Avi Loeb vuelve a la carga: el nuevo objeto interestelar podría ser un artefacto extraterrestre «posiblemente hostil»

Un nuevo estudio del polémico astrofísico de Harvard enumera varias anomalías en 3I/Atlas que podrían explicarse si se tratara de un objeto artificial

Avi Loeb, el astrofísico de Harvard que cree en los extraterrestres: «No estamos preparados para el contacto«

El objeto interestelar 3I/ATLAS en imágenes del Telescopio de 0,43 metros del Deep Random Survey en Chile Nrco0e, aka K Ly at Deep Random Survey

Avi Loeb lo ha vuelto a hacer. La aparición del 3I/Atlas, en efecto, el tercer objeto interestelar detectado por el hombre, ha dado nueva munición al célebre astrofísico de Harvard para alimentar sus polémicas tesis. Y aunque los astrónomos creen que podría tratarse de ... un cometa, Loeb, en colaboración con Adam Hibberd y Adam Crowl, miembros ambos de la Iniciativa para Estudios Interestelares de Londres, acaba de plantear en un nuevo estudio la intrigante posibilidad de que 3I/Atlas sea, en realidad, un artefacto tecnológico funcional. Uno, incluso, «posiblemente hostil». El trabajo puede consultarse ya en el servidor de prepublicaciones 'arXix'.

Después del célebre Oumuamua y del cometa 2I/Borisov, 3I/Atlas es el tercer 'visitante' de otra estrella que hemos conseguido 'pillar' atravesando el Sistema Solar. Su propio nombre, 3I/Atlas, se refiere a su clasificación como el tercer 'interloper' (intruso) interestelar, y a que fue descubierto por el sistema de alerta de colisión de asteroides ATLAS (Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System). A diferencia de los objetos de nuestro propio sistema, que orbitan alrededor del Sol, los objetos interestelares viajan a través del espacio como flechas, y a menudo demasiado rápido como para ser captados por la gravedad de una estrella como la nuestra. Por eso, atraviesan limpiamente nuestro sistema planetario, entrando por un extremo y saliendo después por el opuesto para no volver jamás. Su identificación, sin embargo, nos ofrece una oportunidad única para estudiar la composición y las condiciones de regiones remotas de nuestra galaxia.

Avi Loeb: El astrofísico que desafía lo establecido

Avi Loeb no es un astrónomo al uso. Desde hace años, en efecto, este renombrado científico ha acaparado titulares y ha generado un encendido debate por sus audaces teorías sobre la vida extraterrestre. Su nombre saltó a la fama en 2017, cuando tras el descubrimiento de Oumuamua, el primer objeto interestelar conocido, sugirió que no se trataba de una simple roca espacial, sino de una sonda extraterrestre construida por una civilización alienígena avanzada. La idea, calificada de descabellada por muchos de sus colegas, sentó las bases de su filosofía: la necesidad de mantener una mente abierta y considerar, como una más, también la hipótesis tecnológica como posible explicación para fenómenos anómalos.

Más recientemente, a mediados de 2023, Loeb volvió a la carga con la supuesta recuperación de esférulas metálicas del fondo del Pacífico y que, según él, serían fragmentos de otro objeto interestelar artificial. Aunque sus demostraciones, a primera vista inquietantes, no lograron tampoco esta vez convencer a la comunidad científica, Loeb no ceja en su empeño. En una entrevista concedida a ABC en agosto de 2023, el investigador explicaba su postura: «Los expertos en rocas espaciales insisten en que todo lo que hay en el cielo debe ser piedra. Yo lo llamo 'la edad de piedra de la ciencia'. La única forma de obtener nuevos conocimientos científicos es tener una mente abierta a los nuevos conocimientos».

3I/Atlas: ¿cometa o nave espacial?

