El sufrimiento de ser hijo de neandertales, marcado en centenares de dientes

Los investigadores de la Universidad de Tubinga en Alemania analizaron el esmalte de 423 dientes de 74 neandertales de hace entre 400.000 y 40.000 años, y de 444 piezas de 102 humanos modernos del Paleolítico superior, de hace entre 50.000 y 12.000 años. Se fijaron en las líneas de hipoplasia, unos surcos horizontales en el esmalte que reflejan alteraciones en el crecimiento causadas por enfermedades, infecciones, desnutrición o deficiencias nutricionales. «El esmalte dental se forma durante la infancia y no se remodela, por lo que los dientes, incluso los de los adultos, conservan un registro del crecimiento infantil», explica a este periódico Laura Limmer, coautora del estudio.

«El estrés infantil, como indica la hipoplasia en el esmalte, comienza a aumentar sustancialmente con el inicio del período de destete (el paso de la leche materna a la alimentación sólida) tanto en neandertales como en humanos modernos. La diferencia es que después del destete, en los humanos modernos el estrés comienza a disminuir, mientras que en los neandertales continúa aumentando», apunta Limmer.

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Los autores plantean la hipótesis de que los padres sapiens pudieron haber sido más capaces aliviando el estrés fisiológico experimentado por sus hijos a medida que se hacían mayores, facilitando a los niños el acceso a alimentos o explotando los recursos de manera más eficiente. Sin embargo, dicen, es posible que los neandertales no supieran o no pudieran hacer lo mismo. «Es difícil decir que los humanos modernos fueran 'mejores padres', pero concluimos que los dos grupos de homínidos manejaron los factores estresantes posteriores al destete de manera diferente, lo que sugiere diferencias sociales o de comportamiento en el cuidado de los niños», puntualiza la investigadora. «Los humanos modernos parecen haber sido más capaces» en su paternidad, pero «quizás los niños neandertales alcanzaban una mayor independencia a una edad más temprana».

A juicio de Limmer, esta diferencia de comportamiento, junto a otros factores como la tecnología, la movilidad o las capacidades de explotación de los recursos, pudieron haber contribuido al éxito de los humanos modernos y a la desaparición de los neandertales tras dominar Eurasia durante cientos de miles de años.

«Lo positivo de este artículo es que contempla una muestra muy amplia, más de 800 dientes, y muy bien pareada (prácticamente, la mitad son neandertales y la otra mitad, sapiens). Además, los dientes proceden de muchos yacimientos. Eso lo hace muy interesante», señala a ABC Ana Mateos, investigadora en paleofisiología y ecología humana en el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) y que no ha participado en el trabajo. Pero la investigadora cree que la interpretación de que había diferencias en el cuidado de los niños «es muy arriesgada y discutible». El salto en los resultados para reconstruir una estrategia de comportamiento «no me acaba de convencer -dice-, cuando sabemos que todos los primates cuidan y soportan a sus crías mientras necesiten cuidados».

Para Mateos, «hay otros factores complejos que pueden estar detrás de esos resultados. Los dientes proceden de diferentes yacimientos, desde la Península Ibérica (Zafarraya, Granada) y el centro y el norte de Europa al Próximo Oriente, por lo que los recursos disponibles y el clima no van a ser los mismos», argumenta.

Antonio Rosas, profesor de investigación del CSIC y director del Grupo de Paleoantropología en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, encuentra el trabajo «muy interesante». Se congratula de que muestre «diferencias claramente marcadas entre sapiens y neandertales, porque en los últimos tiempos nos estamos acostumbrando a ver trabajos publicados en los que ambas especies parecen iguales. Y yo creo que los neandertales eran una especie distinta, con diferencias anatómicas muy significativas».

Los resultados, cuenta el científico, coinciden con los preliminares de otro estudio de líneas de hipoplasia llevado a cabo con restos de neandertales del yacimiento de El Sidrón, en Asturias, y en el que también se observa el sufrimiento posterior al destete. «Es posible que la 'seguridad social' de los neandertales en torno a los niños no fuera tan buena y les llevara a una vida peor, pero me recuerda a la visión clásica de la superioridad de los sapiens, que no me gusta. Yo apuntaría a otra posibilidad: que el desarrollo fisiológico del cerebro y el cuerpo de los neandertales sea distinto, como hemos visto en El Sidrón, e imponga unos tiempos diferentes».

Rosas también señala que los neandertales podrían tener un periodo de destete más largo y tardío y, probablemente, distintas condiciones del sistema inmunológico y la exposición a distintas infecciones. Cuestiones que hay que tener en cuenta antes de colgar a los neandertales el cartel de 'malos padres'.