'Cartografías de agua', en la Fundación Úniques: claro como el líquido elemento

Esta institución ocupa un espacio en la calle Magdalenes que dialoga de manera natural con la ciudad. Su gran vitrina abierta a la urbe convierte la muestra en un paisaje visible desde fuera, como un acuario urbano donde las obras respiran con la luz cambiante del día.

Esa transparencia no es solo arquitectónica: prolonga la idea de permeabilidad que atraviesa toda la propuesta, recordando que el agua, como la mirada, nunca se detiene. Badia aprovecha esta porosidad para que el visitante se sienta parte de un flujo continuo, donde la experiencia estética y la cotidiana se confunden.

El recorrido se articula como una secuencia de ritmos que van de lo ritual a lo tecnológico, del cuerpo al dato, del cauce natural al laboratorio. Cada obra convierte el agua en imagen y pensamiento, en un espacio de escucha. El punto de partida lo marca Anna Dot con 'Libacions', una investigación en curso que combina arqueología y gesto poético. Inspirada en los rituales griegos de ofrenda a los ausentes, la artista recupera el acto de verter agua como ejercicio de memoria colectiva.

Sus páteras de cerámica, grabadas con flora y fauna locales, acompañan registros de acciones realizadas en diversos espacios. En Sant Martí d'Empúries, las libaciones siguieron el trazado de un antiguo brazo del Ter, hoy reducido a canales de riego. El proyecto convierte el acto mínimo de derramar agua en una ceremonia de reparación y comunidad.

El diálogo con Fina Miralles, Premio Nacional de Artes Plásticas 2025, aporta el peso de una genealogía imprescindible. En 'Mar, cel i terra' (1973) y 'El retorn' (2011), la artista reitera su vínculo entre cuerpo y Naturaleza. Si en los setenta Miralles enterraba su cuerpo o lo sumergía en el mar como un modo de reaprendizaje, ahora regresa a ese gesto desde la madurez, con la serenidad de quien sabe que el agua también es lenguaje. Su cuerpo deviene imagen de resistencia silenciosa ante la erosión del tiempo y del sistema que tantas veces la ignoró.

El tono cambia con Stella Rahola Matutes, que convierte el agua en estructura y ritmo. 'La Cronometradora' (2023) es una escultura viva: un eje metálico del que cuelgan embudos de vidrio reciclado por los que el agua se filtra lentamente. Su cadencia sonora recuerda la precisión del laboratorio, pero también la fragilidad de los ecosistemas. En esa transparencia que gotea hay algo de ritual, una ofrenda tecnológica que mide la distancia entre el arte y la urgencia climática. Rahola lleva años explorando la materialidad del vidrio como cuerpo respirante; aquí lo hace líquido, efímero y necesario.

Finalmente, Caterina Miralles Tagliabue introduce la dimensión política de la observación. En '0.5' (2025), una instalación audiovisual inmersiva, contrapone los sistemas de control de los centros de investigación climática con la sabiduría oral de los pescadores de la Laguna de Venecia.

En las pantallas, los datos y las mareas dialogan como dos lenguajes que intentan entender el mismo fenómeno. La cifra, medio centímetro anual de aumento del nivel del agua, condensa la escala del desastre y la impo- tencia del registro científico frente a la experiencia cotidiana. El resultado es un ensayo visual sobre la convivencia entre inteligencias humanas y no humanas, donde la información se convierte en corriente emocional.

El conjunto forma un mapa sensible de nuestra relación con el entorno, pero también un manifiesto sobre la necesidad de una nueva cultura del agua. La exposición evita la literalidad ecológica para situarse en un terreno más profundo: el del pensamiento poético como forma de conocimiento.

'Cartografías del agua'

Colectiva. Fundación Úniques. Barcelona. C/ Magdalenes, 2. Comisaria: Montse Badia. Hasta el 14 de febrero de 2026. Cuatro estrellas.

De ahí que funcione mejor cuando se percibe como un espacio de silencio y escucha, donde los materiales hablan con el mismo tono que las ideas. En un tiempo en que la emergencia climática amenaza con convertirse en mera estadística, 'Cartografías de agua' recuerda que el arte puede seguir siendo un lugar de resistencia y de percepción, donde la materia nos devuelve la posibilidad de pensar en común.