referéndum escocés
Una larga marcha hacia la secesión trufada de obstáculos políticos y económicos
La posible pérdida de triple A crediticia o del sillón en la UE, el dilema entre el euro o la libra o el reparto de los ingresos del petróleo del mar del Norte figuran entre los interrogantes
borja bergareche
El Partido Nacionalista Escocés (SNP por su siglas en inglés) celebró a finales de octubre su conferencia anual con el sabor dulce del referéndum de independencia lanzado el lunes 15 por David Cameron y Alex Salmond amargado levemente por la ... tenacidad de la realidad y el mal trago del pragmatismo. Los últimos sondeos coinciden en recoger un descenso en el apoyo a la independencia , una causa que comparte en estos momentos menos del 30% del electorado escocés. La perspectiva de liderar un hipotético nuevo Estado independiente, además, ha obligado a una formación con una fuerte tradición pacifista a enfundarse, en aras del pragmatismo y la credibilidad de su discurso, el uniforme militar de la Alianza Atlántica.
En una reñida votación triple, el congreso del SNP aprobó dejar de lado su tradicional oposición estatutaria a la OTAN por 426 votos frente a 332. Al menos dos diputados regionales del SNP han presentado su dimisión por este giro doctrinario . Una muestra menor de los obstáculos y servidumbres que jalonan una posible larga marcha escocesa hacia el Estado propio, entre los que destacan los siguientes:
1. Escaso apoyo a la independencia
El reto más inmediato para el proyecto independentista del líder nacionalista, Salmond, es convencer a sus propios compatriotas. Según un sondeo publicado esta semana por «The Times», el apoyo a la independencia ha bajado del 39% en enero al 30%, mientras que el deseo de seguir formando parte del Reino Unido es apoyado por un 58% de los encuestados, 8 puntos más que en enero. Otro sondeo publicado recientemente por el «Scottish Herald» asigna un 28% de apoyo a la secesión (38% en enero) y un 53% a la permanencia en Gran Bretaña. El grado de apoyo a la separación coincide con lo que los expertos denominan como «voto patriota» , que identifican con quienes se definen como «solo escocés, no británico». Según el llamado «informe Moreno», esta cifra era del 19% en 1992, alcanzó un máximo del 37% en 2000, y en 2007 había bajado al 27%.
2. Posible pérdida de la calificación AAA
A finales de octubre, el «Financial Times» recogía la advertencia lanzada por el «número dos» del ministerio de Finanzas, Danny Alexander , de la posible rebaja de la calificación crediticia de la deuda soberana de «un país nuevo sin un historial fiscal establecido».
Standard & Poor’s, Fitch y Moody’s ya han advertido que no heredaría la triple A
En febrero, las tres principales agencias de calificación –Standard&Poor’s, Moody’s y Fitch- aseguraban al diario financiero que Escocia no «heredaría» de forma automática la calificación AAA de la que goza el Reino Unido, que permite a las arcas públicas financiarse con unos tipos de interés baratos. Fitch aclara que no es posible determinar cuál sería esta calificación sin conocer las condiciones y plazos de un hipotético proceso de secesión. El Reino Unido sin Escocia sí mantendría la calificación máxima, según Fitch.
3. Fuerte dependencia de los ingresos del petróleo
Todos los cálculos de viabilidad de un hipotético nuevo Estado escocés pasan por regar las arcas escocesas con los ingresos provenientes del petróleo y gas del Mar del Norte. Su extracción generó 13.5000 millones de ingresos en 2011. El SNP siempre ha reivindicado que el 91% pertenecerían a una Escocia independiente por el reparto de las aguas territoriales, aunque los expertos coinciden en asignarle hasta un 95-96%. Sin embargo, hablamos de una tarta menguante desde el pico de producción alcanzado en 1999 en una zona que produjo en 2010 2,4 millones de barriles de petróleo, frente a 4,4 diez años antes.
