La red de espionaje que puso en jaque el futuro de la Inglaterra protestante
El historiador Jonathan Roche desvela sus descubrimientos sobre la ‘noche de las hogueras’ y los exiliados católicos ingleses que protagonizaron los hechos
Cada 5 de noviembre, los fuegos artificiales iluminan los cielos ingleses en conmemoración del atentado fallido de 1605, conocido como 'la conspiración de la pólvora', con el que un grupo de católicos, entre los que se encontraba un hombre llamado Guy Fawkes , intentaron ... volar el palacio de Westminster en Londres, sede del Parlamento. De ahí que se llame la 'Guy Fawkes Night' o 'Bonfire Night' (la ' noche de las hogueras '). Fawkes fue detenido junto a dos toneladas de pólvora escondidas en el sótano del lugar, y después torturado y condenado. Finalmente, murió al lanzarse del cadalso justo antes de ser ahorcado. El objetivo final de estos católicos ingleses liderados por el noble Robert Catesby era asesinar al rey protestante Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia e imponer el catolicismo en el país. Pese a que Fawkes es la cara más conocida de esta historia, los hechos van mucho más allá de su personaje.
El historiador Jonathan Roche , académico de la British Spanish Society y doctor por la Universidad de Nottingham, es precisamente una de las personas que más sabe de los entresijos de las actividades políticas que se llevaron antes a cabo antes de este hecho, durante la guerra anglo-española, entre 1585 y 1604, y que desarrolló en profundidad en su tesis doctoral. Sus apasionantes descubrimientos los dio a conocer además hace solo unos días ante decenas de espectadores en una fascinante charla virtual organizada por el Instituto Cervantes de Londres , en la que explicó los entresijos de un relato verídico lleno de tintes cinematográficos, protagonizado por un grupo de exiliados católicos ingleses, que, por su alineación política con la monarquía española, han sido llamados ‘isabelinos españoles’.
Una de las figuras más influyentes y notorias es Hugh Owen , un exiliado católico galés afincado en Bruselas, que desarrolló una sofisticada red de espionaje para obtener información relevante desde Inglaterra, y cuyas indagaciones fueron parte integral de los esfuerzos de los isabelinos españoles para promover sus ambiciones políticas y religiosas: el restablecimiento del catolicismo en Inglaterra a través de una invasión militar española o mediante la adhesión a un candidato católico al trono inglés trono tras la muerte de Isabel. A finales del siglo XVI, en juego estaba el futuro de Inglaterra, que no sabía si podría continuar con la reforma protestante iniciada por Enrique VIII. Detrás de algunos hechos destacados, como la derrota de la Armada Española en 1588, se esconde una compleja trama de espías, algunos de ellos dobles, que llevaban a cabo su trabajo entre sombras y que marcaron una era cargada de intrigas y conspiraciones dignas del mejor thriller y que incidieron en el curso de la historia tal y como la conocemos, muchos de cuyos detalles han sido revelados por primera vez por Roche.
Desafíos
«Hay dos desafíos importantes cuando se trata de identificar espías en Inglaterra en esta red», explica Roche en conversación con ABC: «Primero, está el hecho de que después de la conspiración de la pólvora, los papeles de Owen fueron confiscados y posiblemente destruidos. Por lo que he podido averiguar, estos documentos habrían sido una mina de oro para conocer las identidades de sus informantes». Además, «en los documentos que se conservan, se hace referencia a los informantes en términos vagos para ocultar sus identidades en caso de que los enemigos interceptaran la correspondencia».
No obstante, algunos nombres pudieron ser registrados, gracias a una exhaustiva investigación que llevó a Roche, entre otros destinos, a Italia y al Archivo General de Simancas . «En España encontré cientos de informes de inteligencia escritos para los reyes de España. Esta red católica, en particular, en última instancia no tuvo éxito en sus objetivos más amplios, que era derrotar al protestantismo, pero a otro nivel influyó con éxito en la política española y la forma en que se libró el conflicto podría haber sido diferente sin esta red, ya que su información era vital para la toma de decisiones». Así, aunque «no hayan tenido éxito en sus objetivos, ciertamente tuvieron un impacto en lo que estaba sucediendo y en la estrategia militar española, así como en las discusiones políticas y militares en Madrid, Bruselas y Roma».
Destaca Roche que no encontró referencias sobre mujeres ligadas a la red, salvo alguna excepción. Pero sí hay atisbos de que, precisamente por no ser las principales involucradas en este tipo de actividades, podía jugar a su favor que fueran consideradas menos sospechosas, de ahí que se pregunte: «¿Estaban usando a mujeres para llevar y mover cosas dentro y fuera de Inglaterra, jugando con la ventaja de que no serían investigadas o requisadas de la misma forma que un hombre? Es el caso de una viuda que contaba con el apoyo de la condesa de Arundel y que, aprovechando su condición de viuda, es decir, que gozaba de cierta libertad por no tener un marido al cual responder, hizo cosas como proteger a los misioneros jesuitas y trabajó con Owen, yendo y viniendo a través del Canal de La Mancha », comenta. Según el historiador, su trabajo apenas araña la superficie de este trepidante momento histórico: «Es uno de los problemas de lidiar con la historia en general, especialmente cuando se trata de personas que no quieren ser atrapadas y que, por tanto, no dejan mucho rastro».
La CIA y el MI6
Para Roche, una vez más se constata que el pasado no es solo una fotografía inmóvil, sino un río que nació muy lejos pero cuyas aguas llegan hasta nuestras días, ya que una parte «del legado de este período es que las primeras redes de espionaje importantes que se desarrollaron, con el tiempo se convertirían en las que existen hoy. Ganaron tracción y se convirtieron en parte del aparato del estado», asevera, y destaca que, aunque aquella fue sin duda, como sostienen otros historiadores, «una Edad de Oro del espionaje», lo cierto es que sus orígenes son tan remotos que puede ser considerada «la segunda profesión más antigua del mundo. La CIA o el MI6, aunque no son iguales, son herederos de esa forma de hacer las cosas».