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Los falsos mesías de la ideología 'woke'
ensayo
Rob Riemen ratifica que estamos en una época poscultural repleta de pseudoculturas, es decir, falsas: kitsch, pragmática, capitalista, esnobista...
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Iniciar sesión¿Quién soy?¿De dónde vengo?¿Qué hago con mi vida?¿En dónde estoy?¿A dónde voy?, son las preguntas de siempre que ni el humanismo, ni la ciencia, ni las nuevas tecnologías son aún capaces de contestar. En cada época, los filósofos más ... representativos de la misma nos las vuelven a recordar, por ejemplo, Nietzsche. Sonaban casi igual que cuando muchos siglos atrás se las había hecho Sócrates. Al menos el alemán acertó a sugerirnos que volviéramos a ser humanos, a encontrarnos con nosotros mismos, a conocernos y formarnos espiritualmente.
En este proceso son fundamentales los profesores, pero las universidades se han convertido en «baluartes de la estupidez», asegura con mucho tino, Riemen. La universidad no es capaz de detener el no saber ni el saber único. La juventud sin espíritu crítico, sin fuerza de voluntad, cae en el nihilismo, ajena a los valores espirituales y morales.
ENSAYO
'El arte de ser humanos'
- Autor Rob Riemen
- Editorial Taurus
- Año 2023
- Páginas 247
- Precio 19,90 euros
Así surgen las políticas autoritarias, los demagogos y la democracia manipulada. De entre todos los autócratas, Riemen destaca a López Obrador y su «listado semanal de enemigos del pueblo» Una sociedad justa no se puede edificar sobre la mentira, la demagogia, la propaganda y la violencia indirecta.
En ‘El miedo a la libertad’, Erich Fromm, denunció que la autoestima no estaba depositada en lo que se era, sino en lo que se poseía. El éxito y el prestigio social se anteponían al conocimiento. Max Weber, defensor de la ciencia, exigía más medios para su desarrollo. Pero la universidad, por ejemplo, la norteamericana, consideraba más el número de alumnos inscritos que el valor profesoral. La universidad se había convertido en una empresa. El que creaba beneficios, aunque fuera un profesor mediocre, tenía vía libre; el investigador, el sabio profesor exigente que espantaba a sus abúlicos pupilos, no era bien visto. Weber optó por una aristocracia espiritual. La ciencia daba claridad y no atendía a motivos ideológicos ni políticos.
La universidad no es capaz de detener el no saber ni el saber único
Pero esa extrema racionalidad la alejaba del humanismo y la espiritualidad. Para la ciencia todo era y es controlable y calculable, lo que provocaba el «desencantamiento del mundo» Y Weber añadía que la ciencia estaba conduciendo al ser humano a un «páramo espiritual». De ahí surgiría la nostalgia, el tradicionalismo, el resentimiento contra el pensamiento crítico, la idolatría del pueblo y de todo lo primitivo, el vitalismo exagerado, el culto a la muerte, el mesianismo. Heidegger dejó el rectorado de la Universidad de Friburgo frustrado porque el nazismo se había estancado en lo vulgar, en vez de convertirse en un «nacional socialismo intelectual».
La masa
Frente a la uniformización de la masa totalitaria, Musil en el año 1935, en París, en su discurso en el Congreso por la defensa de la Cultura, se refería a ella como absolutamente independiente de la política. El individuo estaba por encima de la masa y tenía que ser: libre, espiritual, valiente, defensor de la verdad, responsable y crítico. La Cultura tenía un contenido universal. ¿Quién soy? ¿Cómo puedo realizarme?, el hombre masa no podía hacerse estas ni otras muchas preguntas porque el estado totalitario no se lo permitía. Para Husserl, la filosofía elevaba la mente humana al nivel de la metafísica.
El filósofo alemán criticó a la Ilustración por cultivar un racionalismo equivocado desconectado de la realidad y de la razón trascendental, el Logos de los filósofos griegos. Para él esta filosofía ya no existía. El siglo XX evolucionó mal y, ahora, estamos de pleno en una sociedad ignorante por la estupidez que cultiva y el conformismo. Pascal dijo que el ser humano estaba hecho para pensar pero, con el deceso del pensamiento y el verbo, la Cultura se desvanece en medio de la mentira que parece ya formar parte del Orden Mundial. Riemen ratifica que estamos en una época Poscultural repleta de pseudoculturas, es decir, falsas: kitsch, pragmática, capitalista, esnobista o las drogas. Todas representan un gran vacío espiritual.
Y a todo esto se le califica como «progresista», porque viene de la extrema izquierda
Husserl se preguntaba: «¿Por qué la ciencia sabe encontrar soluciones a los problemas de la física, mientras que las humanidades, con la filosofía en primer lugar, no son capaces de curar la mente enferma?». La pregunta sigue aún ahí sin contestar pasados los años. Los males del pasado perduran, somos testigos de ello, y surgen otros. Por ejemplo, la ideología 'Woke' que nos dice y nos quiere imponer a través de una nueva censura, lo que se puede leer o no, lo que se puede decir o no, lo que se puede pensar o no. Y a todo esto se le califica como «progresista», porque viene de la extrema izquierda.
Toda una ideología que transforma el concepto de identidad. En el humanismo europeo, baluarte del ideal civilizatorio occidental, la esencia de nuestra identidad no es lo que nos distingue de los demás individuos, sino la encarnación de esos valores espirituales universales que son parte de cada uno y que garantizan la unidad de la humanidad.
Intelectuales necesarios
Lo que nos diferencia: sexo, raza, religión, origen, nacionalidad, aspecto físico, es secundario. Pero en la «cultura» 'Woke' todo lo accesorio ahora se considera principal, demandando ser diferente a todo lo demás.
En este mundo cada vez más confuso, el intelectual sigue siendo tan necesario como en la época de Zola. Un erudito que se siente como en casa en el mundo de las ideas y las artes, pero que también sabe que, como guardián de ese patrimonio espiritual y sus valores morales universales como la verdad y la justicia, tiene una responsabilidad con el destino del hombre y del mundo. Es un muro contra las mentiras y el abuso del poder. Este es un magnífico libro para seguir con la conciencia abierta y no dejarse vencer por el desánimo. No somos la primera sociedad que se encuentra en una profunda crisis, ni seremos la ¿última?
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