Cuando Hollywood se fue al frente

El 7 de diciembre de 1941, el ataque de las tropas japonesas sobre la base estadounidense de Pearl Harbor no solo marcó la entrada de Washington en la Segunda Guerra Mundial, también removió las conciencias de una tropa de directores de cine −los más prestigiosos de Hollywood−, que lo dejaron todo y se marcharon al frente para documentar el conflicto. Utilizando el material de aquellos cineastas, el canal de televisión de pago TCM ha producido un documental, «Directores en guerra», en el que analiza la función propagandística que cumplieron aquellos directores, que se pusieron un uniforme militar para servir a ambos bandos de la contienda. Desde Leni Riefenstahl, directora al servicio del régimen nazi, hasta John Ford, pasando por John Huston, William Wyler o Frank Capra.

«Habíamos adquirido una entrevista de Capra para otro trabajo» −relata a ABC José Cabanach , el director del documental, que se puede ver todo durante este mes de junio− «pero allí aparecieron sus declaraciones sobre los rodajes que hizo en la guerra, y eso fue lo que nos dio la llave para investigar». Cabanach y su equipo se zambulleron en los archivos nacionales norteamericanos, y rescataron las películas que los grandes directores rodaron entre 1941 y 1945. « John Ford es quien inicia una sección en el ejército para rodar documentales, porque cuando ve el ataque de Pearl Harbor considera como un deber patriótico ir a contar lo que está pasando. Ford y John Wayne son muy amigos, y tendrán unos años de distanciamiento, porque los que se han quedado en Hollywood piensan que los que se han ido... se están haciendo los héroes».

Para documentales como «7 de diciembre» y «La batalla de Midway», Ford y sus colegas se inspiraron en otro cine también propagandístico, el de la alemana Leni Riefenstahl . «Ellos la toman como ejemplo» −recordaba Cabanach en la Cineteca de Madrid, escenario del estreno−, «porque ella es quien inicia el nuevo género documental, la que inventa el cine de propaganda. Decide hacer «El triunfo de la voluntad» en lugar de irse con Universal, que le había ofrecido un contrato magnífico en Estados Unidos. ¡Y ellos copian, beben de ella! Pero claro, la historia la cuentan los que ganan...».

Cineastas de uniforme

Los altos mandos decidieron «alistar» a estos directores para enardecer la moral del país. «El pueblo norteamericano no quería entrar en la guerra, era un conflicto europeo. Pero cuando la gente empezó a ver las películas de Capra −la serie «Por qué luchamos»−, se dio cuenta de por qué tenía que luchar». Para esas películas, Disney realizó animaciones que caricaturizaban a las tropas del eje, y se incluyeron noticiarios alemanes en los que los escolares alababan a Hitler antes de empezar las clases. «El general Marshall, cuando llamó a Capra, sabía perfectamente lo que hacía. A todos les hizo oficiales del ejército para que no tuvieran problemas dentro de las filas, y además con rangos elevados, para que el ejército les respetara. Sin ellos habríamos visto otra guerra, mucho más informativa, más neutra».

Desde los primeros años 40 ya no se concibe el cine bélico sin el estilo «cámara al hombro». «Cuando vemos “Salvar al soldado Ryan” vemos estos documentales. Todos los kilómetros de película del Desembarco de Normandía siguen clasificados. Se cuenta que Spielberg sí tuvo acceso a ellos antes de rodar su película... y que están calcados. ¡Es que estos señores rodaron la guerra de verdad!», se reafirma Cabanach. Pero la Segunda Guerra Mundial también cambió la vida de los cineastas que la retrataron. Casi todos rompieron los contratos que les unían con las «majors», y algunos sufrieron secuelas psicológicas. «Hay una entrevista de Huston en la que reconoce que quería que dispararan a un soldado para tener un buen plano. Sufrió neurosis y ansiedad durante muchos años. Volvió a casa con el mal del combate».