El Arcispreste y Toledo
MARIANO CALVO
Quien desee rastrear las huellas del Arcipreste de Hita en Toledo, puede acercarse a la capilla de San Ildefonso de la Catedral, donde se halla el magnífico sepulcro del arzobispo cardenal don Gil de Albornoz, el aguerrido arzobispo que primero elevó a nuestro personaje al ... cargo de arcipreste, demostrando con ello su estima y confianza personal, para después proceder a su encarcelamiento.
Conviene saber que los arciprestes son elegidos por los arzobispos de entre los curas titulares de las diversas parroquias que forman un arciprestazgo y se ocupan de la relación del prelado con los párrocos de su demarcación.
Toledo aparece mencionada tres veces en el Libro del buen amor: En Toledo sufrió prisión el Arcipreste («Yo só mucho agraviado / en esta çibdat seyendo»), y se produce la entrada triunfal de don Amor en Toledo el día de la Pascua Mayor como consecuencia de la victoria de don Carnal: «entrada de quaresma vinme para Toledo».
En otro momento, el Arcipreste le pregunta a Don Amor dónde ha pasado la Cuaresma, y le responde que en Andalucía, donde le acogieron bien; en tanto que en Toledo no tiene éxito en sus pretensiones amorosas: ha recorrido monasterios, claustros y cementerios sin recaudar nada; hasta le expulsan de la mancebía toledana («palacio pintado de almagra») fuera de la ciudad:
«Estaba en un palacio pintado de almagra,
vino a mí mucha dueña, de mucho ayuno magra,
con muchos paternostres e con oración agra
echáronme de la çibdat por la puerta Visagra.»
Además de la puerta de Bisagra, en el libro se puede reconocer la peculiar topografía toledana: «cuestas e eriales», «la Peña» (del Rey Moro) «de los grandes roídos es todo el Val sonante» (El Valle). Cuando se pondera la magnificencia de la tienda de don Amor, se dice que en Toledo no hay papel suficiente para describirlo: «de todo esto escriviese, en Toledo non ay papel».
En definitiva, todo el itinerario del Libro coincide con la provincia eclesiástica de Toledo. Pero lo cierto es que Toledo no sale muy bien parada en las citas del arcipreste. Y es que, vista su experiencia carcelaria, no le faltaba razón a don Juan Ruiz para tener sus prevenciones contra una ciudad en la que todo se le volvió Cuaresma.
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