¿Sueña la Inteligencia Artificial con simios mecánicos y humanos eléctricos?

El CCCB acoge una ambiciosa exposición ideada junto al Barbican Centre y el Barcelona Supercomputing Center que intenta explicar «la fascinación del hombre por crear una inteligencia más allá de lo humano»

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Una visitante junto a una versión futurista de una arquea, la que podría ser la última especie en poblar el planeta EFE

David Morán

Barcelona

No son monos con pistolas, sino simpáticos simios robóticos armados con máquinas de escribir, lo primero que uno ve en los carteles y banderolas de la apabullante exposición sobre inteligencia artificial que acaba de aterrizar en el Centre de Cultura Contemporànea de Barcelona ( ... CCCB). Para el caso, sin embargo, es lo mismo. Monos y pistolas. Humanos y máquinas. Porque nosotros somos el simio y la inteligencia artificial el teclado. ¿O era al revés? «La inteligencia artificial es un juego de espejos, todo el rato nos devuelve nuestra imagen», desliza Lluís Nacenta, comisario de la versión barcelonesa de una muestra que echó a rodar en 2019 en el Barbican Centre londinense. «¿Dónde están las fronteras y qué diálogo se puede establecer?», se pregunta a su vez, a modo de eco, Jordi Costa, director de exposiciones del CCCB.

La respuesta, de haberla, hay que buscarla en unas salas atiborradas de pantallas y estímulos, de algoritmos y datos, pero también de raíces históricas, ingenios matemáticos e interrogantes en bucle. «Ya todo es repetir», que anuncia, guasón, Baltasar Gracián en la primera instalación de la exposición, un mantra de voces sintéticas que reproduce en 'loop' los miedos y epifanías asociados a la inteligencia artificial. A partir de ahí, desborde expositivo y 'big bang' teórico. De Ramon Llull a Alan Turing. De los espíritus kami japoneses al gólem del judaísmo. De los sistemas de identificación facial a los juguetes robóticos para tratar el autismo. De la gasolina de los datos a fragmentos de 'Her' y 'Ex Machina'.

Un detalle de la exposición EFE

La idea, asegura Luke Kemp, codirector de la rama inmersiva del Barbican, es mostrar «la fascinación del hombre por crear una inteligencia más allá de lo humano». Y ahí, claro, lo mismo cabe el penúltimo sistema de recuento automático de personas en tiempo real que una reproducción de la máquina analítica de Charles Babbage. 

Así, con la ciencia ficción convertida en realismo puro y duro, en conflicto laboral y cotidianeidad universal, 'IA: Inteligencia Artificial' equilibra la balanza de riesgos y beneficios, miedos y milagros, para visibilizar unas preguntas muchas veces sin respuesta. «¿Es racista la inteligencia artificial? ¿Nos destruirá?¿Acabará con el trabajo de los artistas? Una máquina que sabe hablar correctamente, ¿de verdad no sabe lo que está diciendo?», ilustra Nacenta. ¿Sueña la Inteligencia Artificial con simios mecánicos y humanos eléctricos?, se preguntará cualquiera que pase por ahí.

Nuevo Renacimiento

«La magnitud del fenómeno es tal que se ha llegado a hablar de cuarta revolución industrial e incluso de un nuevo Renacimiento, gracias al aumento de capacidades cognitivas que nos situaría ante un momento clave de la historia de la evolución humana», subraya la directora del CCCB, Judit Carrera, para presentar una muestra ideada en colaboración con el Barcelona Supercomputing Center que reúne dilemas éticos, ensalmos tecnológicos e instalaciones interactivas. La más asombrosa, casi al final, permite recomponer y olfatear la fragancia de una flor extinguida en 1912. A su lado, la voz sintetizada de Maria Arnal harmoniza, algoritmo mediante, lo que canta el visitante y genera una banda sonora en la que lo humano tiene tanto peso como lo digital.

Robert del Naja (Massive Attack), Kode 9, Jake Elwes y Eduard Escofet, entre otros, son algunos de los artistas que arroja luz sobre la parte más creativa de las inteligencias artificiales y las educan para recrear patrones rítmicos o dialogar con melodías de piano. «En realidad, la inteligencia artificial tampoco es tan artificial -apunta Carrera-. Nació a mediados de los años 50, pero hace siglos que existe una convivencia entre inteligencias humanas y no humanas».

Un visitante interactúa con el perro Aigo EFE

Se entiende así que la exposición abarque la alquimia y el 'ars combinatoria'; los escritos de Ada Lovelace sobre el cálculo del sistema nervioso y una réplica de la máquina Enigma que se utilizó en la película de Benedict Cumberbatch; algoritmos y problemas geométricos del Japón del siglo XVII con los últimos avances en bioimpresión. La historia y la prehistoria de la IA, resumida en una cronología con hitos tan dispares como la teoría de la ciencia de Bolzano, los primeros robots-asistente japoneses, 'Star Wars', las novelas de Octavia Butler, la derrota de Kasparov a 'manos' de Deep Blue y los simpáticos movimientos de Aigo, un perro robot que aprende sobre la marcha. «La inteligencia artificial ha tenido una infiltración inesperada en la vida privada», destaca Jordi Costa.

Antes de eso, fogonazos de 'Black Mirror': un bailarín enseñando a moverse a una red de nódulos sintéticos; una pantalla que le convierte a uno en una suerte de acumulación de prótesis mecánicas; una herramienta para detectar la huella digital facial; robots terapéuticos que interactúan con crios enfermos; campañas contra la creación de armas autónomas; tableros de shogi y campeones mundiales (artificiales) de Go... «En realidad la inteligencia no es artificial, sino el espejo de las aspiraciones, potencialidades y defectos de los humanos», subraya Carrera. «Al final, las preguntas que surgen tienen que ver con nosotros», concluye Nacenta.

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