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museo de las colecciones reales

El guardián de las joyas de la Corona

Entre el Palacio Real y La Almudena, hacia abajo, se construyen 40.475 metros cuadrados para reunir los tesoros de los Austrias y los Borbones

estudio tuñón y mansilla

maría isabel serrano

Edificio de cuatro plantas descendentes. Luz natural. Salas espaciosas. Situado entre el Palacio Real y la Catedral de la Almudena. Amplias zonas verdes como el Campo del Moro y los Jardines de Sabatini. Vistas a la Sierra de Guadarrama. Zona tranquila y monumental. Razón, Patrimonio Nacional. Tranquilos. No es una oferta inmobiliaria. Se trata del futuro Museo de las Colecciones Reales , el guardián de todas las joyas de la Corona, excepto las que ya se exponen en palacios y reales sitios. Hay espacio suficiente: 40.475 metros cuadrados que el público podrá disfrutar a partir de 2016.

El proyecto, que costará unos 150 millones de euros , arrancó con fuertes críticas. Sobre plano, da la sensación de algo faraónico y destartalado. Grande. Enorme. Una vez dentro, uno se siente como uno de los personajes de la serie infantil de «Los diminutos». El granito ayuda poco, por su frialdad. Pero su empaque va haciendo cambiar de idea a quienes visitan las obras, ya muy avanzadas.

«Es el mejor edificio que hemos hecho en nuestra vida. Dudo de que nos salga algo superior». El arquitecto, Emilio Tuñón , no puede hablar, todavía, en singular. Le sale en plural. Recuerda a su compañero del alma, con quien formaba equipo y con quien firmó este colosal proyecto. Su amigo Luis M. Mansilla, recientemente fallecido.

Restos de la fábrica de gas

Desde la fase de excavaciones, el Museo de Colecciones Reales ha sido una auténtica aventura. Ya barrutaban que, por la zona en que se movían, podrían encontrar tesoros arqueológicos bajo tierra . Así fue. Se toparon con restos humanos. Los de un madrileño de más de mil años de edad que formaba parte de un poblado visigótico. También con partes importantes de la Muralla Árabe (siglos IX/XI) e, incluso, parte de la Real Fábrica de Gas —la primera que hubo en Madrid—encargada en 1832 por Fernando VII en lo que serían después los jardines del Campo del Moro. Todo ello también será expuesto.

Las obras de este templo de la cultura y la historia españolas no estarán acabadas hasta 2016

El Museo de las Colecciones Reales tendrá un recorrido expositivo de 18.666 metros cuadrados . A estos se suman otros 2.896 de servicios para el público (cafetería, tienda, consigna y servicios, entre otros), además de otros 10.604 de reservas (almacenes) visitables. Habrá que añadir 5.316 metros cuadrados para instalaciones, zonas de tránsito, garaje y muelles de descarga. Se dotará al museo de espacios susceptibles de diferentes funciones —unos 2.990— como auditorio, salas para exposiciones temporales y servicios de investigación.

Este museo será el «domicilio» de todas las Colecciones Reales, menos las que ya están, como queda dicho, en palacios y sitios reales. Los bienes se cuentan por miles. Hoy, sólo se puede disfrutar de la mitad por falta de espacio que es, precisamente, la razón de ser de este edificio junto al Palacio Real y La Almudena. En almacenes están a buen recaudo carrozas, tapices, cuadros, telas, muebles, instrumentos y un sinfín de objetos aquí estarán juntos. Los que los monarcas de las Casas de Austria y Borbón atesoraron a través de los siglos. Sólo hay que esperar poco más de tres años para verlos en un único espacio.

Ya lo quiso Azaña

El proyecto arquitectónico tuvo dos concursos. Uno, fallido, en 1999, y otro segundo, definitivo, en 2003. Fue el de Mansilla+Tuñón. Las obras se iniciaron en 2006. Acabarán en 2016.

En las excavaciones se han encontrado restos de muralla árabe y un poblado visigodo

Emilio Tuñón cuenta una curiosidad. Dice que el origen del recinto hay que situarlo en el decreto de fundación del Museo de Armas y Carruajes emitido en 1936 por el Gobierno de la II República, presidido por Manuel Azaña.

El Museo de las Colecciones Reales «debe formar parte del paisaje natural-artificial de la cornisa poniente de Madrid», nos dice el arquitecto Tuñón mientras bajamos otra rampa —ya van tres y son larguísimas—, que nos conduce a la sala donde está prevista la colección de carrozas reales. Hemos dejado arriba otras dos salas inmensas también y un hueco grandísimo. ¿Para qué es? «Ahí irá un ascensor para unas 80 personas », dice el arquitecto como si tal cosa. Increíble.

Ya en el exterior, los obreros están colocando piezas de granito de 6.000 kilos cada una. Y son cuatro alturas. Tuñón quiere comunicar el museo con los Jardines del Campo del Moro para que sea la salida natural del público y no haya que retroceder.

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