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ABC Cultural

Ramón Pérez Maura - LA TERCERA

Altamira

«Marcelino Sanz de Sautuola murió como un embaucador, y España nunca le ha hecho un homenaje al científico que supo ver lo quetenía ante sus ojos y que proclamó al mundo lo que se albergaba enesa cueva montañesa»

Ramón Pérez-Maura

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AGUSTÍN de la Herrán realizó en 1970 un soberbio conjunto escultórico en el que se ve una niña de 9 años de edad, de tamaño natural, avanzando entre rocas con la mirada anonadada. No se alcanza a escucharle exclamar «¡papá, bueyes!», pero cabe imaginar las ... palabras viendo su expresión. La escultura, alrededor de la cual jugué en muchas tardes de mi infancia, representa el momento en que la niña María Sanz de Sautuola -mi bisabuela- descubrió las pinturas de Altamira. Su hijo, Emilio Botín-Sanz de Sautuola, erigió esa obra en el jardín de su casa de Puente San Miguel, como forma de manifestar su devoción por una madre que llevó siempre en el corazón el dolor de una injusticia histórica que sólo ahora se intenta superar. La escultura puede visitarse esporádicamente gracias a la condición de «jardín histórico» que tiene ese parque que hoy pertenece a Emilio Botín-Sanz de Sautuola y O’Shea.

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