Más que palabras
Luis Solano, en busca de la elegancia
Luis Solano ha conseguido que la editorial que fundó en 2005, Libros del Asteroide, piense ya en la celebración de sus primeros veinte años de existencia
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Iniciar sesiónBarcelonés de Vigo, a pesar de que nació en Santiago, en 1972, Luis Solano ha conseguido que la editorial que fundó en 2005, Libros del Asteroide, piense ya en la celebración de sus primeros veinte años de existencia. Vivió en Galicia, estudió en Navarra, ... trabajó en Madrid y se quedó definitivamente en Barcelona. Quizás porque se casó con una catalana, o porque en la Ciudad Condal se siguen tomando «el setenta por ciento» de las grandes decisiones editoriales sobre la literatura escrita en español.
Su afición a los libros, al continente tanto como al contenido, la desarrolló desde niño, gracias a la biblioteca familiar, donde están todavía, en casa de los padres, los títulos que le deslumbraron siendo niño y, sobre todo, los que le convirtieron en un apasionado lector en su primera juventud. El continente y el contenido porque, como bien decía Juan Ramón, los libros en ediciones diferentes parece que cuentan cosas distintas. Padres y abuelos lectores, y libros infantiles, hasta que un día llegaron Vargas Llosa y García Márquez y le mostraron un mundo que desconocía.
Estudió Derecho en Pamplona, y se sacó también un máster en Administración de Empresas. Trabajó un tiempo en la cosa de las consultorías y la estrategia empresarial, hasta que se dio cuenta de que en realidad no era lo suyo. O no lo era del todo. Cuando entró en el año 2000 en Planeta, para definir la nueva posición de la editorial con el libro electrónico, se puso a la tarea de entender a fondo el mundo de la edición en papel, para ver cómo se podía hacer o no posible la transición. Pero no hubo tal transición: veinticuatro años después, los libros electrónicos apenas son capaces de mantener su porcentaje mínimo frente al crecimiento exponencial de los libros en papel.
¿Y qué ha de tener un libro para ser bueno? A saber: entretener, emocionar y no dejarte inmune
Con la experiencia ganada, en 2005 se decidió a fundar Libros del Asteroide. Pensando en una aventura de no más allá de tres o cuatro años, dice, y con el miedo de que, si le salía mal, ¿cómo iba a encontrar después un trabajo que le gustase tanto como ése de ser editor de su propia editorial? Por fortuna no ha tenido que plantearse la disyuntiva, y en veinticuatro años de andadura confiesa que el oficio le gusta de cabo a rabo. Buscar los libros que le enganchan, compartirlos con los lectores, cuidar el diseño y la edición… y también entender por qué los libros se venden, y cómo se pueden vender más.
Aunque el nombre de la editorial hace cierta referencia a ese planeta pequeñito en el que vive 'El principito' de Saint-Exupéry, lo cierto es que la fórmula surgió del azar. Más bien del trasvase de un amigo, que firmaba sus correos «desde mi asteroide». Hoy, más que el nombre a Luis Solano lo que le importa es la marca. ¿Qué tienen en común los libros que publica Libros del Asteroide? En general, que son libros «buenos». ¿Y qué ha de tener un libro para ser bueno? A saber: entretener, emocionar y no dejarte inmune. Que el lector salga de su lectura un poco más sabio y con una visión del mundo un poco más amplia. Y, además de todo eso, constituir un objeto deseable por sí mismo. La forma del volumen, su portada y contraportada, su título, su tipografía, su tamaño, su papel…, dice Luis Solano, son la mejor publicidad que se puede hacer de un libro en una librería. La búsqueda, dice, de la elegancia.
Ganar mundos mejores
Vamos, eso que en ningún modo nos puede proporcionar la lectura en una pantalla. La idea del libro electrónico fue, dice el editor de Libros del Asteroide, una idea sin duda muy atractiva. Pero parece ser que ha topado con todo ese turbión que «nos cansa y nos despista» desde los ordenadores, las tabletas y los teléfonos móviles, llámense correos electrónicos, whatsapp o las redes sociales. Y leer un libro sigue siendo de nuevo escapar, ganar mundos mejores. Recogerse en el papel, como último refugio.
Y si no cambia el soporte, aunque la vida cambie en verdad tan deprisa, ¿cambian al menos los géneros y los modos literarios? A la vista está que sí, sobre todo en la manera de narrar, ya definitivamente muy lejana de esa novela decimonónica cuya fórmula casi nos ha durado todo el siglo XX. Literatura en abierto, sin fronteras ni muros entre los géneros, pero, eso sí, fiel a la narrativa: a la necesidad de seguir contando historias, y de leerlas. Historias directamente escritas en castellano de 2024, o cuidadosa y trabajosamente traducidas por esos traductores-coautores que son también santo y seña de la editorial. Para que el libro no pierda ni un milímetro de su belleza ni de su fuerza al ser vertido a nuestro idioma. Historias nada más. Y nada menos. Eso sí que no cambia.
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