terrorismo
«Cócteles molotov», armas letales
Las botellas inflamables que la Sección Primera de lo Penal de la Audiencia Nacional no considera artilugios de carácter terrorista han matado a dos ciudadanos vascos y abrasado a muchos más
j. pagola
La Sección Primera de lo Penal de la Audiencia Nacional acaba de absolver a tres «borrokalaris» al entender que lanzar «cócteles molotov» contra agentes de la Ertzaintza no tiene por qué ser un delito de terrorismo. Aunque fueran cien artefactos, lo que demuestra una ... perfecta coordinación solo posible si se aplica el «manual de guerrilla urbana». Hay quien está empeñado en distorsionar la realidad con sentencias peregrinas. Como aquel otro tribunal que quiso absolver a jóvenes de ETA con el argumento de que Jarrai no podía ser grupo terrorista porque sus militantes no usaban pistolas . ¿Y los yihadistas que causaron la matanza en las Torres Gemelas de Nueva York?
El regreso de la «Legión Cóndor»
En el largo historial criminal de los «borrokalaris» se ha visto una evolución de los «cócteles molotov», con el objetivo de hacerlos cada vez más sofisticados y con mayor capacidad mortífera. Los jóvenes de ETA, sin embargo, no habían llegado a este perfeccionamiento cuando en abril de 1987 lanzaron dos de estos artefactos al interior de la casa del pueblo de la localidad vizcaína de Portugalete . Los todavía rudimentarios proyectiles convirtieron la sede socialista en un infierno, en el que se abrasaron una decena de militantes.Dos de ellos fallecieron pocos días después debido a la gravedad de las quemaduras: Félix Peña , un trabajador jubilado, y María Teresa Torrado , ama de casa de 40 años. Alguien dijo entonces que la «Legión Cóndor » había regresado, esta vez, para bombardear el municipio vizcaíno de Portugalete.
Ocho años después, los activistas de Jarrai habían conseguido dotar a los «cócteles molotov» de una capacidad mucho más letal. El 24 de marzo de 1995 tendieron una emboscada a una patrulla de la Ertzaintza en Rentería y les lanzaron varios de estos artefactos. La furgoneta se convirtió en otro infierno. El peor parado de los agentes fue J on Ruiz Sagarna que, un año después, relataría en el juicio que «con el aspecto que tengo, no creo que pueda hacer en los próximos años una vida normal» Un 55 por ciento de su cuerpo sufrió graves quemaduras , hasta el punto de que cuando declaró en el juicio, de su rostro solo se asomaban los ojos, la nariz y la boca, ya que el resto estaba cubierto por una malla de color carne. «Me han realizado seis intervenciones quirúrgicas y son muchas más las que tienen que hacerme. Realmente, yo creo que los médicos no saben por dónde empezar a hacerme la cirugía plástica», relató el ertzaina, sometido entonces a tratamiento sicológico. No fue este el único caso de atentados perpetrados por los borrrokalaris contra agentes de la Policía autónoma, que resultaron abrasados, mediante esos «cócteles molotov» que ahora un tribunal se empeña en no considerarlos como instrumentos al servicio de los terroristas. Que se lo pregunten a aquel otro agente que, envuelto en llamas, tuvo que arrojarse a las aguas del río Oyarzun.
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