PAZ PARA ALMODÓVAR
Los premios Goya son el contador de la luz del cine español, y ayer nos llegó el primer recibo del año. A mí se me cayó de las manos del susto al ver las candidaturas: ¡dieciséis para Pedro Almodóvar y «La piel que habito»!... ¡catorce ... para Enrique Urbizu y «No habrá paz para los malvados»!... ¡doce para Kike Maíllo y «Eva»! ... ¡Once para Mateo Gil y «Blackthorn»!..., y así, bajando peldaño a peldaño hasta llegar a la asombrosa ¡única candidatura para Woody Allen y «Midnights París» por su original guión!
Esta exuberante dosis de candidaturas a la película de Pedro Almodóvar, que descorre ya el visillo del recelo (¡ay, Dios..., ¿no será una encerrona?), viene a proponer una imagen distinta de la que se sugería arriba: los Goya no son el contador de la luz del cine español, sino el termómetro de las relaciones entre el cine español y Almodóvar. Y según se pronunció ayer la Academia, estas relaciones son extraordinarias, magníficas: los académicos del cine español aman a Pedro Almodóvar, o al menos lo aman lo suficiente como para abrumarlo de candidaturas. Y si Almodóvar no tuviera el ojo del lince, la astucia del zorro y el diente del lobo miraría este termómetro con enorme satisfacción y tranquilidad: «¡Me quieren!»... Pero, si se mira a través del mencionado visillo malicioso, la frase sigue: «¿Me quieren, qué...?» De ahí los temores al leer el recibo de la luz con sus candidaturas, y ver que le sigue tan de cerca Enrique Urbizu y su explosiva película «No habrá paz para los malvados».
Uno habita la piel que habita, pero si habitara la del director manchego, que se conoce a los suyos como un mono su jaula, estaría tan tranquilo con mis dieciséis candidaturas como con dieciséis cartuchos de dinamita. ¿Es que no habrá paz para Almodóvar» para el cineasta con más estilo, chispa y personalidad que tenemos?
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