Valentí Puig: «Europa ha perdido la vitalidad del espíritu»

En este crudo dietario del año 85, Puig reflexiona sobre su oficio. El mundillo literario mallorquín, pensamiento políticamente incorrecto, alcoholes y mujeres que fuman después del sexo amargo: “No puedo hacerme la idea de pasar toda una vida escribiendo cuatro días a rachas intensas, con interludios de dos o tres de desorden y vacío moral”. Una España a punto de entrar en la Unión Europea y el comunismo a punto de derrumbarse. Aquella Unión Soviética, de quien nadie se acuerda, “todavía controlaba la mitad de Europa, una Europa que seguía funcionando por el sistema del freno y el acelerador. Estábamos a la espera de algo, sin saber qué.” Una Europa hoy acosada por los mercados, sin líderes a la altura de las circunstancias, como Churchill o De Gaulle. La posmodernidad, advierte, “ha sido un mal paso y Europa ha perdido vitalidad de espíritu”.

Al repasar sus impresiones del 85, el autor hace balance: “Era más joven, aunque hoy me siento igualmente joven. Me veía como un liberal-conservador, en un país con pocos liberales y con un felipismo que se perpetuaba mientras el centro-derecha no atinaba con las ideas”. Sólidas convicciones que mantiene treinta años después “vinculadas a la continuidad de las sociedades, a la integridad del arte y del pensamiento, a las lealtades de la civilización”. Puig concibe el dietarismo como vicio saludable. Fórmula magistral: “Anotar lo que uno ve, lo que piensa, lo que observa. Comienza uno hablando mucho de sí mismo y acaba hablando mucho de los demás. La literatura es experiencia y estos libros de notas reflejan la experiencia en directo, casi en bruto, a pie de cañón”.