LA GRAPA
Arévalo es mejor que tus padres
Al menos, eso sí, aquellos se ganaban la vida con la risa y no con el sermón
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Iniciar sesiónSe murió Arévalo y bastantes humanos lo celebraron. Según ellos, no sólo moría el cómico sino también una forma de hacer humor. Esto es tan ridículo como decir que si muere el Papa, el catolicismo termina. Muy probablemente, los humores que esta gente aplaude ... hoy serán catalogados de casposos u ofensivos en menos tiempo del que ellos comenzaron a señalar la maldad de Arévalo. Y quizá sus chistes de gangosos regresen en otro formato. Él era, en esa versión distorsionada, un genio maligno que infectaba a un público inocente. Un público barbárico falto de un buen humorista 'woke' para transformarlos y, a su vez, transformar su sociedad.
Necesitaban ganarse el pan a toda costa: hacían aquello que el público les demandaba
Esta visión, aparte de reduccionista, pacata y moralista, sufre de un adanismo brutal. El presente es insuperable y el pasado se resume en una lacra a borrar. No existe, para ellos, la historia: somos la cúspide de la evolución humana, de golpe, sin pasar por un larguísimo proceso de ensayo y error, y además no repetiremos los fallos de nuestros horribles anteriores. Esta idea naif y peligrosísima, porque intenta eliminar nuestra memoria y aprendizaje común, recorre esta ideología.
Entrevisté a Arévalo y a unos cuantos de su generación para mi serie documental en audio sobre los chistes de casete, 'Casete' (Sonora). Entre las muchas conclusiones que saqué en los seis capítulos, se encontraba la más dolorosa: salvo contadas excepciones, esos cómicos que poblaron los sesenta, setenta, ochenta y primeros de los noventa, provenían de los extractos más bajos de la sociedad.
En consecuencia, necesitaban ganarse el pan a toda costa: contaban y hacían aquello que el público —nuestros padres, abuelos…—les demandaba. Si no había risas, no había cheque del empresario. Igual que algunos cómicos u opinadores de nuestro tiempo, que cobran por señalar lo malvados que eran estos humoristas: si no hay apaleamiento, no hay clic. No se dan cuenta que, como sus anteriores, viven sujetos al mercado. Al menos, eso sí, aquellos se ganaban la vida con la risa y no con el sermón
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