Hazte premium Hazte premium

de puertas adentro

Javier Garcerá: «Cada gota de pintura cae donde tiene que hacerlo. También las del suelo»

El pintor Javier Garcerá ha hecho de su vivienda estudio y de su estudio, lugar para vivir. Nada que no hayamos escuchado en otros creadores, ¿no? ¡Cuán equivocados estamos! Él mismo nos explica, con calma y serenidad, dónde reside nuestro error

Javier Garcerá: «Cada gota de pintura cae donde tiene que hacerlo. También las del suelo» isabel permuy

javier díaz-guardiola

Ni el más mínimo ruido. Hasta cuesta escuchar los movimientos del artista cuando se desplaza por la habitación. Su voz también es pausada, medida, meditada. Ganaríamos la apuesta a aquel al que le preguntáramos si nos encontramos en el centro de Madrid o a las afueras, en el campo. Sin duda, optaría por responder lo segundo. Y luego está esa luz, que cae desde arriba y nos atrapa llegando desde el jardín. Javier Garcerá nos muestra su contrariedad con una sonrisa. No sabe enfadarse: «He estado fuera unas semanas y se me ha secado el bambú. El “jardinero” que dejé vigilándolo todo no ha hecho un buen trabajo»...

Silencio y luz. «Este es un lugar sencillo –explica el valenciano– pero contaba con esas dos virtudes para enamorarse de él. Un entorno tranquilo, sin sobresaltos, inundado por una luz maravillosa». Garcerá llegó a este su remanso de paz en el año 2000. Mientras el «efecto» homónimo amenazaba con desnortar todos nuestro ordenadores, él encontraba en Madrid el equilibrio perfecto. Años atrás había vivido en Roma, en Milán, en París. La capital española, a la que había llegado gracias a una beca de la Casa de Velázquez , lo atrapó. Entonces dio con este antiguo local a dos alturas dedicado a la fabricación de rótulos: «Cuando yo entré aquí todo estaba compartimentado, no existía la salida al patio y contaba con una cámara oscura que, mientras experimenté con la fotografía, yo empleé como laboratorio. Ahora es un almacén».

«Siempre voy a estar aquí»

Garcerá tiene muy claro que este no es su lugar de trabajo, sino el lugar en el que habita y en el que su labor artística se convierte en actividad vital: «Los que me conocen bien saben que siempre me van a encontrar aquí. Me cuesta salir y asistir a eventos u otros actos sociales. Aquí es donde mejor estoy de todos los sitios que conozco», sentencia. La armonía reina en este estudio-vivienda, aunque el pintor reconoce no ser muy ordenado: «Ahora está todo muy recogido porque acabo de terminar de pintar y estoy con labores menores. Pero el orden no es algo que me obsesione. Otra de las virtudes de este lugar es que, en función de las necesidades, crece como estudio y mengua como vivienda y al revés. Puede sonar utópico, pero no tengo jornada de trabajo. Yo vivo aquí y aquí hago lo que me interesa, que es arte. Entiendo y respeto a esos artistas cuyas producciones vienen ejecutadas por otras personas o empresas, pero no es mi modelo. A mí me gusta “hacer”».

«Creo que mi obra es política. Pero, no necesito de los recursos de la propaganda»Para nuestro interlocutor, un martes puede confundirse con facilidad con un domingo («puede que el primero no haga nada, y que el segundo esté pintando hasta las cuatro de la mañana»). Pero también hay que tener en cuenta que para él «trabajar» no significa necesariamente estar manchándose de pintura: «Puedo estar leyendo, o estudiando, o escuchando música... Pero todo eso estará relacionado con el proyecto que me traigo entre manos. Tampoco organizo de forma apriorística la jornada».

Mantenemos esta conversación desde lo que él denomina «área sucia» de este taller. Aquella en la que las arremolinadas gotas de pintura sobre el suelo confiesan el lugar en el que Garcerá se enfrenta pictóricamente al lienzo, pero también donde lo desgarra, lo acota y lo somete, a veces sobre la mesa; casi siempre en las paredes: «Me paso más tiempo rompiendo que haciendo. Meses incluso sin producir una obra. Tiempo que dedico a la experimentación. Y cuando alcanzo unas conclusiones, estas se concretizan en muy pocas obras que, una vez formalizadas, me imbuyen de nuevo en un proceso de experimentación», nos relata.