La economía escocesa supone el 8 del PIB británico y su tamaño es una décima parte de la de Inglaterra. Sin los ingresos del crudo, el Gobierno escocés arrastraría un déficit presupuestario de más de 20.000 millones de euros, equivalente al 17.8% del PIB (según cifras de «The Times»). Un endeudamiento que dificultaría el acceso a crédito barato. Contar con esos ingresos disminuiría el déficit a unos 10.000 millones, y dejaría el déficit en el entorno más sostenible del 10% del PIB.
4. ¿Euro o libra esterlina?
Durante años, el proyecto independentista del nacionalismo escocés –y el de muchos otros nacionalismos europeos- pasaba por romper con Londres para casarse con Bruselas, un matrimonio que pasaba por la asunción del euro como moneda. La crisis en la Eurozona convierte ese escenario en suicida electoralmente . Y ha llevado a Alex Salmond a reivindicar una y otra vez que una Escocia independiente mantendría la libra como moneda.
Ello supondría mantener el papel del Banco de Inglaterra como prestamista de último recurso y, según el SNP, un puesto permanente para Escocia en el comité que determina la política monetaria. Un escenario con el que discrepan muchos economistas por el riesgo de establecer una unión monetaria sin unión fiscal, que podría conducir a un escenario como el de la zona euro. Salmond niega este riesgo porque los niveles de productividad serían similares a ambos lados de la frontera.
5. Un Royal Bank of Scotland con sede en Londres
La entidad bancaria, fundada en 1727 y con sede en Edimburgo, llegó a ser el mayor banco del mundo antes del «crack» de 2008. Pero después se convirtió en uno de los tres bancos británicos nacionalizados. El Estado es, desde 2009, propietario del 82% del grupo. El rescate de Royal Bank of Scotland (RBS), mediante sucesivas inyecciones de capital público por valor de 65.000 millones, está considerado como el más caro de Europa. Y los expertos coinciden en que una Escocia independiente no habría podido asumir el rescate. «El sistema escocés no habría podido rescatar a RBS de ninguna forma, y no podrá en el futuro», asegura el profesor Charles Goodhart.
Alastair Darling , ministro de Finanzas durante el rescate, es el rostro visible de la campaña contra la independencia y maneja a menudo, con rotundidad, estos argumentos. La independencia podría llevar a RBS a mudar su sede a Londres.
6. Pertenecer o no pertenecer a la UE
Sobre este tema existen dos tesis legales con igual número de defensores. Salmond considera que la independencia supondría un retorno a la situación previa a la unión de las coronas inglesa y escocesa en 1707, un acto que consideran como un tratado internacional entre dos naciones soberanas. Según este análisis, de la escisión resultarían dos nuevos Estados –Escocia y el resto del Reino Unido- que, o bien ambos deben volver a solicitar el ingreso en la UE, o bien ambos mantienen su condición de miembros. El presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso , cuestionó este enfoque en septiembre y advirtió que cualquier Estado nuevo debe solicitar el ingreso en la UE según los procedimientos establecidos.
7. La flota de submarinos nucleares, en Escocia
El voto sobre la postura ante la OTAN muestra el incómodo equilibrio que debe realizar el SNP entre su tradición pacifista –Salmond criticó mucho la guerra de Irak- y sus obligaciones militares con el Reino Unido, que gasta más de 700 millones de euros al año en Defensa en Escocia. Con el regreso de la mayoría de las tropas británicas acuarteladas en Alemania, Escocia albergará unos 20.000 miembros de las Fuerzas Armadas. Además, sus aguas esconden las instalaciones de mayor valor estratégico para el Reino Unido: el puerto de aguas profundas en Faslane, sede de la flota de submarinos de tipo Vanguard que asegura el «paraguas nuclear» británico con sus misiles nucleares tipo Trident.
La construcción de unas instalaciones similares llevaría años, por lo que una hipotética Escocia independiente debería negociar con Londres el destino compartido del equipamiento y arsenal nuclear. Con el problema de que Salmond promete una Escocia independiente «libre de [armas] nucleares». Un reciente informe de la comisión de Asuntos Escoceses de la Cámara de los Comunes alertaba de que una victoria del «Sí» podría forzar al Reino Unido a un «desarme unilateral» de sus misiles Trident «a los pocos días» de la celebración del referéndum.
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