Andrés Calamaro
Piazzolla, el mal entendido
«Dentro del mundo del tango fue y sigue siendo cuestionado por profano e inconveniente. Al día de hoy se recomienda ni mencionar al maestro en ambiente de tango cerrado y ortodoxo»
Hoy en día, Astor Piazzolla sería cancelado por su ideario político ideológico. Discutido y vilipendiado , tanto como otros tantos genios universales y contrastados. Sería un declarante inconveniente, incómodo e irreverente ; independiente de corriente alguna o corte de opinión considerado correcto ... o decente. Herviría la sangre de la inmensa mayoría de la patria periodista, los críticos musicales o los payasos del sector cultural. Por muchísimo menos nos tachan de imperdonables, depravados o fascistas. No sé a cuenta de qué importa esta advertencia, pero procede aclarar porque oscurece demasiado deprisa. Demasiado rápido vamos camino al mamarracho definitivo de un autoritarismo de moral impoluta, hipócrita e intolerante , difundido y celebrado por privilegiados de piel blanca que nada tienen que perder, fuera de la vergüenza que ya han perdido, me temo que, definitivamente.
En su momento, mientras estaba vivo y activo, Astor fue discutido con inexplicable acritud por sus colegas de oficio , en particular dentro del mundo del tango (público, crítica y músicos), donde fue y sigue siendo cuestionado por profano e inconveniente . Al día de hoy se recomienda ni mencionar al maestro en ambiente de tango cerrado y ortodoxo, distinto es en el resto del mundo, en la escena del jazz, incluso del rock, en donde se le respeta y venera. Comparar a Piazzolla con otro artista musical contemporáneo sería ofenderlo, porque él se hubiera ofendido, probablemente, restándole importancia a cualquiera otro músico viviente. Grabó con Gerry Mulligan y escribió canciones populares con textos de Horacio Ferrer, pero dudo que haya vertido elogios para artistas que no sean los contrastados genios que conocemos como ‘clásicos’. Parte del desprecio era restarse importancia él mismo, declararse «apenas un músico» que seguía estudiando y escribiendo, todos los días.
Corresponde informar a los neófitos que el pecado de Astor fue no ajustarse a los cánones de la ortodoxia del tango , más bien lo contrario. Como arreglador no respetaba el compás bailable, la clave en dos por cuatro, cuestión que complicaba la practica normal del Tango Show. El tango, como ocurre con el flamenco y el tablao, transcurre en los cabarets, sitios donde sentarse en libre compañía y sin luces estridentes, donde beber mientras se disfruta del show de música y danza. El tango es compás, cante y baile, como el flamenco. Difícil lo tenían los bailarines con los arreglos sofisticados del genio nacido en Mar del Plata y crecido en New York, donde transcurre su infancia. Astor Piazzolla vio construir el Empire State Building y espiaba los ensayos de Cab Calloway en el Cotton Club . Dicen que Aníbal Troilo borraba, literalmente y con goma de borrar, notas de los arreglos de AP para sofrenar la contemporaneidad de la partitura arreglada. Como compositor desafió todas las leyes de la física y la química del tango , formó grupos eléctricos, incluyendo órgano, sintetizador y batería; escribió conciertos para bandoneón y orquesta, y grabó sus últimos discos fuera de Argentina.
En los años sesenta, según me han dicho testigos presenciales que le vieron, llegó a ofrecer conciertos en apartamentos privados para solo decenas de personas. Sus últimas grabaciones nunca fueron publicadas en Argentina. A pesar de lo dicho es, probablemente, el músico más completo e interesante nacido en el país que tantos disgustos le dio, con permiso de Gardel (a quien conoció de niño en New York y de quien recibió primeros consejos) o Aníbal Troilo , quien le diera sus primeras oportunidades como músicos y arreglador en Buenos Aires. Alguna vez perjuró jamás vivir en la Argentina de nuevo; como muy cerca, en las playas del Este de Uruguay. Hace algunos años se publicó una biografía, quizás la más completa y profunda, sobre este enorme músico, titulada oportunamente ‘El mal entendido’ . Una paradoja que muchos artistas musicales podemos adoptar como propia. Para ser un mal entendido no hace falta presumir de los galones musicales del enorme Astor Piazzolla.
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