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Juan Pablo II, siempre acompañado

Todos los días, miles de peregrinos visitan la tumba del nuevo beato y hacen sus peticiones

Juan Pablo II, siempre acompañado ABC

JUAN VICENTE BOO

Juan Pablo II nunca está solo. El caudaloso río de peregrinos que pasan ante su tumba dura toda la jornada, desde las siete de la mañana hasta las siete de la tarde. En la cola se hablan todos los idiomas del planeta pero ... al acercarse a la capilla, el silencio se impone de modo natural. Tan sólo se escuchan susurros: «¿Dónde está el Papa? Ah sí… ¡Esta allí! ¡Esta allí!». La Capilla de San Sebastián es tan grande que a muchos no les resulta fácil encontrar la lápida blanca sobre la que campea la inscripción «Beatus Ioannes Paulus PP. II». La mayoría de los peregrinos han visto a Juan Pablo II en sus países o han disfrutado de algún encuentro más familiar. Un italiano ya jubilado comenta sonriendo: «Soy del coro de Varese y vine a cantarle hace años. Ahora he venido a pedirle que mantenga unida mi familia, y que a mí no me llame demasiado pronto para estar con él. Necesito seguir aquí».

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