Universo sinfónico
La crisis se está dejando ver en todos los sectores culturales y en el Festival Internacional de Santander se aprecia su calado en la desaparición del cartel de algunos de los más mediáticos integrantes del selecto club del sinfonismo mundial, habituales en las ediciones precedentes.
¿Significa esto que no hay buena música sinfónica en el festival cántabro? Todo lo contrario. Fuera de los nombres más populares -y más cotizados económicamente- también hay vida, y con mucha enjundia e interés.
En el ecuador del ciclo, después de la presencia de una formación como la Deutsches Kammerorchester de Berlín, la contundencia rusa llegó de la mano de la Sinfónica Chaikovski de la Radio de Moscú, una de las orquestas más sólidas y solventes de la capital de la antigua Unión Soviética que ha sabido renovarse y que encara el futuro con elevados estándares de calidad.
Buena muestra de ello fue el magnífico concierto ofrecido en la Sala Argenta del Palacio de Festivales. A las órdenes de su titular, una de las batutas claves de la fértil tradición rusa, Vladimir Fedoseiev, la orquesta convenció precisamente con una soberbia versión de una de las obras más populares de Piotr Illych Chaikovski, la «Sinfonía número 6 en Si menor, op. 74, Patética». Versión, sobria, precisa, sin efectismos ni alardes vacuos; Fedoseiev reivindicó al compositor que da nombre de la orquesta con su lectura tensa y emotiva de la partitura, especialmente carnosa en los movimientos extremos. Las texturas sugerentes y diáfanas del discurso musical de Chaikovski se dejaron ver mediante un acercamiento plástico y refinado en el que la orquesta funcionó tanto por secciones -imponente la cuerda- como en bloque. Después del descanso, otra obra muy conocida, la «Sinfonía número 5, en Re menor, op. 47» de Dimitri Shostakovich sirvió de refrendo para dejar ver el buen momento de la orquesta en una obra especialmente difícil técnicamente. Quizá aquí no se alcanzaron las cotas interpretativas de la «Patética», si bien todo funcionó con solvencia y a buen nivel consiguiendo, al final, un éxito importante. Dos propinas rubricaron la sesión: «Eco de vals», de Georgy Sviridov, y la siempre chispeante «Danza española» de «El lago de los cisnes», de Chaikovski.
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