'La fuente de la fama', de José Mª Goicoechea: un Madrid interminable en palabras e imágenes

Se titula el volumen ‘La fuente de la fama’ y está editado con el primor habitual de Reino de Cordelia. Ilustran sus paseos, y podrían haberlo convertido en un libro de fotografías más, instantáneas de Antonio Tiedra.

ENSAYO

'La fuente de la fama'

• Autor José María Goicoechea
• Editorial Reino de Cordelia
• Año 2023
• Páginas 256
• Precio 24,95 euros

Ellas acompañan muy bien la vida intermitente, el quehacer turístico y los vericuetos del barrio céntrico de Madrid que describe el texto. Incluso a paseantes obstinados como el propio Goicoechea, que ha sudado mucho sus calles.

El firmante también ha sido editor de los esenciales ‘Cuentos completos y relatos rescatados’ de Edgar Neville. Allí se dedicó a bucear en la figura del escritor madrileño y confiesa que su sombra, esa sombra genial, le incitó a escribir: «Empezaste a interesarte por un escritor y cineasta madrileño, castizo, que vivió en el centro de Madrid y en esas calles ambientó muchas de sus obras y de sus películas». A partir de un encuentro buscado con su obra en la librería Gulliver de esas calles de la capital, el autor sedimenta su pasión por ese espacio y esa literatura.

Y a él algo se le pega de Neville porque el tono va retumbando amores, humores e ironías. Llega a un tema necesario: la gentrificación del centro. Y frente al pesimismo imperante, en parte justificado, se rebela con arte: «El centro de Madrid tiene una capacidad de adaptación, resistencia y convivencia que, desde quién sabe cuándo, ha construido su personalidad, o su falta de personalidad, que también es casi un lugar común hablar mal de Madrid, de su ausencia de carisma urbano».

Prueba sus palabras con los personajes únicos, como H. Stanley, E. Fortún o algunos de los viandantes estrambóticos actuales; las múltiples tabernas de toda la vida —se demuestra como estupendo horadador de barras—; ni una hábil contraposición de tiempos donde aún caben felicidades como la peatonalización de Huertas, la renovación del Ateneo gracias a Luis Arroyo y a su equipo o las múltiples actuaciones musicales de las que puede dar cuenta —no por ciencia infusa. Dedica además tiempo minucioso a Lope de Vega y a esas bombas, cruentas y ratas ellas, que sellaron la vida a personas y lugares. Eso se llama memoria.

Quizá esa palabra, memoria, atada al cariño que siente el autor por ese barrio y sus gentes y a su habilidad engarzando palabras —no encontrarán aquí cursilería—, sea lo que engrandece ‘La fuente de la fama’ frente a tantas propuestas similares en la superficie. Emociona leer a personas que se emocionan y que nos proporcionan nuevas perspectivas y nuevos colores a fondos habituales. Tanto que cuando Goicoechea da por terminado su paseo, bordado ya el lienzo, apetece preguntarle: «Oye, Goico, ¿tomamos la espuela en el Hidria?». Porque sabes —de nuevo, no por ciencia infusa — que responderá con un acompasado «sí» de los suyos. Y felices todos.