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«La chispa de la vida» y «Los hombres que no amaban a las mujeres», entre las críticas de los estrenos del 13 de enero

La nueva película de Álex de la Iglesia y la revisión «made in Hollywood» de «Millennium» que hace David Fincher se disputan el trono de la cartelera

«La chispa de la vida» y «Los hombres que no amaban a las mujeres», entre las críticas de los estrenos del 13 de enero ABC

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POR OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE

Álex de la Iglesia siempre ha perseguido, a su modo, ese modelo berlanguiano de revelar la foto de su época en los líquidos del escarnio, y la mayor parte de su cine se ofrece como un fresco socarrón de la ... moral del país; "Muertos de risa", "La comunidad", "Crimen ferpecto", "Balada triste de trompeta"..., todas ellas y alguna más componen una especie de "patrimonio nacional" aparatoso y desmesurado en el que se puede ver la actualidad reflejada de un modo grotesco, en el que resulta equidistante lo cómico y lo patético. En este sentido, "La chispa de la vida" es un peldaño más en su laboriosa ascensión hasta contener lo español... Lo cual encierra su gran contradicción y su principal cualidad/defecto: aspira a contener con un estilo basado en la incontinencia. En "La chispa de la vida" ofrece igualmente un tapiz, aunque coloreado en otros tonos: prescinde de su color preferido, el de la humorada, para hablar de un modo severo, dramático, de los graves problemas que se han instalado en el sofá de nuestro salón y con los que ya convivimos de un modo natural, casi familiarmente. El paro, la sensación de derrota, la dignidad menguante, la necesidad de que nos vean, la falta de pudor a que nos vean, la voracidad de los demás por vernos, el saldo de nuestra intimidad, el dinero fácil, la fama fácil, la televisión fácil..., todo ello centrado en su personaje protagonista, Roberto Gómez, alguien que lo tuvo todo (publicista que inventó la célebre frase de "la chispa de la vida") y que ahora le queda lo otro (paro, sensación de derrota, dignidad menguante, ansia de que lo vean, de dinero fácil, fama...). Curiosamente, para encarnar la tragedia de un hombre común, Álex de la Iglesia ha elegido un protagonista poco común, el cómico por excelencia, José Mota, un tipo que mira a la cámara y te partes de risa, y que aquí tiene el cometido contrario: que se te caiga el alma a los pies con esa sensación quevediana de mirar los muros patrios. Tras unos minutos en los que se tambalea uno ante la idea de que estás en "La hora de José Mota", al poco, el personaje se torna oscuro, doloroso, postrero y trágico, y aparta a escobazos su imagen de gracioso con esa furia que sólo lo saben hacer los grandes cómicos cuando se ponen serios, como Landa o López Vázquez. No es un trabajo fácil, y menos a cara clavada. Lo mejor de "La chispa de la vida" es su puesta en escena, anclada su historia a un hierro del Teatro Romano de Cartagena, desde donde nos mira la cabeza fija del protagonista como gran metáfora nacional de lo que ocupa nuestra sesera. Un escenario que, puro cine de Álex de la Iglesia, se llena de anarquía, revolución, cámaras, intriga enfermiza y brochazos de talento. Lástima que la sutileza no esté entre las industrias que gestiona bien este director, que siempre ha preferido el "gotelé" que lo refinado, pulido y terso. Aunque él, a su modo burdo, nos deja en el paladar el saborcillo nauseabundo del comportamiento ético en nuestro paisaje de estos años, con el subrayado (grueso) de un par de excepciones que encarnan las más bellas de la función, Salma Hayek y Carolina Bang.

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