En su nuevo estudio, Loeb y sus coautores enumeran una serie de características anómalas de 3I/Atlas que, a su juicio, desafían la idea de un origen puramente natural. La primera de todas es la alineación inusual de su plano orbital retrógrado con la eclíptica. La órbita de 3I/Atlas alrededor del Sol, en efecto, es retrógrada (es decir, avanza en dirección opuesta a la mayoría de los objetos de nuestro Sistema Solar) y su plano orbital se encuentra a menos de 5 grados del plano de la eclíptica (el plano de la órbita terrestre). La probabilidad de que esta coincidencia ocurra de forma aleatoria es de apenas un 0,2%. Para Loeb, esta asombrosa precisión podría ser el indicativo de una inteligencia extraterrestre que busque interactuar con la Tierra, permitiendo un acceso más fácil.

En segundo lugar, la luminosidad del objeto sugiere un tamaño considerable, aproximadamente 20 kilómetros de diámetro si consideramos un albedo típico del 5%. Pero si 3I/Atlas fuera realmente un asteroide interestelar de ese tamaño, dice Loeb, entonces deberíamos haber detectado cerca de un millón de objetos más pequeños (de alrededor de 100 metros, como Oumuamua). La aparente escasez de estos objetos de menor tamaño hace, sin embargo, que uno tan grande sea «demasiado grande para ser verdad» si realmente fuera de origen natural.

La tercera 'pista' sería la ausencia de características espectrales claras de gas cometario. Las observaciones, de hecho, no han revelado las firmas que se esperarían de un cometa. La falta de una 'cola' o 'coma' clara, por ejemplo, genera dudas. Sin embargo, es importante señalar que algunos astrónomos argumentan que la lejanía actual del objeto podría dificultar la observación de estas características, y de hecho, imágenes más recientes del 3I/Atlas parecen mostrar un aspecto más acorde con el de una cometa.

Y aún hay más. Según explica Loeb, el objeto hace gala aproximaciones cercanas 'sincronizadas' a múltiples planetas de nuestro Sistema Solar. Hasta el punto de que 3I/Atlas parece estar 'programado' para aproximarse inusualmente cerca de Venus (a 0,65 UA), Marte (a 0,19 UA) y Júpiter (a 0,36 UA). La probabilidad acumulada de que esto ocurra de forma natural, en relación con otras órbitas con parámetros similares pero un tiempo de llegada aleatorio, es de un ínfimo 0,005%. En otras palabras, para Loeb y sus colegas, este patrón de acercamiento 'demasiado cercano' a múltiples planetas podría ser el un indicio de una trayectoria dirigida.

¿Se oculta intencionadamente?

Otro aspecto que levanta las sospechas del científico es que 3I/Atlas alcanzará su perihelio (el punto más cercano al Sol) justo en el lado opuesto del Sol con respecto a la Tierra. Lo cual, según Loeb, «podría ser intencional para evitar observaciones detalladas desde telescopios terrestres cuando el objeto sea más brillante o cuando se envíen dispositivos a la Tierra desde ese punto de observación oculto». Esa posición, además, haría más fácil llevar a cabo una maniobra de Oberth inversa clandestina, una estrategia óptima de alto empuje para que una nave espacial interestelar frene y quede ligada gravitacionalmente al Sol.

La dirección de la que procede 3I/Atlas también es digna de mención. El objeto, de hecho, procede del brillante centro de la Vía Láctea, una zona con gran aglomeración de estrellas y que hizo más difícil su detección temprana. Loeb argumenta que, si se hubiera detectado con más de un año de antelación, se habría podido lanzar una misión para interceptarlo.

Finalmente, las velocidades de empuje necesarias para lanzar 'artefactos' desde 3I/Atlas e interceptar Venus, Marte o Júpiter serían inferiores a 5 kilómetros por segundo. Esta velocidad, de manera inquietante, es alcanzable por misiles balísticos intercontinentales, lo que añade otra capa de especulación sobre la naturaleza del objeto.

