MÁS que palabras

Pedro Gómez Márquez, el alma de los libros en papel

Se decidió a fundar su propio sello tras trabajar en Comares. Así nació Alhulia, una pequeña editorial que hoy suma 28 años de existencia

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Pedro Gómez, ya desde niño, sintió una atracción especial por los libros. Los veía como una «cajita mágica» llena de historias

Preparaba unas oposiciones para subinspector de Hacienda cuando se le ofreció la oportunidad de trabajar en la editorial Comares. Tenía poco más de treinta años, y al futuro (o no) subinspector le picó fuerte el gusanillo editorial. Tanto, que tres años después, en 1997, Pedro ... Gómez Márquez (Salobreña, Granada, 1963) se decidió a fundar su propio sello.

Y lo hizo en compañía de su socio y amigo, Antonio Jiménez Pedrosa, quien, como él, trabajaba en Comares. Así nació Alhulia, una pequeña editorial que hoy suma 28 años de existencia, y que apuesta por la calidad como «elemento diferenciador». Desde su primer libro, Zaino, de José Ignacio Montiano, publicado en la colección Crisálida, un catálogo de suma y sigue con más de 900 títulos, distribuidos nada menos que en 23 colecciones diferentes. Del relato y la novela a los manuales universitarios y médicos, pasando por la poesía, el ensayo o el teatro. Nómina abierta en todos los sentidos.

Desde que fundó Alhulia, la actividad de Pedro Gómez se centró en la gestión editorial: contacto con los autores, valoración de originales, costes de la edición, conocimiento de los entresijos de la distribución, logística, promociones, contacto con las librerías… Con cada libro editado, dice, el trabajo fue creciendo exponencialmente, lo mismo en satisfacciones que en retos a resolver. Desde 2022, año en que falleció su compañero de aventuras, se encarga del proceso editorial al completo, con la ayuda de unos cuantos (amigos) colaboradores externos.

Pudo ser el azar, o quizás la predestinación, porque lo cierto es que Pedro Gómez, ya desde niño, sintió una atracción especial por los libros. Los veía como una «cajita mágica» llena de historias; una especie de puerta secreta por la que entrar en mundos maravillosos. Un niño introvertido de puertas afuera de los libros, pero dentro de ellos un verdadero héroe de aventuras. En fin, lo que tienen y siguen teniendo los libros para los niños. De su primer volumen «en propiedad», un libro de fábulas ilustrado, no recuerda el título. Pero su primera novela, esa sí, fue 'Las aventuras de Tom Sawyer', en tapa dura, que le regaló su «hermano mayor», en realidad el marido de su prima, Antonio, quien después sería su cómplice en la aventura de Alhulia.

Desde que entró en contacto con el mundo editorial, la actividad le cautivó por completo

En el paso a ser lector adulto le deslumbraron más tarde 'Últimas tardes con Teresa', de Juan Marsé, o las 'Rimas y leyendas' de Bécquer, en una lista en la que no faltaron 'Momo', 'El tambor de hojalata', 'Tiempo de silencio' o la saga de Pepe Carvalho, de Vázquez Montalbán… Si bien el futuro editor considera que, sobre todos ellos, hubo dos que cambiaron su percepción de la realidad: 'Pedro Páramo', de Juan Rulfo, que le abrió las puertas al realismo mágico, y 'El rayo que no cesa', de Miguel Hernández, con el que descubrió que la poesía era algo más que romanticismo, y que le hizo tomar conciencia de que existía «otra realidad paralela a la utopía en la que nos hacían creer vivir».

A pesar de todo eso, sus estudios no fueron por letras. De hecho, se diplomó en Ciencias Empresariales por la Universidad de Granada, donde posteriormente se licenció en Ciencias Económicas y Empresariales. Y puso sus mejores intenciones en unas oposiciones… a las que nunca se presentó. No fue mal camino, en todo caso, porque sus primeros trabajos en Comares le llevaron a la administración. Ahí empezó a conocer los entresijos del libro, mientras en paralelo seguía ayudando en el negocio familiar.

Desde que entró en contacto con el mundo editorial, la actividad le cautivó por completo. Cierto es que, en ocasiones, sobre todo cuando comprueba la «competencia feroz» del sector, o sus «márgenes mínimos», le da por pensar si no hubiera sido mejor dedicar su vida laboral a otro trabajo de mayor rendimiento. Pero enseguida se le pasa.

En cualquier caso, Alhulia, como la mayor parte de las editoriales que publican libros en papel, goza de ese buen momento que no declina desde los tiempos de la pandemia. Aunque de antemano apuesta por las nuevas tecnologías, por lo de facilitadoras que tienen de la vida de las personas, con relación al libro no puede dejar de considerarse un «romántico». El libro en pantalla tiene el mismo contenido que el libro tradicional, dice, pero carece de alma.

¿Llegará un momento en que el segundo sea desplazado por el primero? Quizás, debido sobre todo a la presión de los lobbies. De ser así, el mercado será aún más fácil de monopolizar, con el peligro, dice, de que estos lobbies puedan caer en la tentación de dirigir y controlar (aún más) nuestras vidas. Y se perderá la magia de entrar en una librería y vivir la aventura del descubrimiento de un libro, ojearlo, palparlo… Ese día, sin embargo, no es el de hoy. Tampoco el de mañana. Y ya veremos qué opinan los lectores.

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