Cuidados
Cómo cuidar los oídos en verano
La extracción de tapones de cera antes de la temporada estival y mantener la integridad de la piel del conducto y el pH ácido son fundamentales para evitar las otitis externas, muy comunes especialmente los meses de verano

¡Qué poco nos gusta cuando se nos mete agua en los oídos ! Estamos en la ducha dándonos un placentero baño y cuando salimos nos damos cuenta de que tenemos esa sensación que no es agradable para nadie. Comenzamos a dar saltitos, pegamos ... la oreja al hombro etc, y hasta que no ha pasado un buen rato no se nos va la molestia.
Pero esto se acentúa todavía más los meses de verano, cuando nos sumergimos en piscinas, playas... «Las patologías más frecuentes que se ven en la consulta de otorrinolaringología durante los meses estivales son dos: la otitis externa de las piscinas y deportes de agua y los problemas de compensación asociados al buceo», dice la Dra. Nieves Mata, jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Nuestra Señora del Rosario.
Las otitis externas son frecuentes en nadadores y en otros deportes de agua como el surf , donde el individuo se expone a un ambiente húmedo durante muchas horas.
«En la otitis externa es la piel del oído externo la que se ve afectada. Esta infección causada generalmente por una bacteria llamada Pseudomona aeruginosa produce una inflamación del conducto auditivo externo, lo que se traduce en un dolor intenso al presionar la parte anterior del conducto o al apoyar la cabeza sobre la almohada. Cuando se valora el oído con el otoscopio se ve un edema en el conducto que impide ver la membrana timpánica y una supuración, en ocasiones verdosa, que sale hacia el exterior», cuenta la doctora Mata.

Qué hacer y qué no
Mantener la integridad de la piel del conducto y el pH ácido es fundamental para evitar las otitis externas. Explica Nieves mata que el uso de bastoncillos quita la capa protectora de cera que hidrata el conducto: «La sequedad de la piel produce picor y el picor induce al rascado del oído». Este círculo vicioso de picor-irritación altera la integridad de la piel del conducto. Eso, unido a los baños continuos en la piscina o en el mar, favorece la entrada de bacterias, lo que perpetúa la inflamación y la supuración.
«Los consejos, por tanto, serían: no utilizar bastoncillos, no utilizar otros instrumentos para el rascado del conducto (patilla de gafa, clip, capuchón de bolígrafo), mantener la piel del conducto hidratada con emolientes, aceites, crema de cara que se puede introducir sólo con el dedo y evitar la exposición al agua cuando se produce un rascado profuso o hay signos de inflamación local», aconseja la otorrinolaringóloga. Tal como dice la experta, algunos productos del mercado formulados con ácido acético se pueden utilizar para eliminar el cúmulo de agua del conducto auditivo externo que puede favorecer el desarrollo ulterior de una otitis externa. Para evitar las otitis externas también se recomienda la extracción de tapones de cera antes de la temporada de baño.
Los buceadores, en cambio, tienen problemas a nivel del oído medio: «Notan dolor con las inmersiones porque la presión negativa que se produce en el oído medio al descender no se compensa adecuadamente. La trompa de Eustaquio es la encargada de equilibrar estas presiones», dice Nieves Mata. Este pequeño conducto de unos 3-4 cm de largo comunica el oído medio con la fosa nasal y controla la presión en el oído medio. «Tras una inmersión se puede notar un dolor agudo de oído, con pérdida de audición, vértigo o incluso salida de sangre por el oído (otorragia). Estos síntomas pueden indicar un barotrauma del oído con lesiones que van desde un enrojecimiento del tímpano hasta una perforación traumática por cambio de presión», alerta la experta.
A estos consejos hay que sumar no bucear en caso de presentar síntomas de congestión nasal: catarro, rinitis alérgica, sinusitis... «Algunas alteraciones de la anatomía nasal pueden impedir una adecuada compensación durante el descenso por lo que se recomienda la revisión de la fosa nasal y pruebas audiológicas que valoren las presiones en el oído medio antes de realizar cursos de buceo o inmersiones prolongadas», señala Nieves Mata.
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