La secta de Pitágoras y su relación con la extraña muerte de su discípulo, Hipaso
grandes rivalidades de la ciencia
Pitágoras no era solo un matemático, era el líder de una especie de secta filosófico-científica, una hermandad secreta donde las matemáticas no eran solo una herramienta, sino la clave para comprender la armonía cósmica y alcanzar la iluminación
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Nos encontramos en el siglo VI a. de C. en esa efervescente cuna del pensamiento que era la Magna Grecia, al sur de Italia. Allí, en la floreciente ciudad de Crotona, reinaba un hombre envuelto en un aura de misticismo matemático y liderazgo carismático: Pitágoras de Samos ... .
Pitágoras no era solo un matemático, era el líder de una especie de secta filosófico-científica, una hermandad secreta donde las matemáticas no eran solo una herramienta, sino la clave para comprender la armonía cósmica y alcanzar la iluminación. Sus seguidores -los pitagóricos- vivían bajo estrictas reglas: vegetarianismo, silencio prolongado y una devoción casi religiosa a los números enteros y sus maravillosas proporciones. Para ellos, el universo entero se podía explicar con fracciones de enteros: la música, la moral e, incluso, el alma. Era un mundo bello, predecible y, sobre todo, racional.
En este idílico panorama aparece nuestro segundo protagonista: Hipaso de Metaponto. Joven, brillante y, al parecer, con una curiosidad insaciable. Hipaso era uno de los discípulos más aventajados de Pitágoras, alguien que había bebido de la fuente del conocimiento numérico.
El secreto de los números irracionales
Ahora viene el nudo gordiano de nuestra historia: Hipaso se topó con algo que no encajaba en el pulcro universo pitagórico. Mientras exploraba las profundidades de la geometría descubrió un tipo de número que era… ¡irracional! Un número que no se podía expresar como una simple fracción de dos enteros.
Es fácil imaginar el revuelo que se levantó en la comunidad pitagórica. Su dogma fundamental, la piedra angular de su filosofía, hecha trizas por un simple cuadrado. Una herejía matemática de proporciones cósmicas.
Aquí es donde la historia se vuelve un poco turbia y las versiones divergen. ¿Cómo reaccionó Pitágoras ante este descubrimiento subversivo? Las fuentes antiguas no son precisamente unánimes, pero la leyenda -que siempre es más jugosa- nos ofrece varias posibilidades, todas ellas bastante dramáticas.
Una versión, la más extendida y sensacionalista cuenta que Pitágoras y los demás pitagóricos se sintieron tan amenazados por el descubrimiento de los números irracionales que juraron mantenerlo en secreto a toda costa.
Pero Hipaso, al parecer, era de esos que no se pueden callar una buena exclusiva. Ya sea por un afán de compartir el conocimiento, por una incapacidad para guardar secretos o quizás por una sutil intención de picar un poco al venerable maestro, Hipaso comenzó a divulgar su descubrimiento.
Y aquí llega el momento culminante, el clímax de nuestro drama numérico. ¿Qué le ocurrió a Hipaso por su indiscreción matemática? Las leyendas son variadas y… bueno, bastante sanguinarias.
Tres versiones y un funeral
Una versión, la más truculenta, afirma que los furiosos pitagóricos, sintiéndose traicionados y con su visión del universo hecha añicos, lo arrojaron por la borda de un barco y lo ahogaron. ¡Por revelar un secreto matemático!
Otra versión, quizás un poco menos sangrienta pero igualmente severa, sugiere que Hipaso fue excomulgado de la hermandad pitagórica. ¡El ostracismo matemático! Una tercera versión, un poco más… sutil, sugiere que el propio Pitágoras, sintiéndose profundamente decepcionado por la traición de su discípulo y el daño causado a su filosofía, fue quien indirectamente causó su muerte o su desgracia. Quizás no con sus propias manos, pero sí instigando la furia de la comunidad.
Lo cierto es que la figura de Hipaso desaparece de los registros históricos después de este episodio. Su destino final sigue siendo un misterio, envuelto en la leyenda y el drama de una disputa que trascendió las meras ecuaciones.
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Así que ya saben, la próxima vez que se enfrenten a una raíz cuadrada de dos recuerden la historia de Hipaso. Ese número «irracional», que no se puede domesticar en una simple fracción, es un símbolo de la curiosidad humana, de la valentía de cuestionar lo establecido y de la a veces turbulenta pero siempre fascinante historia de la ciencia. Y recuerden también que, incluso en el mundo abstracto de las matemáticas, los dramas humanos pueden ser tan intensos como en cualquier telenovela griega.
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