«Todavía estoy sudando»
Científicos e ingenieros del Centro de Astrobiología del INTA han vivido con nervios y emoción la llegada, junto con el rover Curiosity, del primer instrumento español a Marte
borja robert
Primero nervios. Después aplausos y algún abrazo furtivo. El aterrizaje del rover Curiosity, portador del primer instrumento científico español en viajar a Marte, se ha vivido con emoción en el Centro de Astrobiología (CAB) del INTA. En un auditorio abarrotado para vivir en directo ... los «siete minutos de terror» . Siete minutos de precisión y éxito que han posado, sana y a salvo, la nave más grande y sofisticada que haya tocado nunca el Planeta rojo. Ahora le aguardan dos años de misión para determinar la habitabilidad , pasada o presente, del cuarto mundo del Sistema Solar.
Un bip y la imagen del centro de control del Centro de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en Pasadena (California) estallando en un aplauso han sido la señal de que Curiosity estaba en suelo marciano. El auditorio del CAB no ha sido menos. Alegría, batir de palmas y caras de alivio y éxito. «Las probabilidades de fracaso eran altas», ha asegurado María Paz Zorzano, investigadora del REMS presente en la sala. «Euforia, emoción», asegura que ha sentido. «Son muchos años de trabajo», explica. Lleva ocho años implicada en el proyecto, asegurándose que el diseño de REMS era el adecuado para cumplir con los objetivos científicos de la misión.
«Ha sido muy emocionante», afirma Javier Martín Soler, ingeniero de REMS, mientras porta una réplica del instrumento que ahora ya está sobre el cráter Gale. «Histórico. Supongo que los olímpicos que ganan un oro se sentirán parecido. Es un esfuerzo de muchos años y mucho trabajo», sentencia. Decenas de visitantes asaltan a los trabajadores del CAB tras la retransmisión. Muchos para darles la enhorabuena, y otros para hacerles preguntas sobre algún aspecto concreto. Responden contentos.
María Paz Zorzano recuerda que no está todo hecho. «Éste es solo uno de los puntos críticos. Ahora Curiosity tiene que demostrar que puede durar dos años». Aunque el antecedente de Spirit y Opportunity es bueno —la primera duró 20 veces más del tiempo previsto, y la segunda aún funciona desde 2004—, el instrumental del nuevo rover es más sensible y tiene que demostrar su resistencia a las condiciones del Planeta rojo.
De momento, las primeras fotos, tomadas por la cámara de navegación (en blanco y negro y de muy baja resolución) son un primer buen síntoma. Aun así, dice Zorzano, la NASA se tomará unos días para hacer los estudios de salud al rover. Para asegurar que todos los instrumentos han llegado bien, y que pueden operar con normalidad.
«Un éxito para la ciencia»
Julio Romeral ha vivido con su hija pequeña —de chupete y carrito— la llegada de MSL. Él trabaja en el CAB, pero la guardería para empleados aún no estaba abierta a esas horas. Es ingeniero electrónico y trabaja en la calibración de los sensores de viento de REMS. «Estoy sudando todavía», asegura después del evento. De nervios. «No oía bien a la gente de la NASA», dice. Los pitidos que debían indicar el progreso de la misión, en Madrid han sido sustituidos por los aplausos en California que emitía NASA TV. Tímidos en la entrada en la atmósfera, algo más efusivos con el despliegue del paracaídas, fuertes cuando Skycrane se situaba a 20 metros del suelo para descolgar el rover, y atronadores cuando ha tocado suelo.
Lola Sabau, investigadora del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial, lo tiene claro. «Esto es un éxito para la ciencia y para la industria nacional española», asegura. Aunque ella no trabaja en MSL, ni el en CAB, no ha querido perderse el acontecimiento. También le ha emocionado. «En estos momentos en los que el país está como está, me alegro de que la ciencia todavía levante pasiones y sueños», dice. «Merece la pena».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete