El baldaquino de Bernini en el Vaticano recupera su color original tras una restauración histórica

Tras ocho meses de restauración recupera el dorado y el 'efecto cuero' de la obra original

El Vaticano aborda la titánica restauración del baldaquino de Bernini en San Pedro

El baldaquino levantado por el genial Gian Lorenzo Bernini en el centro de la basílica vaticana ha recobrado su brillo Efe

Javier Martínez-Brocal

Corresponsal en el Vaticano

Los restauradores del Vaticano han necesitado algo menos de nueve meses para devolver sus colores originales al imponente baldaquino que Bernini alzó hace 400 años sobre la tumba de San Pedro. Este miércoles comenzarán a ser retirados los andamios que desde febrero han cubierto los ... 30 metros de altura de esta obra en bronce, y ya el próximo 27 de octubre podrá contemplarse en todo su esplendor.

La «inauguración» tendrá lugar durante la misa de clausura del Sínodo que el Papa Francisco celebrará ese domingo en la basílica. Los ingenieros se habían comprometido a terminar las obras antes del Jubileo que comienza el próximo 24 de diciembre, y han cumplido su palabra gracias el buen estado del bronce del baldaquino.

Las comparaciones son siempre parciales, pero hay pocas dudas de que el resultado será comparable a la fuerza que mostraron los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina tras ser restaurados. «Será un evento memorable», adelanta el cardenal Mauro Gambetti, arcipreste de la basílica vaticana. «El baldaquino recupera su esplendor originario, y en el contexto del Jubileo de la Esperanza mostrará que la humanidad sigue siendo capaz de la belleza», subraya.

Lorenzo Bernini consiguió que estas columnas salomónicas y este techo de bronce tuvieran la apariencia ligera de los baldaquinos procesionales, recubriéndolas de dibujos con pátina de oro de máscaras, soles, abejas, plantas de parra, muchos de los cuales ya no eran visibles, tras 250 años sin restaurar el conjunto.

«Lo que ahora veréis será muy superior a lo que yo pueda contaros», adelanta con timidez el ingeniero Alberto Capitanucci, que ha dirigido la restauración. Explica que estos meses de trabajo han permitido recuperar el dorado y el tono parecido al cuero que quiso dar Bernini a estas columnas. Cuando comenzaron, no estaban seguros de lo que habrían encontrado.

Efe

«Comenzamos la obra con cierto miedo por las dificultades de acceder a los recovecos del baldaquino. De hecho, para los artesanos que han trabajado en el Vaticano a lo largo de los siglos, escalar el baldaquino para limpiarlo era una prueba de valor», reconoce Capitanucci. Efectivamente, en los recovecos del baldaquino han encontrado objetos «olvidados» hace siglos por estos empleados, desde un gorro hecho con papel de periódico del siglo XIX, hasta la suela de un zapato o una lista de la compra.

Silla de San Pedro

El estudio de los materiales del baldaquino ha permitido también acelerar en la restauración de otra gran pieza de Bernini en la basílica vaticana, el conjunto de la vidriera de la Gloria y la Sede de Pedro sostenida por cuatro padres de la Iglesia. Esa silla gigante era en realidad un relicario que el papa Alejandro VII mandó construir a Bernini para custodiar la «sede de Pedro», considerada durante siglos la silla original desde la que el apóstol Pedro predicaba en Roma.

AFP

Mientras Bernini trabajaba, quedó claro que el trono era del siglo IX. Se trata de un regalo de Carlos el Calvo al papa Juan VIII, cuando éste le coronó emperador. Desde el descubrimiento, no ha vuelto a ser expuesto en público. La pieza, con adornos de marfil en los que aparecen las 'Pruebas de Hércules' y algunos signos del zodiaco, es de una sorprendente belleza y fue utilizada por decenas de papas. Por su valor histórico, desde el 27 de octubre, y durante un mes será expuesta en San Pedro, bajo el baldaquino.

«Estamos realizando algunos análisis para datarla correctamente y mejorar su conservación», adelantó este martes el cardenal Gambetti. «Es un testimonio de la tradición apostólica que parte de Pedro y llega hasta nuestros días», añade el purpurado.

Cuando se retiren los andamios, la basílica de San Pedro ya no será como la hemos visto hasta ahora. El nuevo esplendor del baldaquino, y el que añadirá unas semanas más tarde el dorado de la imponente Gloria de Bernini, cambiarán la percepción de quien lo visita. Ahora se acercará más a lo que quiso Bernini.

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Sobre el autor Javier Martínez-Brocal

Corresponsal de ABC en el Vaticano. Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Llegué a Roma en 2003. Enviado de varios medios a coberturas en Italia y alrededores (desde Francia y Portugal, hasta Armenia y Turquía, pasando por Ucrania y Túnez). He acompañado a Benedicto XVI y al Papa Francisco en la mayoría de sus viajes internacionales.

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