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ciclismo

Carlos Sastre: «Ganar cuesta mucho y perder prestigio, nada»

El ganador del Tour 2008 se retira después de 28 años montando en bici, más de medio millón de kilómetros, agradecido a su deporte y lejos del pensamiento sombrío

Carlos Sastre: «Ganar cuesta mucho y perder prestigio, nada» ELENA DÍAZ

JOSÉ CARLOS J. CARABIAS

Apostado frente a las murallas de Ávila, Carlos Sastre transmite sensaciones de paz. La calma de la ciudad castellana impregna el día a día del veterano ciclista que hace un par de semanas clausuró su vida itinerante. El ganador del Tour 2008, pasajero de una época sombría para su deporte, atendió a ABC con el mismo talante amable e inconformista de siempre.

—¿Se reconoce como un ex en su nueva vida?

—Hago lo mismo que antes. Sigo montando en bici, acudiendo a los eventos de mi equipo, haciendo la misma vida familiar... Supongo que echaré más cosas de menos el próximo año.

—¿No se extrañan sus hijos de tener un padre jubilado de 35 años?

—El otro día me preguntó mi hijo que si tan viejo era como para estar ya jubilado... Viendo en la tele el Mundial, me dijo: ¿Y por qué tú no has ido? Ellos me han conocido corriendo en bici, saliendo de vez en cuando en la tele... Y tendrán que acostumbrarse a lo nuevo. Estaré en casa, me dejaré bigote y ejerceré de mal jefe, ja, ja, ja...

—Lleva treinta años montando en bici...

—Más que andando, sí. 28 años, concretamente.

—¿Mucho, no?

—He recorrido más de medio millón de kilómetros, seguro.

—¿Lo lleva apuntado?

—En una agenda, desde que era un chavalín. Después de cada entrenamiento anoto los kilómetros, si llueve, si hace calor, mis sensaciones, si hice series, montaña, llano, el puerto que subí... Todo. Es una pauta de comportamiento para mí. Si un año me salía bueno, me servía como guión para repetir al siguiente. Gracias a eso, sé los kilómetros que necesito para llegar a las carreras, a los momentos importantes. Se puede decir que es un diario con formato de ordenador.

—¿Y registraba otro tipo de percepciones?

—¿Algo así como me han dolido las piernas, estoy cansado, buenas sensaciones a tal ritmo, etc? Sí, eso sí.

—¿E impresiones más profundas, del tipo «qué hago aquí...»?

—Pues algo de ese estilo habré escrito alguna vez. Ahora no recuerdo.

—¿Qué se piensa en tantas horas de soledad en la bici?

—De todo. Es un análisis de conciencia que haces a diario. Y para entrenar necesitas voluntad para superar lesiones, molestias, preocupaciones personales, un montón de cosas que te afectan como a cualquier persona pero que se multiplica por cien al requerir un esfuerzo físico. La soledad es necesaria. Cuando mejores resultados he conseguido ha sido entrenando solo. Estoy seguro de lo que hago. Soy Tauro, noble y cabezota.

—Eso parece claro. Se fue del Banesto al Once, de ahí al CSC, al Cervelo, al Geox, y siempre con algún roce con sus directores.

—Siempre he sido una persona con las ideas claras. Cada paso que he dado siempre ha sido para subir un peldaño. De uno en uno. Nunca he sido conformista. He chocado, pero también he aprendido mucho. Con Manolo Saiz choqué una barbaridad. Estábamos cada uno en un extremo. Y eso, para mí, fue fundamental. Me enseñó a conocer mis límites, a entrenar, a trabajar en grupo. Me enseñó un oficio. Con Riis también tuve muchas fricciones y aprendí mucho.

—¿Y por qué choca tanto?

—Pues igual que choco con mi mujer. Cada uno lo vemos de una manera. En un momento yo he podido pensar «este tío es gilipollas», y luego darte cuenta con el tiempo que él tenía toda la razón. Y a la inversa.

—¿Es difícil convivir con usted?

—Pues no es fácil, no. No me conformo con que me den una orden, necesito argumentos.

—No respeta las jerarquías, sino el sentido común.

—Exacto. He tenido que tragar con muchas cosas sabiendo que estábamos metiendo la pata. Yo también me he equivocado muchas veces, pero lo que nunca hago es repetir el mismo error. El ciclismo me ha enseñado a respetar a la gente.