Desconfiar del que no tiene tiempo

El tiempo como concepto. Es casi hechizante escuchar el sentido que Garcerá le otorga. «Desconfío de los artistas que no tienen tiempo para la demora –admite–. Para mí, la idea de tiempo siempre ha sido fundamental en la obra, aunque se haya solapado con otras interpretaciones. Si soy artista es porque esta actividad me permite contar con tiempo para lo que yo deseo. Y a eso le doy gran trascendencia. Mi obsesión por la factura no es gratuita. Es María Zambrano lo que hablaba de las “moradas temporales”, lugares en los que gastar, perder el tiempo. El arte debe serlo también. Y esa sensación de tiempo dedicado es el que el espectador tiene que percibir al ver la obra. Solo así los dos habremos “perdido” el tiempo».

Lo que propone el artista, en el fondo, es muy revolucionario: Él deposita tiempo con su quehacer, y nosotros lo perdemos en la descodificación de su mensaje, en la contemplación de la obra: «Para mí –agrega– eso es además ir contra los planteamientos del capitalismo. El sistema se basa en hacerse con nuestro tiempo, con robarnos nuestras posibilidades de tiempo. Yo te propongo que encuentres tu tiempo por ti mismo. Y, en este sentido, creo que mi obra es política. Pero, no necesito de los recursos de la propaganda o de los medios de masas para conseguirlo». Uno, tras esta declaración, no puede volver a mirar de la misma forma las sedas que cubren las superficies de sus últimos cuadros.

«En función de las necesidades, el espacio crece como estudio y mengua como vivienda»Un sillón restaurado por el pintor y que mira al jardín nos indica que ese es el lugar favorito de su dueño («es también mi rincón para meditar, que es casi más sagrado»). Justamente, su última serie, la que nos recibe en la parte inferior del estudio y que espera al camión que habría de llevarla en pocos días a la galería Álvaro Alcázar (donde ya se expone), se titula 83 centímetros, «la distancia exacta entre mis ojos y el suelo en la postura de la meditación». Con ella, Garcerá vuelve a hablar de paisaje; más concretamente, de la tensión entre interior y exterior, lo que somos y lo que creemos ser: «Mi relación con todos estos opuestos ahora es más serena y armónica, y se basa en un empleo paradójico de los géneros pictóricos. Mis “paisajes” no son representaciones naturalistas, sino más bien cibernéticas que remiten a bodegones. Sus “exteriores” son como maquetas que se conforman a través de elementos que suelen asociarse a las naturalezas muertas. Hay una dificultad para definir lo que es interior y exterior, como lo es marcar qué es lo que nos define y qué no llega de elementos culturales asumidos e interiorizados».

Las ideas que gotean de los demás

Para el de Sagunto, que el estudio sea su vivienda es pues vital. En alguna ocasión ha compartido espacio con otros artistas (de hecho, si sus bambúes se secaron fue por haber disfrutado en Islandia de una residencia): «Al igual que cuando pintas con otros, su pintura te ensucia, las ideas de los demás te gotean. Pero yo prefiero hacerlo solo. He echado de menos mi soledad, mi silencio, volver a mi sitio». Aún así, Garcerá confiesa que pronto cambiará de estudio: «Este se me ha quedado pequeño. Es el único pero. Si no, sería el lugar ideal, el entrono que ha determinado que mi obra sea como es. Y no me da miedo el cambio»...

«Ideas que gotean». No puedo evitar, al escuchar eso, mirar al suelo. Y reparar, en un entorno tan calmado, tan equilibrado, en ese azaroso desorden. Garcerá me tranquiliza con sus último consejo: «No existe contradicción entre ser sereno y tener el suelo así. Es la serenidad la que hace asumir que eso debe ser de este modo. Recuerda: cada gota de lluvia cae siempre donde tiene que caer. Cada gota de pintura, también». La filosofía zen siempre tiene la razón.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación