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Es imposible leer a Houellebecq sin indignarse pero también sin sonreír
ensayo
De su condición de provocador, da nueva cuenta en esta recopilación de artículos, entrevistas y ensayos donde se enfrenta a un gran número de temas: la UE, el islam, el Renacimiento, la prostitución...
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Iniciar sesión¿Qué pasa con los 'inmoralistas' que al final acaban siendo los más moralistas de todos? Michel Houellebecq siempre ha sido un provocador profesional y ha disfrutado (sí, no podrá negar que ha disfrutado como un loco) diciendo cosas escandalosas, o que resultan escandalosas ... para muchos, en temas de literatura, sexo, religión, política y, desde luego ecologismo o feminismo. Su carácter ferozmente contradictorio le lleva a criticarlo todo y a replantearse todo, lo cual convierte a su escritura en algo siempre refrescante, porque es imposible leer a Houellebecq sin indignarse pero también sin sonreír interiormente y decirse que el cabroncete tiene, al menos, algo de razón.
Tomemos como muestra el artículo 'Donald Trump es un buen presidente'. El título ya nos predispone, pero el dialéctico Houellebecq admite enseguida que considera a Trump «un fantoche lamentable», pero que tiene cosas buenas. Trump, por ejemplo, «continúa la política de repliegue que inició Obama: es una estupenda noticia para el resto del mundo», dado que gracias a él, los americanos dejarán de intentar «imponer la democracia» en el resto del mundo. Trump puede ser un problema para los americanos, pero solo para los americanos. El texto puede parecernos algo frívolo después del asalto al Congreso, pero es una delicia, y eso es lo primero que debe exigírsele a un escritor. Houellebecq nunca es aburrido.
ENSAYO
'Más intervenciones'
- Autor Michel Houllebecq
- Editorial Anagrama
- Año 2023
- Páginas 388
- Precio 21,90 euros
Es difícil estar de acuerdo con él, es difícil no estar de acuerdo con él. En sus novelas siempre he apreciado más la parte ensayística, en la que se deleita invocando a autores que hoy nadie lee o que nadie se toma muy en serio, como Auguste Comte, creador del positivismo; Huysmans, escritor decadente; William Morris, poeta prerrafaelista y socialista utópico; René Guenon, ocultista francés convertido al islam, etc. Casi todos ellos reaparecen a menudo en estas 'Más intervenciones', una recopilación de artículos, entrevistas y ensayos donde se enfrenta a un gran número de temas: hay que disolver la Unión Europea cuanto antes; asociar el sexo con el amor es de «desviados» (¿por qué?); lo más parecido a Dios es «el coño» ('sic'); el islam es la religión más estúpida que existe; el Renacimiento fue una catástrofe cultural; la ciencia y la fe son terrenos que no tienen nada que ver entre sí (¡cuántos problemas se resolverían si todo el mundo se diera cuenta!); el conservadurismo es fuente de progreso; las prostitutas adoran su trabajo; lo más interesante de la literatura del siglo XX es la ciencia ficción; las feministas son unas «amables gilipollas» (sorprende lo de «amables»), etc. etc.
Es imposible leer a Houellebecq sin indignarse pero también sin sonreír interiormente
Una de las claves del personaje la da el periodista Frédéric Beidbeger cuando, en una entrevista llena de humor por ambas partes, le dice: «Lo divertido es que eres un moralista romántico casi cristiano a quien todo el mundo toma por nihilista decadente y ateo».
'Más intervenciones' comienza con el texto 'Jacques Prévert es un imbécil' en el que Houllebecq destroza a Prévert como poeta y como guionista. Lo leo y me parece que tiene razón, aunque a mí me encanta la poesía de Prévert y me fascinan todas sus películas. ¿Cómo es posible? Además, ¿qué le molesta tanto de Prévert? ¿Su bondad, su sentimentalismo, su casi total ausencia de perversidad? Lo cierto es que uno de los temas principales de este volumen de ensayos es, precisamente, una defensa apasionada del bien y del amor. El bien, el amor y la religión.
El mundo, afirma, está volviendo a la religión. Su posición en este asunto es tan ambigua como podría esperarse
Siempre se habla del 'enigma del mal' dice H., pero en realidad el mal es lo natural en el mundo, lo que está por todas partes. «El universo se basa en la separación, el sufrimiento y el mal» afirma en una entrevista, razón por la cual él rechaza de plano «el mundo tal y como es». Lo que es enigmático no es el mal, dice Houellebecq, sino el bien, un tema que aparece bellamente desarrollado en 'Emmanuel Carrère y el problema del bien'. El bien, para este curioso moralista, es inexplicable.
Nostalgia del orden
La religión es, sin duda, el tema principal del volumen. Siempre ha sido importante para H., que siente por el tema tanto rechazo como atracción. El mundo, afirma H., está volviendo a la religión. Su posición en este tema es tan ambigua como podría esperarse. Lo que más le atrae de Comte es, precisamente, que el pensador francés quiso crear una nueva religión para sustituir a la cristiana, la religión de la fe positiva. H. no es católico porque no tiene fe, porque le resulta imposible creer, a pesar de lo cual va con frecuencia a misa. Yo diría que hay muchos católicos exactamente así. En una charla con Geoffroy Lejeune de 2019, a la pregunta «si el catolicismo restaura su antiguo esplendor, ¿puede reparar nuestra deteriorada civilización?» responde con un rotundo «sí». Hay en Houellebecq, al final, una tremenda nostalgia del orden, de la claridad, de la estabilidad.Estamos perdiendo las relaciones humanas. El cambio continuo es insoportable. Cada individuo puede crear en sí mismo una 'revolución fría' simplemente quedándose inmóvil. No debemos ser crueles con los animales. La bondad es lo más importante. Houellebecq nunca me había parecido tan humano.
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