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ABC Cultural

100 años de su muerte

Gustav Klimt, el «artista degenerado» para los nazis que vestía de oro a las mujeres

Recordamos al gran artista a través de Viena, su ciudad artística, el lugar donde alumbró sus mejores obras y donde todavía hoy se puede rastrear su encanto

«Dánae», una de las obras más mágicas de Klimt ABC
Natividad Pulido

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En la fachada del impresionante edificio de la Secesión vienesa, construido por Joseph Maria Olbrich y situado en el número 12 de la Friedrichstrasse –inconfundible por su cúpula con hojas de laurel doradas–, reza, en letras también doradas, su lema:«A cada tiempo su arte. ... A cada arte su libertad». Fue también el lema que rigió la vida y la obra de uno de los fundadores de aquel grupo y uno de los pintores más fascinantes de todos los tiempos: Gustav Klimt (1862-1918). En 1902 creó para la XIV Exposición de esta institución, que rendía homenaje al compositor Ludwig van Beethoven , uno de sus trabajos más célebres: «El friso de Beethoven», que daba la bienvenida a los visitantes. Esta fantasía sinfónica, de 34 metros de ancho y dos metros de alto, rememora la histórica interpretación que Wagner hizo de la «Novena» de Beethoven. No se volvió a exponer en público hasta 1986.

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