La técnica que permite tener unos orgasmos más intensos

Verónica Selis, entrenadora corporal y especialista en suelo pélvico y flexibilidad, explica que el suelo pélvico es el conjunto de músculos y tejido conectivo que cierra la pelvis por abajo y funciona de sostén. «Pero en una mirada más amplia, hay que saber que la pelvis como estructura ósea y los órganos que están dentro de ella también forman parte del suelo pélvico, porque luego todo se va a ver implicado».

En el caso de las relaciones sexuales, el suelo pélvico tiene un papel fundamental. Irene Fernández, fisioterapeuta especializada en suelo pélvico, manifiesta que en el caso de las relaciones sexuales con penetración, el tono de la musculatura permite sentir más o menos la zona. «Si la tengo muy cedida, cuando haya penetración, el roce mecánico de la herramienta que se esté utilizando no se va a sentir tanto y la satisfacción se verá disminuida».

Pero además, el suelo pélvico también es importante en las relaciones sexuales sin penetración para la vascularización de la zona. «Cuando contraigo y relajo un músculo, sea el músculo que sea, la vascularización de la zona que estoy contrayendo, aumenta, lo que hace que las estructuras de alrededor estén mejor nutridas y se lubrique correctamente», expone Fernández. Esto es importante para que la mujer no sienta dolor durante el sexo.

Para cuidar nuestro suelo pélvico es necesario hacer un trabajo analítico de la zona , pues cada mujer es distinta y requerirá de unos ejercicios u otros. De hecho, siempre se habla de las bolas chinas y los ejercicios de Kegel, pero fortalecer demasiado este músculo puede tener un efecto negativo. «Si el músculo no tiene la capacidad de contraerse y relajarse, la vascularización tampoco será buena. Y si hablamos de penetración, esta será difícil. Mujeres con exceso de tono en el periné, no tendrán relaciones sexuales placenteras, pero no por falta de sensación, sino por dolor», indica la experta.

«La musculatura del suelo pélvio también va a ayudar a la erección del clítoris , que depende de que los músculos tengan la capacidad de relajarse para llenarse de sangre», comparte. Si el músculo tiene exceso de tensión, no podrá llenarse de sangre y no se producirá la erección del mismo, por lo que esas sensaciones físicas locales de la mujer no van a darse.

En una relación sexual –señala Fernández– en el útero se produce un movimiento hacia atrás y hacia arriba, haciendo que la vagina crezca para aceptar la penetración y, si hay eyaculación interna, los espermatozoides se almacenen hasta que asciendan al útero. «De todo esto se encarga la musculatura del suelo pélvico».

En la respuesta sexual intervienen varios factores: la respiración , el movimiento de la pelvis y el movimiento del suelo pélvico . Para empezar a trabajarla primero hay que localizar y reconocer esta zona, ponerle nombre a las diferentes estructuras y afrontar los distintos tabús que puedan haber.

«En el momento en el que empiezas a trabajar una zona se la estás dando a conocer a tu cerebro. Así es más fácil conectar con ella», subraya Fernández. Y es que tener un buen conocimiento de la zona permite sentir más e intensificar las relaciones.

Por otro lado, si durante el acto sexual contraes y relajas de manera voluntaria el suelo pélvico , conseguirás sensaciones mayores. Pero no solo para la mujer, sino también para el hombre, en el caso de que sea una relación heterosexual.

Igualmente es necesario recordar que la penetración es solo una parte del acto sexual, no todo. De hecho, a muchas mujeres durante el posparto no les satisface, ya sea porque tienen una cicatriz a causa de una episiotomía, por falta de tono o por estar dando el pecho y no tener una buena lubricación. «Hay que conectar con ello desde la base y no desde el ' coitocentrismo ', pues ayuda mucho a mejorar las relaciones sexuales, explorar nuestro cuerpo y el del otro y saber pedir lo que uno quiere», recuerda la experta.

Es habitual que durante el verano dejemos las rutinas de autocuidado a un lado y nos centremos en disfrutar de las vacaciones. Sin embargo, es importante retomarlas a la vuelta para mantenernos saludables. Por ello, desde INTIMINA proponen cuatro ejercicios para empezar el curso en la mejor forma:

- Respiración con el abdomen . Túmbate boca arriba y coloca un objeto en el abdomen, como por ejemplo, un libro. Después, estira tus brazos sobre la esterilla y relájalos. A continuación, inspira por la nariz y lleva todo el aire al abdomen. Aguanta unos segundos y después expulsa el aire poco a poco por la boca haciendo que se contraiga la musculatura abdominal. El objeto que hayas colocado te ayudará a saber si estás realizando correctamente el ejercicio, dependiendo de si se eleva o no al respirar.

- Elevación de la pelvis . Colócate tumbada bocarriba y ponte un objeto debajo de la pelvis, preferiblemente de espuma blanda. Mantén las rodillas flexionadas, los pies pegados al suelo y los brazos a los lados del cuerpo. Cuando tengas la posición correcta, empieza a elevar la pelvis mientras aprietas tus glúteos y llevas el ombligo hacia tu espalda, de esta manera, el objeto se irá liberando. Deberás mantener las piernas firmes y los pies pegados al suelo. Realiza el movimiento de manera suave y repítelo 10 veces.

- Movilizar la zona a la vez que expulsas el aire . En la misma posición que los ejercicios anteriores, abre los brazos en forma de cruz y cuando estés preparada, inspira. A la hora de expulsar el aire, sube las rodillas hacia ti y llévalas hacia un lado. Después, muévelas hacia el lado contrario. Este ejercicio masajeará la zona de forma natural.

- Controlar las contracciones . Colócate en cuadrupedia con los antebrazos sobre el suelo, de manera que te permita apoyar la frente encima de tus manos. Después, separa ligeramente las rodillas, relaja el tronco y aprieta el abdomen, llevando el ombligo hacia la espalda, de forma que sientas cómo se contrae la zona pélvica. Mantén la contracción unos segundos y repite el movimiento 10 veces.

Con esta rutina de ejercicios evitarás que se debilite la musculatura de tu suelo pélvico, manteniéndolo tonificado. Recuerda siempre consultar con un especialista para que te recomiende los mejores ejercicios para ti, porque puedes no necesitar tonificarlo, sino hacerlo más flexible.