Francisco Poveda pregona a la juventud cofrade en el Círculo
JOAQUÍN DE VELASCO
Ante un público compuesto por jóvenes cofrades y representantes institucionales, Francisco Poveda, hermano de la Esperanza y de la Buena Muerte, pronunció ayer, en el salón Liceo del Real Círculo de la Amistad, una sentida y emotiva exaltación de la Semana Santa cordobesa, en la ... que la poesía adquirió un papel preponderante.
Como en una pasional carta de amor, antes de los protocolarios saludos a las autoridades presentes, el pregonero jugó con la personificación de la Semana Santa en la persona amada, a la que le declaró su juvenil pasión dedicándole tiernas palabras cargadas de recuerdos y encendidos versos, en los que le manifestaba su ansiedad por tenerla pronto de nuevo entre sus brazos.
Glosó después las diferentes hermandades, agrupándolas por día de salida. Para cada jornada tuvo un tema argumental sobre el que hilar las cofradías -Barrios, juventud y colegios o calles y plazas- y un poema en el que se engarzaban las advocaciones. No ocultó tampoco un guiño a su familia y un recuerdo emocionado a su desaparecida abuela al llegar al Miércoles Santo.
En tiempos de crisis, ésta no escapó del pregón. A ella, y a cómo afecta especialmente a la juventud a través del paro y las necesidades, le dedicó Poveda unas profundas palabras en las que, parafraseando a Juan Pablo II, invitó a los jóvenes a no tener miedo a las dificultades y los cambios y a refugiarse en Cristo.
En el año proclamado por Benedicto XVI como Año de la Fe, elogió también a la juventud católica y cofrade, diciéndoles que «la Iglesia se mira a sí misma en los jóvenes, que son el barómetro por el que se mide su obra».
Amor por la Esperanza
Le dedicó una parte muy especial a su Hermandad de la Esperanza. Así, contó cómo, siendo aún un niño, quedó del todo prendado de ella un Domingo de Ramos, mientras acompañado de sus padres pedía cera entre sus hermanos de cirio. Cómo al volver a casa le dijo a su madre que quería salir en ella de nazareno. Y, ya adulto, volvió a declararle su amor desde el atril con unos versos.
Francisco Poveda es costalero de varias hermandades y vive con pasión el mundo de las trabajaderas. Por eso, no se resistió a dedicarle una parte importante del pregón a ese sector de la juventud cofrade. De nuevo usó para ello la poesía, y, a través de unas vibrantes coplas, relató el orgullo de sentirse costalero en Córdoba.
La madrugada centró la parte final del pregón. No faltó para esta jornada una hermosa referencia a la Virgen de las Angustias a su paso por San Agustín. No obstante, por ser, en palabras del pregonero, la cofradía de su casa, se concentró especialmente en la estación de penitencia hermandad de la Buena Muerte. Salpicando la narración con poesía, repasó el cortejo y su tránsito por la Judería y la Catedral. Recordó con emotividad cómo de niño besaba una estampa de la Reina de los Mártires antes de irse a la cama, y de nuevo mediante versos le hizo públicamente una secreta promesa. Y a modo de despedida, unas últimas rimas pidiendo un cielo despejado para la Semana Santa, provocaron el aplauso final.
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