LIBROS

Andrés Ibáñez: «En el tardofranquismo la dictadura era ya dictablanda»

El escritor y colaborador de ABC retrata el Madrid que despierta a la libertad en su novela «La lluvia de los inocentes», el sabor exótico de una época, la historia de una familia y unos amigos

Antonio astorga

El escritor Andrés Ibáñez ha presentado su novela «La lluvia de los inocentes» (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores) con unos padrinos de excepción : la académica Inés Fernández-Ordóñez y el escritor J. J. Armas Marcelo. El libro ... del colaborador de ABC Cultural y ABC, el mejor Andrés Ibáñez, transita por una generación de ideales de libertad, por un Madrid lluvioso y luminoso, muy personal, un territorio que apetece leer y bucear en él.

- La suya es una novela de personajes .

-Y de relaciones muy íntimas y cercanas. Es la historia de una familia y de un grupo de amigos, realmente.

«Esta obra tiene mucho de autobiográfico, pero no es una autobiografía»

-Que nadie busque una autobiografía en su libro .

-Tiene mucho de autobiográfico, pero no es una autobiografía.

-Usted quería recordar la vida en el Madrid de los años setenta/ochenta .

-Sí. Recordarlo y rescatar un poco el sabor exótico que empieza a tener esa época. Leyendo novelas indias descubrí que están llenas de perfumes y elementos exóticos. Entonces yo sentía que la vida de aquellos setenta se empezaba a llenar de elementos exóticos y extraños. Me parecía que era el momento de volver sobre aquella época, y quizás descubrir el secreto que entonces no veíamos. Tú donde estás viviendo no eres consciente porque estás dentro del bosque. Pensaba yo que ahora lejos del bosque podría ver cuál era la forma y el sentido del bosque, quizás. Aunque creo que eso, pues, tampoco lo he descubierto, pero bueno.

-¿Podríamos considerar la Movida cultural de aquellos años como algo exótico?

-Bueno, si vemos la Movida como un fenómeno histórico, periodístico, mediático pues entonces ya todos tenemos opiniones sobre ella. Pero la Movida tal como aparece en la novela es una cuestión puramente vital y biográfica del personaje -Mateo-, que se encuentra inmerso en esa época. No pretendía hacer un libro sobre la Movida. La Movida aparece naturalmente, y yo estaba en muchos centros de la Movida. Me relacioné con mucha gente, quizás porque en realidad la Movida era un mundo muy pequeñito, y en cuanto te metías en él conocías todo.

«La Movida descubrió que Madrid es una ciudad viva, interesante, moderna»

-¿Fue infrecuente, poco atípica esa Movida?

-En todos los movimientos estéticos hay una parte, digamos, puramente artística y otra vital de las personas que estaban, en ese momento, viviendo, divirtiéndose, reuniéndose, y de la Movida desde el punto de vista artístico pues a lo mejor quedó poco. Lo más importante era ese resurgir, esa vitalidad, ese descubrir que Madrid es una ciudad viva, interesante, y moderna. Eso me parece lo más importante de todo. El redescubrimiento de Madrid y la sensación de que todas esas visiones de Madrid como un sitio aburrido o reaccionario o casposo no eran ciertas.

-¿Es usted un rebelde con o sin causa? ¿Su novela es una rebeldía?

-Bueno, mi generación no fuimos muy rebeldes. Nosotros lo que hacíamos era pasar. Pasar. La palabra clave era pasar y ser un pasota. Entonces, pasar del poder no es exactamente estar contra el poder, sino ignorarlo como si el poder no existiera. Y, claro, así nos ha ido. Cuando tú pasas del poder pues entonces el poder también pasa de ti. Y te queda un poco flotando.

-Acuñó Umbral el término tardofranquismo. ¿Su novela lo transita?

-El tardofranquismo son los últimos años del franquismo, la época en la que ya la dictadura era dictablanda y en la que todo el mundo leía lo que quería y veía las películas que quería, y salías y viajabas, el final del franquismo y comienzo de la Transición.

«Quería recordar las lecturas, las películas, el teatro que nos interesaba»

-London, Poe, Becquer, Zweig, Stevenson, Baroja... Una epopeya de lujo de narradores y de obras discurre por «La lluvia de los inocentes».

-Yo también quería recordar la época y las lecturas, y las grandes películas, y las obras de teatro, lo que entonces nos interesaba. Había lecturas que se consideraban obligatorias, y que todo el mundo pasaba. Y he querido reconstruir un poco mi vida civil como persona social y mi vida interior: el desarrollo de las lecturas y de las obras artísticas que a mí me interesaban.

-La novela abraza sensaciones...

-Empieza cuando el personaje tiene seis años y termina cuando cumple veintiuno. A mí me gustan mucho las listas e intento usarlas dentro del curso de la novela de distintas formas. Ahí están mis lecturas infantiles. Yo destacaría la cantidad de cosas que leíamos cuando éramos niños y lo complejas que eran lecturas de los niños de entonces. Con trece o catorce años leíamos libros que hoy serían considerados de adultos.

«"El último tango..." me pareció la película más increíble de los últimos tiempos»

-¿Y las películas?

-Están también en la novela. Había grandes mitos, como por ejemplo «El último tango en París» , que estaba prohibido, y la gente se iba a Francia a verla. Y luego finalmente la pusieron en España, y yo fui a verla con 16 o 17 años y me encantó muchísimo, me pareció la película más increíble de todos los tiempos. Pero sí era una éopca en la que como había cosas prohibidas existían muchas fronteras que había que atravesar. Era todo muy emocionante.

-Y el teatro libre.

-Claro, había una gran vitalidad en el teatro, en Barcelona y Madrid. Había un montón de nuevos escritores de teatro, que era un acontecimiento muy vivo. Luego, el teatro languideció durante muchos años; ahora ha resurgido otra vez, pero en aquella época era casi imperativo ir al teatro, había obras que nadie se atrevía a perderse. Luego eso desapareció.

-¿Y su pasión operística, de dónde viene?

-Yo creo que de mi educación, supongo; de que mis padres me orientaron hacia la música clásica, pero a mí me gustó mucho desde muy niño. La música clásica es la cosa más maravillosa que existe.

-Llueve sobre Madrid en su novela, y el olor a mojado impregna el recorrido en su relato.

«La sensación de la lluvia es inolvidable desde la infancia»

-Es un día de lluvia, un poco especial y corriente. La sensación de la lluvia en Madrid la tenemos todos los madrileños, como que ciertas cosas importantes te han pasado en días de lluvia. Y la sensación de la lluvia en la infancia, cuando los olores, sobre todo en el Madrid de esa época, donde había muchos descampados y se sentía la naturaleza.

-¿Madrid es un género literario?

-«La lluvia de los inocentes» es un libro muy de la ciudad de Madrid, muy personal, que no es el Madrid típico. No es el Madrid de Galdós, Lope o Baroja, es un Madrid más moderno, más del norte, en realidad curiosamente también es la zona de la Movida, como Malasaña, Bilbao, Prosperidad, casualmente el barrio dondo yo vivía.

-Madrid, ¿tal vez cómo territorio literario?

-A mí me encantaría crear un territorio literario imaginario, pero mi Madrid es Madrid. Yo la verdad es que me he inventado Madrid otras veces. Mi primera novela se llamaba «Países» y era una ciudad imaginaria en parte, pero era Madrid. Y sobre todo el Retiro. Madrid me obsesiona muchísimo. Mi imaginación novelesca está unida a la ciudad, a las calles, avenidas, ritmo, a la luz de Madrid.

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