Mo Yan, un premio doblemente justo
La Academia Sueca ha reconocido con el Nobel de Literatura a un escritor que utiliza el chino, la lengua más hablada del mundo, y cuya obra es una de las más creativas y originales de nuestros días
FERNANDO PASTRANO
Con Mo Yan (Gaomi, Shandong, 1955) la Academia Sueca ante todo ha hecho doblemente justicia . Justicia, pues ha reconocido a un escritor que utiliza el chino , la lengua más hablada del mundo y la más antigua aún en uso, ... que solo tiene hasta ahora dos premios Nobel. Y justicia, pues la obra de Mo Yan es, al margen de la lengua en la que se expresa, una de las más creativas y originales de nuestros días .
Durante años, Mo aparecía en las listas de posibles ganadores, tanto que ya era un habitual de las quinielas , sin que pocos llegaran a creerse que era algo más que un candidato. Entre esos pocos estaba el Nobel japonés Kenzaburo Oé, al que le gustaba repetir que « si pudiera escoger al próximo Premio Nobel, este sería Mo Yan» . Hoy debe de estar contento.
El otro Nobel chino (por ahora) es Gao Xingjian , que lo ganó en el 2000 . Sin embargo ambos autores son muy diferentes, casi opuestos . Mientras que Gao es un escritor más clásico, sobrio, y vive exiliado en París desde 1987, Mo es más espontáneo, fabulador , y nunca ha vivido fuera de su amada China .
Su obra en español
En España el gran público apenas lo conoce porque algunos de sus relatos sirvieron para hacer el guión de la película « Sorgo Rojo», de Zhang Yimou, que obtuvo el Oso de Oro en Berlín en 1988 . Más adelante, la editorial Kailas publicó en castellano «Las baladas del ajo» (2008), «La vida y la muerte me están desgastando» (2010)... y sobre todo su monumental novela «Grandes pechos, amplias caderas» (2007) , en las que describe una trayectoria que va de la tragedia descarnada a la ácida ironía. Una revisión minuciosa de la reciente historia de China, contada con una buena dosis de imparcialidad, sarcasmo, sensualidad y humor negro .
A Mo se le ha comparado con Kundera, Kafka, Faulkner, Lu Xin y García Márquez , aunque él me confesó en 2008 que le gusta sobre todo la última semejanza, pues cree que hay muchas similitudes entre Gaomi (su pueblo natal) y Aracataca ; entre Condado Paraíso (en el que trascurren «Las baladas del ajo») y Macondo.
Partidario de la fábula y el realismo fantástico, su seudónimo habitual no es más que la frase que le solía repetir su madre en dialecto de Qingdao para que no se metiera en problemas: «Mo yan, mo yan» (No hables, no hables) . Extraño nombre para alguien cuyo oficio es contar historias.
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