cambio de tercio
Colapso soberano
Hay elecciones, pero Bruselas ha solicitado a España realizar un ajuste presupuestario en 2024 si se supera el techo de gasto
Radiografía del 'nuevo malestar' en la cultura
«Cuando el mundo entero / o mi mundo se hunden / tantas veces, entonces / algo relacionado con los pájaros / y los lirios me salva». Son versos del poeta Juan Antonio González Iglesias. Me atrapa esa imagen del mundo derrumbándose, como pared y sus ladrillos o ... crisol de vidrio en explosión; es como lo real que golpea, reaparece, nos despierta.
Es como Houellebecq cuando escribe que «es probablemente imposible, para aquellos que han vivido y prosperado en un sistema social dado, imaginar el punto de vista de aquellos que, no habiendo esperado nunca nada de este sistema, piensan en su destrucción sin temblor particular». Como tengo cosas que aprecio y ansío conservar, mi mundo tiembla; a la vez, como esas cosas existen, son certezas; la idea de un adiós definitivo me parece tan lejana como ese quiebre total. Quedan lirios y pájaros.
Hay elecciones, pero Bruselas ha solicitado a España realizar un ajuste presupuestario en 2024 si se supera el techo de gasto, es decir, ha solicitado —aunque sea implícitamente— un ajuste sí o sí: o recortar 'motu proprio' o recortar obligados.
La política de hoy es un mundo que tiembla porque tampoco creemos del todo en ella
El gobierno que salga de las urnas lo gestionará, con mayor o menor tino, condenando a grotescas o mejores formas de precariedad, distribuyendo bien o peor su justicia. Cualquier gobierno. ¿Qué colapso queda? El colapso soberano: la política de hoy es un mundo que tiembla porque tampoco creemos del todo en ella. Por no creer, no creo ni en sus horrores anunciados; si acaso, confío en que opere con desdén.
Lo dice la escritora Jia Tolentino en un ensayo breve: en 2016, las redes repetían una y otra vez que se trataba del «peor año de la historia»; la cantidad de desgracia que podemos imaginar gracias a las redes no tiene límites y crece cada día. Cuando el alma imagina su impotencia, entristece. Hoy, cuando no hiperventilamos para parecer moralmente mejores, para inventarnos polémicas y debates que ni nos van, ni nos vienen, ni nos importan, sólo nos sentimos impotentes.