El Teatro Real cierra el año con Mozart y Mark Morris
El coreógrafo estadounidense presenta por primera vez en Madrid a su compañía, creada en 1980
JULIO BRAVO
Aunque es un enamorado de nuestro país, en donde estuvo hace tiempo estudiando flamencto (en los estudios de Amor de Dios), Mark Morris (Seattle, EE.UU., 1956), no había actuado nunca en Madrid con su compañía, creada por el coreógrafo estadonidense hace más de treinta ... años. Sí ha podido verse su trabajo para otros conjuntos, como el White Oak Dance Project, que creó junto a Mikhail Baryshnikov. El que es uno de los grandes nombres de la danza contemporánea se presentará el domingo se presentará en el Teatro Real, donde estará hasta el 5 de enero con la coreografía «Mozart dances», creada a partir de dos conciertos para piano (los números 11 y 27) y una sonata para dos pianos del músico salzburgués. Los pianistas Emanuel Ax y Yoko Nozaki, con la Orquesta Titular del Teatro Real, bajo la dirección de Jane Glover, estarán en el foso. La escenografía es de Howard Hodgkin, uno de los más destacados pintores vivos del Reino Unido, y el vestuario de Martin Pakledinaz.
Musical
Gerard Mortier, director artístico del Teatro Real, conoce bien a Mark Morris, ya que le eligió para dirigir el ballet del teatro de La Monnaie, en Bruselas, en 1988. «Es el más musical de los coreógrafos que yo conozco», dijo de él en su presentación. Algo que Emanuel Ax subrayó: «Sabe enseñar cosas sobre la música con la danza como nadie lo hace. En este sentido es más un director musical que un coreógrafo». De hecho, Morris ha ejercido en más de una ocasión como director de orquesta en sus propios espectáculos, y trabaja sobre las partituras.
Con ocho años, y tras ver a José Greco, decidió que quería bailar flamenco
Mark Morris estrenó esta pieza en agosto de 2006 en el Lincoln Center de Nueva York, donde obtuvo un gran éxito; es un coreógrafo con una gran capacidad de comunicación. De su obra dijo: «Fue un encargo de Peter Sellars; al principio mi idea era coreografiar tres conciertos para distintos instrumentos de Mozart, pero al interesarse Emanuel Ax por el proyecto decidí elegir piezas para piano. Las tres partes del ballet son independientes, pero guardan una interrelación entre sí. En la primera, el protagonismo lo tienen las mujeres; en la segunda, los hombres. Y en la tercera se unen los dos grupos». Aunque la compañía está compuesta por veintiún bailarines, «Mozart dance» es una obra para dieciséis intérpretes, de corte neoclásico. «De joven no me gustaba Mozart; lo descubrí tarde, y escribió cosas maravillosas. Su música es siempre sorprendente, humana... Y es triste porque a través de esa tristeza expresa la belleza»
Labor social
Durante su estancia en Madrid, los bailarines de la compañía ofrecerán una clase para enfermos de parkinson (en los teatros del Canal, y abierta a amigos, familiares y cuidadores de estos enfermos). «En 2001 abrimos nuestra nueva sede en Brooklyn -cuenta Morris-, y la aociación local de enfermos de parkinson se puso en contacto con nosotros para que colaboráramos de alguna forma con ellos. No es una terapia, no somos un hospital, ni hay nada milagroso, pero sí podemos ayudarles con los problemas de coordinación y movimiento que tienen, gracias a la danza cogen fluidez». Ahora organizan clases con cerca de cincuenta personas, y también preparan a profesores para impartir estas clases por todo el país.
Entre sus muchos proyectos, tiene previsto crear para compañías como el Ballet de Boston o el American Ballet Theatre, dos de los más importantes conjuntos de Estados Unidos, con los que suele trabajar. No son las únicas. También ha trabajado para el English National Ballet, el Royal Ballet o el Ballet de la Ópera de París.
En 1993, Joan Acocella publicó su biografía, en la que contaba su descubrimiento del flamenco. Cuando tenía ocho años, su madre, Maxine, le llevó a una representación de la compañía flamenca de José Greco, y él decidió que además de bailarín, quería ser bailarín de flamenco. Comenzó a estudiar con Verla Flowers en Seattle, pero a principios de 1974 vino a Madrid, aunque permaneció durante poco tiempo en nuestro país.
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