: un fallido intento de resucitar el espíritu de Barcelona 92, adaptándolo a los discursos cosmopolitistas, que legó varios edificios-ícono que debieron reciclarse pero que entonces aún daban cuenta de aquel poderío de la arquitectura construida en España que en 2006 fue exaltado en la exposición 'On-Site. New Architectures in Spain' en el MoMA, comisariada por Terence Riley.
Simultáneamente, China se entregaba al culto de los iconos firmados por arquitectos occidentales, quienes relativizaban los conflictos éticos que suponía trabajar para un gobierno autoritario. En 2007, Rem Koolhaas inauguraba el edificio CCTV en Pekín. En 2008, Herzog & de Meuron, su 'Nido de pájaro', el estadio para los juegos. Entretanto, Norman Foster iniciaba en Abu-Dabi la construcción de Masdar City, un enclave en pleno desierto que se prometía 'sostenible', paradójicamente construido con beneficios obtenidos por el petróleo y que hoy es un erial que evidencia la estafa de todas aquellas obras faraónicas emprendidas en los EAU.
Mientras, en España se inauguraba la Expo de Zaragoza, cuyo buque insignia fue el hoy inútil Pabellón Puente de Zaha Hadid. Los fastos de esta exposición internacional serían el preámbulo de la gran crisis económica que estalló ese año con la caída de Lehman Brothers. Debido a ello, la 'gran arquitectura' abandonó momentáneamente Europa y EE.UU. para instalarse en los paraísos artificiales del petróleo y China.
En 2010, con astuto oportunismo, Andres Lepik comisarió 'Small Scale, Big Change' en el MoMA, corriendo un tupido velo sobre los años de excesos sin ningún tipo de autocrítica, inventando para el Primer mundo un nuevo olimpo de arquitectos-estrella con pose de anti-estrella. En el mismo año, se inauguró en Dubai el Burj Khalifa, el rascacielos más alto edificado hasta entonces.
La pandemia encontró de nuevo a la 'intelligentsia' de la arquitectura con el pie cambiado, abordando temas artificiales.
En España, la era del espectáculo y el uso escenográfico de la tecnología digital dieron sus últimos coletazos con la inauguración en 2011 del Metropol Parasol de Jürgen Mayer H. en Sevilla. Comenzaban a ser palpables los serios efectos de la crisis con la interrupción de la construcción de otra obra impulsada por el contagioso Efecto Guggenheim: la Ciudad de la Cultura en Santiago, de Peter Eisenman.
Exaltación populista
A comienzos de 2012 falleció prematuramente Luis Moreno Mansilla. La Bienal de Venecia se plegó al auge del discurso pobrista-buenista, concediendo el León de Oro al estudio sobre la Torre David en Caracas realizado por Urban Think-Tank: una exaltación populista de lo que de hecho era un fracaso gubernamental en políticas sociales. En esta línea hay que leer la concesión del Pritzker en 2016 a Alejandro Aravena y el León de Oro en Venecia al pabellón de España. El Pritzker de 2017 fue para RCR Arquitectes, segundo galardón para nuestra arquitectura.
En 2020, poco antes del confinamiento, Koolhaas inauguraba en el Guggenheim neoyorquino una exposición que pretendía propiciar el retorno al ámbito rural: 'Countryside: The Future'. La pandemia encontró de nuevo a la 'intelligentsia' de la arquitectura con el pie cambiado, abordando temas artificiales.
Memoria cultural del siglo XXI
En 2021 se inició la construcción de The Line, hoy ya una fallida idea de 'eco-ciudad' que retomaba lo más absurdo de la arquitectura del espectáculo y lo fusionaba con los conceptos ecológicos en boga. Al año siguiente, Diébédo Francis Kéré se convierte en el primer africano reconocido con el Pritzker. Reafirmando la verdadera arquitectura, se culminaron el Museo Munch en Oslo (2021), de Juan Herreros, y el Museo de las Colecciones Reales de Madrid (2023) de Mansilla+Tuñón.
Veinticinco años de episodios y fenómenos que han dejado la arquitectura en un territorio confuso y en un estado ideológico absolutamente extraviado, del que han dado perfecta cuenta las dos últimas ediciones de la Bienal de Venecia (2023 y 2025), al que sólo cabe observar con preocupación y pesimismo. En nuestro país, sobre todo, con la mirada puesta en la gravísima situación de la vivienda.