Inés Martín Rodrigo - Líneas azules
Resiliencia
El sufrimiento del pueblo ucraniano es, debe serlo, cosa de todos
Una niña ucraniana, esperando con su familia para atravesar el paso fronterizo Korczowa - Krakovets, en la frontera con Polonia
Hace unos días, no sé cuántos, pues la pandemia, de la que debemos seguir hablando en un triste presente continuo, ha hecho que pierda la capacidad de valorar el paso del tiempo en su justa y merecida medida, Maruja Torres , ilustre premio Luca de ... Tena en 2020, se acordaba en Twitter de Tony Judt . Lo hacía porque, en estos tiempos de guerra atroz, echaba en falta el cabal juicio, el análisis reposado del historiador británico, fallecido en 2010. Y, como siempre, la veterana periodista, testigo de crímenes crueles que narró desde la difícil, casi imposible, objetividad, tenía razón.
Nos hace mucha falta la mirada de Judt sobre Ucrania, sobre Rusia y Putin, sobre Europa, sobre este mundo actual que tanto tiene que ver con el pasado y del que dependerá nuestro futuro. Como, también, serían muy pertinentes las voces de Christopher Hitchens y hasta de la propia Susan Sontag , cuya vida y obra cambiaron tras visitar los Balcanes en 1993. Qué difícil es tener una opinión crítica, formada, consciente de cualquier cosa, lo que sea. Y qué fácil es hablar sin saber, sólo por el placer de ser oído, que no escuchado. Ferlosio llamaba 'tertuliajos' a esos opinadores sin ton ni son, autodenominados expertos, que pueblan las tertulias mediáticas.
En su defecto, tenemos bien presentes las crónicas, pura literatura testimonial, de los compañeros que, mientras las sirenas antiaéreas atronan sobre sus cabezas, nos cuentan, en condiciones muchas veces lamentables, que la guerra está en la puerta de nuestra casa europea y que el sufrimiento del pueblo ucraniano es, debe serlo, cosa de todos. Son ellos nuestros ojos allí, quienes nos han permitido ver todo el horror, la injusticia, el dolor y el desgarro de una joven pareja que llega a un hospital con su bebé de dieciocho meses muerto tras un bombardeo ruso.
«Vivimos felices durante la guerra/ y cuando bombardearon la casa de otra gente, protestamos/ pero no lo suficiente, nos opusimos pero no/ lo suficiente», rezan unos versos del poeta Ilya Kaminsky , nacido en Odesa en 1977. Podemos alabar, hasta llevarlo a portada, como en el último número de la revista 'New Yorker', la capacidad de resiliencia de la sociedad ucraniana. O elevar nuestra voz en contra de la barbarie, de la injusticia y la inhumanidad. Es decisión de cada uno.