'Bowie', el primer grafiti indultado de España: de un edificio en ruinas al museo

«Es la bomba, quién me iba a decir que mi grito en redes sociales para salvarlo se iba a transformar en esto», reconoce entre risas el artista valenciano en conversación con ABC, emocionado porque este lunes su pintura se trasladará al Centro Cultural El Carmen de Valencia, uno de los museos más importantes de la ciudad.

Todo empezó en mayo de 2019. El artista pasaba cada día por esta finca abandonada al lado de su taller en la calle Beneficencia de Valencia. Pidió permiso al propietario para pintarla, le dijo que sí y se lanzó a inmortalizar la cara de su artista favorito, David Bowie. Sin ayuda de las fotografías, guiándose con la imagen que tenía guardada en su memoria, hizo esta obra figurativa de carácter expresionista, con colores blancos, violáceos y un pelo rojo... «Sólo quería homenajear a la música de los años 80, a lo que fue el barrio de El Carmen, llena de tribus urbanas: de punks, hippies o mods, de las que yo mismo formé parte», rememora con cierta nostalgia.

Ríos de visitantes nacionales e internacionales empezaron a peregrinar a diario hasta este lugar para hacerse una foto con el grafiti, y pronto se convirtió en una de las obras más mediáticas del arte callejero valenciano hasta el punto de que el Ayuntamiento de Valencia la incluyó en las rutas artísticas de la capital.

«Bowie cambió mi suerte», reconoce Arrúe, que al mes siguiente de pintarlo vendió un cuadro a Madonna. De su taller de Valencia al apartamento de la cantante en Manhattan. Y de ahí a la fama mundial. Le cobró 5.000 euros más los portes. «Como a cualquier cliente. No iba a pagar más por ser famosa», se excusa agradecido con Madonna, quien desde entonces sigue al artista en redes y a veces lo mete en algún «lío».

Cuando empezó la Guerra de Ucrania pinté un Putin con una leyenda que ponía: «Killer». Esa noche, Madonna subió la foto a sus redes y se hizo viral. «Lo pasé mal porque recibí amenazas. Me acojoné porque pensé que tenían las coordenadas de mi estudio...», bromea con una risa nerviosa, agradecido de que la diva del pop lo catapultara a la fama ya rozando los 50 y después de toda una vida «currando», como le inculcó su querido padre, recientemente fallecido

Los encargos empezaron a subir como la espuma: Alejandro Sanz, Sergio Ramos, Lydia Bosch y muchos famosos más le hicieron encargos, pero las malas noticias llegaron. Un día de agosto de 2022, un vecino le avisó de que el edificio de la calle Beneficencia estaba lleno de andamios, que lo iban a derribar. «Me acerqué e hice un vídeo con el hastag #salvemosgrafittiBowie». El resto ya es historia del primer grafiti indultado del país.

«Se pusieron en contacto conmigo el propietario del edificio y el arquitecto para decirme que no querían destruirlo porque les gustaba mucho. Intentamos recolocarlo, pero al ser un edificio protegido sólo se podía en interiores; yo me negué porque quería que pudieran verlo todos. Aquí entró en juego la política, la Universitat de València y el Centro del Carmen de Cultura Contemporánea, que consiguieron un plan para reubicar la pintura».

Los políticos valencianos llevaron el asunto al pleno, el Ayuntamiento de Valencia se comprometió a reubicar el grafiti, la Universitat de València ideó un plan para quitarlo de la pared, y el Museo de El Carmen se ofreció para exhibir la pieza.

«Pero al estar sobre un ladrillo vista y debido a la rugosidad de la superficie, no se podía hacer con la técnica de 'strappo', como se ha hecho con los grafitis de Bansky, separando la superficie cromática de una pintura mural como una especie de calcomanía», explica Arrúe. De modo que los expertos decidieron que la única vía era recortar el muro.

Este lunes a las 10 de la mañana concluye la 'operación Salvemos grafiti Bowie' y Arrúe está nervioso. «Me halaga que haya cierto reconocimiento porque no me siento profeta en mi tierra», reconoce con amargura por «tener más puertas abiertas» en EEUU, Sidney o China que en su país.

Este artista, que se define como expresionista figurativo, tampoco se muerde la lengua. Hace poco pintó una vagina hiperrealista en homenaje a las mujeres de su vida, a las mujeres en general, para transmitir que «son lo más importante que existe». Le cayeron críticas del feminismo pero no se rindió a la cultura de la cancelación ni a la autocensura. «El arte es provocación, es mirar con los ojos de uno mismo. La hice porque un coño es un coño; quieran o no, es el origen de la vida», zanja sin tapujos.

En las horas previas a salvar su obra, aumentaron los nervios. El viernes no estaba confirmada la grúa pluma que debe trasladar el pedazo de pared de la calle Beneficencia hasta el Centro Cultural El Carmen. «Si hace falta llevamos el grafiti a hombros como en un vía crucis, bromea arremangándose la camisa. Son apenas 600 metros de trayecto hasta el museo, donde le han reservado un lugar privilegiado en la que fuera la mazmorra del antiguo monasterio, dentro del patio gótico. «Todos podrán seguir visitándolo. Bowie se queda en el barrio».