—¿Sobra soberbia en el deporte y en el ciclismo en particular?

—La soberbia destruye a muchos deportistas. El orgullo y el no dar un brazo a torcer deteriora a uno mismo y al que tienes al lado. Hay que saber delegar y dar confianza a la gente.

—…

—El ciclismo y el deporte no son más que un reflejo de la sociedad. Supongo que pasa lo mismo en la convivencia en otros gremios, futbolistas, periodistas, albañiles, abogados... Son los mismos problemas en todos los sitios. Es cierto que los deportistas no teníamos mucha cultura, pero hay gente muy inteligente.

—Dice su padre (propietario de la más fecunda escuela ciclista de España) que cada vez tiene menos niños a su cargo...

—Yo no creo que haya crisis de ciclistas. Hay más oferta social y de ocio para los niños respecto a lo que había antes. Ahora el abanico es más amplio. Pueden hacer hockey, karting, tenis... Ahora los ciclistas lo son porque quieren serlo. Antes, eras futbolista o eras ciclista.

—Pues la percepción social parece otra. No hay ciclistas por el riesgo de la carretera y por el dopaje...

—La gente se queda solo con lo negativo. Este deporte tiene 98 cosas positivas y dos manchas: el dopaje y los accidentes. Yo era un chavalillo y el ciclismo me dio la oportunidad de conocer mi provincia. De cadete conocí Castilla y León. Como amateur recorrí España. Y de profesional he viajado por todo el mundo. Lo podía haber leído en un libro, pero lo vi en directo. Pueblos, personas, países, culturas... Gracias al ciclismo. El dopaje y los accidentes son lo peor de este deporte, pero no son más que un reflejo de la hipocresía social.

—¿Por qué ha llegado el ciclismo a ese callejón?

—Porque en la sociedad de consumo en la que vivimos solo pensamos en cuestiones materiales. Cuanto más tienes, más pasta quieres ganar y más responsabilidades tienes. Es un problema social. Cualquiera piensa que el que más tiene, es el que más vale y nos hemos olvidado de las cosas importantes de la vida. Que no son el dinero. Somos una sociedad demasiado materialista y muy pobre personalmente. Vamos a machacar al de al lado y no tenemos escrúpulos por nada. No creo tanto en la crisis económica como en la crisis social. Creo en las personas. Un luchador siempre sale adelante.

—¿Cómo se aguanta el dolor?

—Como el 99 por ciento de las cosas, con la cabeza. La centralita lo regula todo. La experiencia también ayuda.Siempre es parecido, en el Tour, en una carrera de cadetes. En una etapa siempre hay un montón de batallas. Piensas: tengo que aguantar, si supero esto ya he ganado una batalla. Aquel día que gané el Tour en el Alpe d’Huez iba muy mal. Cuando arranqué, me dolía el alma. Y fue un desgaste psicológico para los demás y energía moral para mí. Cuanto más he sufrido, mejor me han salido las cosas.

—Hay gente que no entiende este deporte y lo reduce a dar más pedales que el rival...

—Ya, pues no es eso. Es lo mismo que otro trabajo. Un jefe duro que toca las narices desde la negatividad, amarga a la gente. Un jefe duro que exige, pero motiva, obtiene más rendimiento de los trabajadores. Cualquiera rinde más si está contento. Aquí lo mismo. Los ciclistas partimos de unas condiciones físicas excepcionales, pero todo lo hace la mentalidad.

—Echávarri decía que para ganar el Tour había que ser castellano...

—Echávarri es un tipo inteligente.

—¿Y es cierta la afirmación?

—Sí. Esta tierra endurece. Tenemos un clima extremo. Mucho calor en verano y mucho frío en invierno. O eres duro o tienes que ir a vivir a otro sitio.

—No negará que antes los ciclistas eran héroes y hoy son sospechosos...

—Me la suda lo que piensen de mí... Ganar cuesta mucho esfuerzo y perder prestigio no cuesta nada. Igual que todos los periodistas no sois iguales, no todos los deportistas somos iguales.

—¿Y si sus hijos le dicen que quieren ser ciclistas?

—Sería la persona más feliz del mundo. Igual que si son futbolistas.

—¿Sigue creyendo?

—¿Por qué no? Le debo todo al ciclismo. Si nos hemos obsesionado con ver solo lo negativo, la hipocresía social y demás, pues es un problema. Pero yo mi vida la sigo viendo igual.

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