la larga guerra del siglo XX. segunda guerra mundial (XIV)
Narvik, la batalla del lejano norte
El estratégico puerto noruego fue escenario de duros enfrentamientos navales y terrestes
JUAN VÁZQUEZ
La invasión de Noruega constituyó la primera gran operación combinada aire-mar-tierra de la historia y, dadas las circunstancias, puede considerarse un notable éxito, aunque el objetivo situado más al norte, el puerto de Narvik, se convirtió en el escenario de un costoso ... enfrentamiento naval y terrestre.
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La Kriegsmarine había ganado la carrera a la Royal Navy y logrado, tras hundir dos acorazados guardacostas noruegos, desembarcar en Narvik a los cazadores de montaña («Gebirgsjäger»), que tomaron el puerto y las colinas circundantes el 9 de abril de 1940. Pero, al hacerlo, los diez destructores que habían transportado a las tropas germanas quedaron bloqueados en el interior del fiordo por las muy superiores fuerzas navales británicas llegadas posteriormente.
La batalla naval
Los destructores británicos atacaron en medio de la niebla el día 10 de abril, logrando hundir dos destructores alemanes y averiar a otros dos, pero el resto de las naves de la Kriegsmarine sorprendieron a su vez a los ingleses, que perdieron también dos buques.
A pesar de todo, la suerte de los destructores alemanes estaba echada. Escasos de munición y combustible, sin posibilidad de poder forzar el bloqueo ni entablar un combate prolongado, sólo les restaba ofrecer una resistencia a ultranza.
En la mañana del día 13, el acorazado «Warspite» y nueve destructores penetraron de nuevo en el fiordo hundiendo varios buques enemigos. Los únicos cuatro de entre estos que restaban operativos, tras lograr causar graves averías a tres destructores británicos, fueron embarrancados por sus propias tripulaciones en el fiordo de Rombaks, y todo el material que podía resultar aprovechable fue desembarcado.
Defensa de Narvik
En tierra, el peso de la defensa del perímetro de Narvik recayó en las tropas de montaña al mando del carismático general Dietl , unos dos mil hombres, apoyados por los dos mil quinientos marinos desembarcados de los destructores, que resultaban de escaso valor para el combate terrestre.
La flota británica era dueña del mar y, unos días después, a más de 50 kilómetros de Narvik, comenzó el desembarco de un contingente aliado, que inició un lento avance sobre las posiciones de los alemanes. En total, entre franceses, británicos, polacos y noruegos, los aliados contaban con 27.000 efectivos, que cercarían a las tropas de Dietl durante casi dos meses, sin lograr su definitiva derrota, aunque sí llegarán a tomar la ciudad y el puerto de Narvik durante un breve período.
Las condiciones de vida de los defensores resultaron dramáticas. Sólo recibían algunos escasos suministros, de forma esporádica, por vía aérea. Las comunicaciones eran complicadas debido al frío, la nieve y el hielo. Las municiones estaban limitadas y el valor combativo de los marinos, muy relativo.
La posibilidad de que sus camaradas lograran romper el cerco avanzando a pie desde el sur de Noruega parecía remota y no había forma de evacuar las bajas o prestar a los heridos los cuidados adecuados. Pero la carismática presencia de Dietl contagió a sus hombres de un espíritu de lucha que les permitió afrontar todas estas adversidades.
Cuando los aliados lograron hacerse con el control de Narvik, el día 27 de mayo, los cercados se replegaron hacia el interior, donde se hicieron fuertes, pues su única alternativa viable consistía en internarse en la vecina Suecia. Pero la inminente llegada de refuerzos germanos desde el sur y el cariz que tomaba la batalla de Francia, donde los ejércitos del Tercer Reich avanzaban inconteniblemente, obligaron al mando aliado, a principios de junio, a tomar la decisión de reembarcar a sus tropas y abandonar la fallida aventura del Norte. Narvik y toda Noruega quedarían en manos alemanas hasta el final de la guerra.
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