La hipótesis del «Bosque Oscuro» y la apuesta de Pascal

La hipótesis de que 3I/Atlas pudiera ser un artefacto tecnológico entronca directamente con la llamada hipótesis del 'Bosque Oscuro', popularizada por la novela de ciencia ficción de Cixin Liu del mismo nombre. Esta teoría, abrazada por científicos como el propio Stephen Hawking, propone que nuestro vecindario cósmico no está vacío, sino que está habitado por civilizaciones inteligentes hostiles y silenciosas, que evitan la detección para no ser identificadas por posibles depredadores. En este contexto, el silencio en las búsquedas de señales de radio por parte de la comunidad SETI no se debería a la ausencia de civilizaciones extraterrestres, sino al miedo a una destrucción mutua. Por lo tanto, si 3I/Atlas resultara ser un artefacto tecnológico, su naturaleza podría ser benigna (un simple mensajero) pero también maligna (una sonda de reconocimiento).

Por supuesto, en ningún momento Loeb y sus colegas afirman categóricamente que 3I/Atlas sea un artefacto tecnológico, pero sí que defienden que la hipótesis merece, como mínimo, un análisis científico riguroso por dos razones fundamentales. En primer lugar, si la idea fuera correcta, las consecuencias para la humanidad podrían ser 'terribles' y podrían requerir 'medidas defensivas', aunque posiblemente inútiles. Para Loeb, la posibilidad de un encuentro con una civilización extraterrestre, especialmente una potencialmente hostil, es un riesgo existencial que no debería ser ignorado.

En segundo lugar, la hipótesis supone un ejercicio científico enriquecedor en sí mismo, digno de exploración, independientemente de su validez final. Para Loeb, incluso si al final resultara ser un objeto natural, el proceso de investigar estas anomalías empujaría igualmente los límites del conocimiento y nos prepararía para futuras detecciones.

Para justificar esta aproximación, Loeb y sus colegas se apoyan en la 'apuesta de Pascal', el célebre razonamiento del matemático Blaise Pascal sobre la existencia de Dios. Pascal argumentaba que los beneficios potenciales de creer en Dios (la salvación) superan con creces las posibles pérdidas (una creencia equivocada), mientras que las pérdidas de no creer son mucho mayores que los beneficios. Aplicado a 3I/Atlas, Loeb sugiere que «alertar a la humanidad del riesgo existencial de 3I/Atlas» supera los inconvenientes de una teoría que no se ajusta a la realidad, mientras que las pérdidas de la incredulidad serían mucho mayores.

Críticas y el «riesgo existencial»

Las ideas de Avi Loeb, aunque fascinantes, han sido objeto de numerosas críticas por parte de la comunidad científica. Muchos astrónomos consideran que sus afirmaciones son demasiado especulativas y que carecen de evidencia sólida que las respalde. La mayoría de sus colegas, en efecto, optan por la explicación más parsimoniosa: Oumuamua era un objeto natural, igual que también lo es 3I/Atlas, muy posiblemente una cometa. Y algunas de las supuestas anomalías mencionadas por Loeb, como la ausencia de gas cometario, podrían explicarse por la distancia o la fase de la órbita del objeto. Las Imágenes más recientes, de hecho, parecen apoyar la interpretación de que realmente se trata de un cometa.

A pesar de todo, Loeb insiste en la importancia de explorar todas las posibilidades, y afirma que «ignorar la opción tecnológica no es un signo de inteligencia». En todo caso, las nuevas capacidades tecnológicas de la próxima década podrían despejar las dudas. Se espera que el Observatorio Vera C. Rubin detecte decenas de nuevos objetos interestelares en los próximos años, lo que será clave para arrojar luz sobre estos misteriosos viajeros cósmicos y quizás, solo quizás, para validar (o refutar definitivamente) las audaces hipótesis de Avi Loeb. ¿Será 3I/Atlas una simple roca, o la punta del iceberg de una verdad mucho más sorprendente y peligrosa? Solo el tiempo, y los datos, lo dirán.

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