«Historias de la Biblia»: como Dios (y Yahvé) mandan

Mil veces escrita y reescrita, a veces parece una novela de aventuras, otras el más arcano de los textos , ora un ramillete de venganzas, de castigos sin cuento, de enfados y reprimendas divinas; ora el libro del amor, de la caridad, de la solidaridad, del cariño de Dios por sus criaturas.

Por sus páginas desfilan príncipes y mendigos, túnicas sagradas , más de un rey de reyes, riquezas innúmeras, decisiones salomónicas, rayos, truenos y centellas, reyes y sátrapas, mujeres y ancianos, niños y novios, profetas en carros de fuego , profetas encaramados a una columna, plagas, filisteos, arameos, saduceos, babilonios, tablas de la ley , huérfanos, tribus, camellos, caballos, batallas y romances. El Bien y el Mal y su secular combate. Yahvé y el Maligno en su milenaria disputa.

El ciudadano de hoy ya no es como el hombre medieval, siempre que supiera leer, familiarizado con este texto de los textos, ni menos aún como nuestros grandes poetas y dramaturgos de la Edad de Oro que se la sabían al dedillo, de pe a pa, y que descubrían entre su latinajos puntos de apoyo sobre los que hacer girar el planeta de su ingenio literario. Quevedo, Lope, Calderón , Góngora se sabían, literalmente, la Biblia en verso.

No, salvo par algún evangelista recalcitrante, la Biblia no es exactamente ese libro que uno se echa al bolsillo para leer en el Metro mientras va hacia el curro. Algunos, al menos, sí tuvimos la suerte de estudiar en el bachillerato la Historia Sagrada.

Por eso es de agradecer la publicación de un libro como «Historias de la Biblia» (Cátedra), en edición de Elisa Martín Ortega , que consagra y compendia en algo más de 250 páginas todo el sabor ancestral y telúrico del Libro de los Libros.

Una suerte de manual del Libro Sagrado a partir de cien de sus historias del Viejo Testamento para, como dice Martín Ortega, «acercar la Biblia, en su versión original, sin interpretarla ni adulterarla, a un público joven y no especializado. Todo ello con el objetivo de realizar un acercamiento literario a la Biblia y contribuir al mantenimiento y difusión de su herencia cultural, sin menoscabo de las ideas religiosas que, se según las propias creencias, cada persona pueda encontrar en sus páginas».